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Los evangelios fueron escritos varias décadas después de la muerte de Jesús de Nazaret. Sus autores no han sido escritores imparciales, sino creyentes que han escrito desde la perspectiva de fe en Jesús resucitado. Los evangelistas reflejan la intensa reflexión teológica que generó su persona.
En el cuerpo mismo del Nuevo Testamento tenemos ya cuatro versiones diversas de su vida. No obstante, ello no significa que los evangelios no contengan elementos históricos que podamos individuar, analizar y estudiar y con los cuales podamos llegar a un núcleo histórico verosímil. Con la ayuda de métodos adecuados podemos esbozar una reconstrucción atendible de la figura histórica de Jesús de Nazaret y acercarnos al conocimiento de lo que hizo, pensó, anunció y esperó durante su vida terrena. Los métodos históricos nos permiten ubicar y comprender a Jesús en su contexto propio: el judaísmo palestinense del siglo I de nuestra era.
En el cuerpo mismo del Nuevo Testamento tenemos ya cuatro versiones diversas de su vida. No obstante, ello no significa que los evangelios no contengan elementos históricos que podamos individuar, analizar y estudiar y con los cuales podamos llegar a un núcleo histórico verosímil. Con la ayuda de métodos adecuados podemos esbozar una reconstrucción atendible de la figura histórica de Jesús de Nazaret y acercarnos al conocimiento de lo que hizo, pensó, anunció y esperó durante su vida terrena. Los métodos históricos nos permiten ubicar y comprender a Jesús en su contexto propio: el judaísmo palestinense del siglo I de nuestra era.