Описание книги
Alfonso Amezcua Barragán es una persona que no solo quiso hacer algo en la vida, sino ser alguien. Lo caracteriza su responsabilidad en todas las actitudes y acciones que realiza. Inició de manera entusiasta la escritura de sus memorias, cuya primera edición se publicó en marzo de 2015 y la segunda en abril de 2017, para compartir sus vivencias con su esposa, hijas, nietas y nietos, y futuras generaciones. El objetivo de su segundo libro es ilustrar la importancia de la tierra y su vínculo con los campesinos, a partir de la descripción somera de sus vivencias en el campo, así como del disfrute, los sinsabores y las vicisitudes a las que se enfrentó. A sus 82 años sigue motivado por compartir el conocimiento que posee acerca de las plantas, las hortalizas y los árboles frutales que conoció, sembró, cultivó y sigue disfrutando.
A través de estas páginas alcanza otro sueño: transmitir la pasión que tiene por el campo, pero a partir de un trabajo de cocreación con su familia, sumando su interpretación del texto en vida y una reflexión con los lectores acerca de lo sucedido en este 2020 marcado por la pandemia del Coronavirus.
Alfonso volvió a ejercitar su libertad en un contexto definido por dos extremos que se hacen uno. En el primero comparte un libro desde el amor, definido por lo que es y hace en relación con su ser campesino y su pasión por el campo. En el segundo, habla del fin de una era capitalista, marcada por el crecimiento exponencial del consumismo y la población, que han puesto en peligro la vida del campo y la naturaleza. También nos hace reflexionar sobre nuestra desconexión con el medio ambiente, y cómo la industrialización tiene un doble efecto —positivo y negativo—, a pesar del auge de la tecnología, que permite tener recursos para que toda la población cubra sus necesidades básicas. Además de esta desigualdad, el campesino ya no solo es testigo del descuido de los recursos naturales, sino ahora del mundo en general. Hay personas que no tienen empatía, y existe una crisis de valores, identidad, racismo y clases sociales.
Después de leer este libro, provoca preguntarse cómo este contenido aporta para actuar y alcanzar un modelo sustentable, no solo basado en la riqueza sino en una mejor distribución, en una armonía con la naturaleza y en la protección de los recursos naturales y otras especies.
A través de estas páginas alcanza otro sueño: transmitir la pasión que tiene por el campo, pero a partir de un trabajo de cocreación con su familia, sumando su interpretación del texto en vida y una reflexión con los lectores acerca de lo sucedido en este 2020 marcado por la pandemia del Coronavirus.
Alfonso volvió a ejercitar su libertad en un contexto definido por dos extremos que se hacen uno. En el primero comparte un libro desde el amor, definido por lo que es y hace en relación con su ser campesino y su pasión por el campo. En el segundo, habla del fin de una era capitalista, marcada por el crecimiento exponencial del consumismo y la población, que han puesto en peligro la vida del campo y la naturaleza. También nos hace reflexionar sobre nuestra desconexión con el medio ambiente, y cómo la industrialización tiene un doble efecto —positivo y negativo—, a pesar del auge de la tecnología, que permite tener recursos para que toda la población cubra sus necesidades básicas. Además de esta desigualdad, el campesino ya no solo es testigo del descuido de los recursos naturales, sino ahora del mundo en general. Hay personas que no tienen empatía, y existe una crisis de valores, identidad, racismo y clases sociales.
Después de leer este libro, provoca preguntarse cómo este contenido aporta para actuar y alcanzar un modelo sustentable, no solo basado en la riqueza sino en una mejor distribución, en una armonía con la naturaleza y en la protección de los recursos naturales y otras especies.