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El viaje como descubrimiento y rememoración, como proyección de la propia biografía. Todo eso, y más, puede ser un viaje; depende de quién lo haga, de cómo lo haga, por qué y para qué lo haga.
Alfonso Corominas nos brinda una manera diferente de conocer Córdoba y Granada en la que el oído, el tacto y el olfato nos descubren una nueva dimensión de las dos ciudades más árabes de Occidente. Con esos medios describe un viaje real a la capital califal y otro imaginario a Granada, en los que se mezclan la emoción del presente con los recuerdos de esos lugares que ha visto y ya nunca podrá ver; pero, ¿acaso no sucede lo mismo en cualquier viaje?
El recorrido por Córdoba y Granada que Corominas nos ofrece se convierte así en otra manera de descubrir la esencia y los tesoros de las dos ciudades andaluzas, y se transforma en este libro de viajes, que hoy presentamos, en el que no se renuncia a la belleza de la luz porque ese resplandor de Andalucía vive en su cultura y sus costumbres.
Eso sí, cuando uno es ciego debe buscarla con la sensibilidad, el buen ánimo y el humor con que lo hace Alfonso Corominas que, dotado de una gran capacidad narrativa, utiliza para ello todos los recursos. Incluso el de lograr que Alfred Hitchcock haga un cameo más de los tantos que hizo en el cine y se convierta en un inesperado y sorprendente compañero de su Viaje a la luz.
Alfonso Corominas nos brinda una manera diferente de conocer Córdoba y Granada en la que el oído, el tacto y el olfato nos descubren una nueva dimensión de las dos ciudades más árabes de Occidente. Con esos medios describe un viaje real a la capital califal y otro imaginario a Granada, en los que se mezclan la emoción del presente con los recuerdos de esos lugares que ha visto y ya nunca podrá ver; pero, ¿acaso no sucede lo mismo en cualquier viaje?
El recorrido por Córdoba y Granada que Corominas nos ofrece se convierte así en otra manera de descubrir la esencia y los tesoros de las dos ciudades andaluzas, y se transforma en este libro de viajes, que hoy presentamos, en el que no se renuncia a la belleza de la luz porque ese resplandor de Andalucía vive en su cultura y sus costumbres.
Eso sí, cuando uno es ciego debe buscarla con la sensibilidad, el buen ánimo y el humor con que lo hace Alfonso Corominas que, dotado de una gran capacidad narrativa, utiliza para ello todos los recursos. Incluso el de lograr que Alfred Hitchcock haga un cameo más de los tantos que hizo en el cine y se convierta en un inesperado y sorprendente compañero de su Viaje a la luz.