La derrota de lo épico
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Ana Cabana Iglesia. La derrota de lo épico
LA RESISTENCIA: DE ORGANIZACIÓN POLÍTICA A MOVIMIENTO CIVIL. MÁS ALLÁ DE LA ACCIÓN COLECTIVA: LA RESISTENCIA COTIDIANA
DE «RESISTENCIA» A «RESISTENCIAS»
TRAZOS DEFINIDORES DE LA RESISTENCIA EN LA GALICIA RURAL DEL PRIMER FRANQUISMO
LA ACCIÓN ESTATAL
LA CULTURA DE RESISTENCIA
LA RESISTENCIA CIVIL EN EL AGRO GALLEGO EN LAS DÉCADAS DE LOS CUARENTA Y CINCUENTA
LA ELECCIÓN DE UNA ACTITUD ANTE EL FRANQUISMO: OPONERSE, RESISTIR, ADAPTARSE
LAS HUELLAS DEL DISENSO Y RESISTENCIA CIVIL
LAS ACTITUDES DE UNA INMENSA MAYORÍA. TIPOLOGÍAS DE LA RESISTENCIA CIVIL: RESISTIR SIN ARMAS EN LA GALICIA RURAL
LA PASIVIDAD DE LOS LABRADORES: UN ARMA DE DOBLE FILO
«RESISTENTES FUNCIONALES»: LOS PROTAGONISTAS DE LA RESISTENCIA CIVIL
LA PRÁCTICA CLANDESTINA DE LA SOLIDARIDAD: «LA GUERRILLA DEL LLANO» ENVOLVERSE EN LA OPOSICIÓN: EL ANTIFRANQUISMO COMO OPCIÓN
LA GUERRILLA DEL LLANO: LA RESISTENCIA CIVIL COMO BASE DE LA OPOSICIÓN ANTIFRANQUISTA
LA RELACIÓN GUERRILLA/COMUNIDADES CAMPESINAS: MÁS ALLÁ DE LAS REDES DE ENLACES
LA RESISTENCIA SIMBÓLICA: UN RECURSO PARA UNA SOCIEDAD INTERVENIDA
LA CULTURA POPULAR Y LA RESISTENCIA. PALABRAS NO CAUTIVAS: LOS RUMORES
EL ARSENAL VERBAL DE LA RESISTENCIA SIMBÓLICA: DE INSULTOS A ROMANCES
UN ARMA SIMBÓLICA MÁS: LOS GESTOS
LA RESISTENCIA DE LA MEMORIA
CONCLUSIÓN
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
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LA DERROTA DE LO ÉPICO
Ana Cabana
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Los miembros del clero parroquial se revelan también en ocasiones como «protectores» de los descontentos de los fieles de sus parroquias, evidenciando cierta solidaridad. Esta puede ser medida en la mayoría de las ocasiones en clave de defensa de sus propios intereses. Acciones como encabezar las cartas de queja contra la repoblación de los montes vecinales, en las parroquias en las que ejercían su labor pastoral, eran relativamente usuales. Eduardo Rico (1999) ha documentado varios casos. En el municipio de Baralla los párrocos de las aldeas de Guimarei, Constantín, S. Xoán de Arroxo, Sobrada do Picato, Pacios y Vilachambre fueron los firmantes únicos de la petición de descatalogación de los montes vecinales de dichas parroquias para evitar la reforestación. Un caso parecido fue el ocurrido en el municipio de Castroverde, donde el cura de Montecubeiro personalizó el descontento de los vecinos de sus curatos. El protagonismo de los párrocos en ocasiones es compartido con otras autoridades de las mismas parroquias, como eran los alcaldes pedáneos. En O Saviñao, por ejemplo, ambas autoridades firmaron en las cartas de protesta de dos parroquias. Otras veces los curas optaron por comportarse como un vecino más y firmar entre el conjunto de los solicitantes de la no repoblación forestal. Eso ocurrió en parroquias como la de Viduedo, en O Incio; en la de Folgoso, en O Corgo, y en las parroquias de Chave y Reiriz, en O Saviñao.
A la vista de estos y otros episodios semejantes podemos concluir que las autoridades locales jugaron un papel de primer orden en las protestas que se desencadenaron durante las primeras décadas del franquismo. Eran la «bisagra» del régimen en el rural y operaron sopesando su doble papel, el de autoridades y el de vecinos. En ocasiones eran los intereses y solidaridades locales los que tuvieron más peso en sus actuaciones frente al apoyo y seguidismo al régimen. La posibilidad de controlar y gestionar los recursos en un periodo en el que eran sumamente escasos les daba un papel predominante y los hacía meros agentes reproductores de la «cadena de mando» superior en tanto que deudores del favor de sus cargos. Pero su condición de vecinos, con intereses privados coincidentes en muchas ocasiones con el resto de la comunidad, los convertía no en transmisores del poder central sino en los primeros moldeadores y negociadores de órdenes superiores. Que primara una u otra condición, la de autoridad o la de vecino, desbarataba o alentaba las formas de resistencia cotidiana, las camuflaba o las hacía innecesarias al colaborar en la mejora de la situación. Al referirnos a esa condición de vecino no tratamos solo de subrayar sus intereses similares al resto de la comunidad local, sino de evidenciar que en muchas ocasiones, al entender que su posición dominante así lo requería, se mostraban prestos a apoyar las reclamaciones de su comunidad. Sentir que su posición estaba segura y, en cierta medida, se respetaba era lo que generalmente movía a las autoridades locales a revelarse más proclives a dar traslado tal cual a medidas políticas superiores o a adaptar, transformar o incluso transgredirlas.
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