Banquete de los eruditos. Libros I-II
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Ateneo. Banquete de los eruditos. Libros I-II
INTRODUCCIÓN. 1. DATOS BIOGRÁFICOS
2. LA OBRA DE ATENEO EN EL CONTEXTO DE LA LITERATURA GRIEGA DE LOS SIGLOS II -III D . C
3. EL «BANQUETE DE LOS ERUDITOS » EN EL MARCO DE LA LITERATURA SIMPOSÍACA
4. ESTRUCTURA DE LA OBRA
5. LOS PERSONAJES
6. LA TRANSMISIÓN DEL TEXTO
7. PRINCIPALES EDICIONES Y TRADUCCIONES
8. LA PRESENTE TRADUCCIÓN
BIBLIOGRAFÍA SELECTA
EDICIONES DE TEXTOS FRAGMENTARIOS CITADAS EN ABREVIATURA
LIBRO I (EPÍTOME) Prólogo del epitomador
Participantes en el banquete
Inicio del diálogo
Elogio de Larensio
Sobre huéspedes magnánimos
Sobre invitados ocurrentes
Sobre el número ideal de invitados
Autores de tratados sobre banquetes
Filóxeno de Léucade
Filóxeno de Citera
Apicio y otros amantes de los placeres culinarios
Personajes gorrones y mezquinos
SOBRE LA VIDA DE LOS HÉROES SEGÚN HOMERO. Frugalidad y templanza de los héroes homéricos
El vino en Homero
Las comidas en Homero
Banquetes homéricos
La pesca en Homero
Más sobre los banquetes homéricos
Los aedos homéricos
Diversos tipos de danzas
Más sobre los banquetes en Homero
Lujos y placeres
Orden y decoro de los banquetes homéricos
Los baños y otros lujos recientes
Danzarines y juglares famosos
Normas sobre el vestido
Danzas y pasos de baile
Los eruditos del Museo de Alejandría
La canícula y el vino
Disquisiciones gramaticales
CONTINUACIÓN SOBRE LA VIDA DE LOS HÉROES. Cuestiones varias
Los baños en Homero
Alimentos consumidos por los héroes
Relaciones de los héroes con mujeres
El vino
Vinos de Italia
Especialidades de las ciudades griegas
Vinos de Grecia
Tipos de vino y sus cualidades
Vinos de Egipto
Cualidades de la berza contra la resaca
LIBRO II (EPÍTOME) 1. Frases sueltas
Del nombre del vino
Sobre los efectos del vino
La «trirreme» de Acragante
Vino y verdad
Sobre la mezcla del vino
Más sobre los efectos del vino
Disquisiciones filológicas
El agua en Homero
Cualidades de las diversas aguas
Personajes que bebían únicamente agua
Los reyes y el agua
Efectos del agua sobre la salud
Sobre la calidad de las aguas
[E] Sobre la alimentación, el ayuno y el hambre
Los convidados se reclinan a la mesa
Lechos de comedor
Mesas y trípodes
Los eruditos se reclinan a la mesa
Alimentos servidos como entrantes
Efectos y cualidades de los frutos secos
Aperitivos de la cena
Más sobre las setas
Condimentos de los aperitivos
Otros alimentos servidos en los aperitivos
Despedida de Ateneo y Timócrates
LIBRO II [MSS . C Y E] 326
ÍNDICE GENERAL
Отрывок из книги
BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 257
Son varias las ocasiones en que el autor se refiere a Náucratis como su patria 2 . Se trata de una ciudad del Bajo Egipto, situada en el brazo canópico del Nilo, pero con una larguísima tradición de cultura helénica. En efecto, los griegos ya se servían de ella como base comercial a finales del s. VII a. C., y parece que en el 570 a. C. el rey Amasis les otorgó concesiones especiales para que pudieran utilizarla como puerto mercante. De este modo, desde el siglo VI a. C., Náucratis se convirtió en el principal enclave griego en territorio egipcio, y en el centro de las relaciones entre ambas culturas. El florecimiento comercial de la ciudad se mantuvo durante toda la época clásica, pero en el helenismo cedió terreno ante Alejandría. Su decadencia continuó en el período romano, en el que se le permitió como privilegio mantener su constitución griega. Ésta era la cuna de Ateneo: una ciudad griega en suelo egipcio, con un pasado de esplendor económico y cultural, y que se había convertido en parte del Imperio Romano. Náucratis fue patria de otros intelectuales destacados y contemporáneos de Ateneo, en concreto Proclo el maestro de Filóstrato, Julio Pólux el lexicógrafo, Ptolomeo el rétor, y un tal Apolonio del que nos habla Filóstrato 3 ; seguramente el florecimiento de todas estas figuras más o menos por la misma época no fue casual. De todos modos, Ateneo no parece haber guardado muy buenas relaciones con la mayoría de sus compatriotas, especialmente con Pólux, del que lo separaban motivos culturales 4 y sobre todo políticos, ya que el lexicógrafo gozaba del favor del emperador Cómodo, mientras que, como veremos, Ateneo se sitúa en el bando opositor a éste. La hostilidad que el autor manifiesta continuamente contra Atenas (y que contrasta, en cambio, con su filorromanismo) tiene posiblemente también que ver con el hecho de que los otros naucratitas ilustres desarrollasen su actividad en dicha ciudad, mientras que Ateneo, que careció de reconocimiento oficial, se movió más bien en la órbita romana 5 .
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El primero de los sabios que se presenta formalmente al lector en la introducción del libro I es el propio anfitrión del banquete, el romano Larensio, de quien se hace un encendido elogio 90 . Hay acuerdo prácticamente general en identificarlo con Publio Livio Larense 91 , perteneciente al orden ecuestre, y del que sabemos que ocupó el cargo de pontifex minor en época de los Antoninos. La Historia Augusta 92 nos informa además de que en el año 192 era procurator patrimonii , y que Pértinax le encomendó la entrega del cuerpo del asesinado emperador Cómodo a Fabio Cilón, para que recibiera sepultura. Quizás, aunque esto no es seguro, el «amigo leal» de Pértinax a quien éste confió la tarea de cerciorarse del fallecimiento de Cómodo 93 no era otro que el propio Larense. Ateneo lo describe como un hombre de gran fortuna y liberalidad, muy culto (destacando sus conocimientos de antiguos ritos romanos y leyes civiles), que domina el griego y posee una extensísima biblioteca de obras en dicha lengua. Se hace hincapié en su gusto por reunir en torno a sí a personas de gran saber, así como en la sagacidad e inteligencia de las cuestiones que plantea. Respecto a su carrera política, se nos informa de que desempeñó un importante cargo religioso encomendado por Marco Aurelio. La afirmación (en I 2 C) de que el emperador había puesto a Larensio al frente de los asuntos religiosos y los sacrificios podría interpretarse como una laudatio adulatoria y excesiva; pero también es posible que, como apunta Zecchini 94 , Marco Aurelio hubiera nombrado a Larensio pontifex palatualis , encargándole la dirección de las Parilias, festividad en la que precisamente se ambienta la obra, y que las palabras de Ateneo se expliquen por lo reciente del cargo y su prestigio. En la lápida sepulcral de Larense (CIL VI 2126) figura su cargo de pontifex minor . En el libro IX 398 E se dice también que fue gobernador de Moesia, cargo que probablemente desempeñó en época de Cómodo. Pese a no ser el principal interlocutor en el diálogo, sus intervenciones son bastante frecuentes, y en ellas pone de manifiesto las cualidades y carácter que se le atribuyen en la introducción.
El peso del diálogo lo lleva, en consonancia con su cargo de maestro de ceremonias 95 , Ulpiano de Tiro. Como se ha dicho, algunos han querido identificarlo con el jurista Domicio Ulpiano, pero resulta más plausible la propuesta de Dittenberger, que ve en él al padre de dicho personaje. El rasgo más destacado de su personalidad es su exagerada defensa del purismo lingüístico, que le ha hecho merecedor del apodo de «Está-o-no-está» (Keitoúkeitos) , ya que continuamente atosiga a sus compañeros inquiriendo sobre los testimonios escritos que sancionan el uso de los vocablos. También destaca su animosidad contra los cínicos, con los que mantiene continuos enfrentamientos, no exentos de humor, y que por otro lado contribuyen a animar el diálogo.
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