Obras escogidas
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Bécquer Gustavo Adolfo. Obras escogidas
Á MANERA DE PRÓLOGO1
INTRODUCCIÓN
LEYENDAS
MAESE PÉREZ EL ORGANISTA
LOS OJOS VERDES
EL RAYO DE LUNA
TRES FECHAS
LA CORZA BLANCA
LA ROSA DE PASIÓN
LA PROMESA
EL MONTE DE LAS ÁNIMAS
EL GNOMO
EL MISERERE
LAS HOJAS SECAS
LA VENTA DE LOS GATOS
DESDE MI CELDA
CARTA PRIMERA
CARTA SEGUNDA
CARTA TERCERA
CARTA CUARTA
CARTA QUINTA
CARTA SEXTA
CARTA SÉPTIMA
CARTA OCTAVA
CARTA NOVENA
RIMAS
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
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XXXIII
XXXIV
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XXXVI
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XXXVIII
XXXIX
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XLI
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XLIII
XLIV
XLV
XLVI
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XLIX
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Отрывок из книги
Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo.
Fecunda, como el lecho de amor de la miseria, y parecida á esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mi musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándola de creaciones sin número, á las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida, serían suficientes á dar forma.
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– ¡Es ella, es ella, que lleva alas en los pies y huye como una sombra! – dijo, y se precipitó en su busca, separando con las manos las redes de hiedra que se extendían como un tapiz de unos en otros álamos. Llegó rompiendo por entre la maleza y las plantas parásitas hasta una especie de rellano que iluminaba la claridad del cielo… ¡Nadie! – ¡Ah! por aquí, por aquí va – exclamó entonces. – Oigo sus pisadas sobre las hojas secas, y el crujido de su traje que arrastra por el suelo y roza en los arbustos; – y corría, y corría como un loco de aquí para allá, y no la veía. – Pero siguen sonando sus pisadas – murmuró otra vez; – creo que ha hablado; no hay duda, ha hablado… El viento que suspira entre las ramas; las hojas, que parece que rezan en voz baja, me han impedido oir lo que ha dicho; pero no hay duda, va por ahí, ha hablado… ha hablado… ¿En qué idioma? No sé, pero es una lengua extranjera… Y tornó á correr en su seguimiento, unas veces creyendo verla, otras pensando oirla; ya notando que las ramas, por entre las cuales había desaparecido, se movían; ya imaginando distinguir en la arena la huella de sus breves pies; luego, firmemente persuadido de que un perfume especial que aspiraba á intervalos era un aroma perteneciente á aquella mujer que se burlaba de él, complaciéndose en huirle por entre aquellas intrincadas malezas. ¡Afán inútil!
Vagó algunas horas de un lado á otro fuera de sí, ya parándose para escuchar, ya deslizándose con las mayores precauciones sobre la hierba, ya en una carrera frenética y desesperada.
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