Familias fatales
Реклама. ООО «ЛитРес», ИНН: 7719571260.
Оглавление
Ben Aaronovitch. Familias fatales
Queremos invitarte a que te suscribas a la newsletter de Oz Editorial. Recibirás información sobre ofertas, promociones exclusivas y serás el primero en conocer nuestras novedades. Tan solo tiene que clicar en este botón
FAMILIAS FATALES. Ben Aaronovitch. Traducción de Marina Rodil. Serie Ríos de Londres 4
Página de créditos. Familias fatales
Familias fatales ¿Podrá el agente Peter Grant detener al mago más peligroso de Londres?
Contenido
Capítulo 1. Monstruos perfectamente humanos
Capítulo 2. Los hijos de Weyland
Capítulo 3. Una entidad subterránea
Capítulo 4. Asuntos complicados e imprecisos
Capítulo 5. El cerrajero
Capítulo 6. De estilo internacional
Capítulo 7. Amarillo imperial
Capítulo 8. El concurso de hacer pis
Capítulo 9. La Bruja de la Noche
Capítulo 10. Confitura de presa
Capítulo 11. Vivir en una máquina
Capítulo 12. El jardín de Sky
Capítulo 13. Objetos robados
Capítulo 14. Algo falla
Capítulo 15. Paisajismo
Capítulo 16. La granja de los perritos
Capítulo 17. Prisioneros de guerra
Capítulo 18. El espacio que queda tras la planificación
Capítulo 19. Un fugaz rechazo de lo irrelevante
Capítulo 20. Trabajando por un Londres más extraño
Contexto histórico y arquitectónico
Notas
Agradecimientos
Sobre el autor
Queremos invitarte a que te suscribas a la newsletter de Oz Editorial. Recibirás información sobre ofertas, promociones exclusivas y serás el primero en conocer nuestras novedades. Tan solo tiene que clicar en este botón
Отрывок из книги
Gracias por comprar este ebook. Esperamos que disfrutes de la lectura.
«Las novelas de Aaronovitch son divertidas, encantadoras, ingeniosas y emocionantes, y dibujan un mundo mágico muy cerca del nuestro.»
.....
Mientras yo conducía, la agente Slatt me guiaba. Dejamos atrás la estación de tren, pasando por encima de las vías, y atravesamos, hasta donde me pareció, la zona victoriana de Crawley. Por supuesto, la casa de Robert Weil era una achaparrada e independiente villa victoriana de ladrillo con miradores cuadrados, un tejado inclinado y pináculos de terracota. Las casas que la rodeaban eran todas eduardianas o incluso de estilos posteriores, por lo que supuse que, hace tiempo, la villa se habría erguido orgullosa en sus propios terrenos. Se notaba en los restos del gran jardín trasero, que actualmente era el foco de un equipo de perros rastreadores, un préstamo de la Brigada de Rescate Internacional, por lo que supe después.
Slatt conocía al agente que estaba de guardia en la puerta, que anotó nuestros nombres sin decir palabra. La casa era lo bastante grande como para que sus dueños no hubieran sentido la necesidad de derribar todos los muros intermedios y hubieran restaurado —recientemente, pensé— las molduras decorativas. Habían tenido que abandonar el comedor porque sus hijos, de siete y nueve años según mis notas, lo habían invadido traicioneramente y lo tenían lleno de juguetes, xilófonos rotos y varios DVD que iban a la deriva fuera de sus carcasas. Los niños estaban en casa de unos amigos, pero la mujer seguía allí. Se llamaba Lynda, escrito con y, y tenía el pelo de un rubio descolorido y una boca de labios finos. Estaba sentada en el sofá de la sala de estar y nos fulminaba con la mirada mientras inspeccionábamos su casa; los policías locales buscaban cadáveres; nosotros, libros. Nightingale se encargó del estudio y yo de los dormitorios.
.....