En agosto de 2003 tomé una de las decisiones más importantes de mi vida: mudarme de Guadalajara a la Ciudad de México. Huía de una ruptura matrimonial. Pensé que el cambio de aires me daría distancia y perspectiva con mi situación, pero terminó otorgándome algo más vital: un entorno estimulante para la creación, para un tipo de narrativa que ya venía explorando, ligada a lo sobrenatural y lo policiaco, pero que en la Ciudad de México encontró un escenario ideal.Amigas y amigos editores comenzaron a pedirme cuentos para revistas o suplementos; sin proponérmelo, tenía en marcha un volumen de relatos. Al revisarlos, me di cuenta de otro factor no planeado: los protagonistas de mis historias eran hombres viudos o separados. Estaba claro que buscaba exorcizar mi divorcio mediante la literatura de terror. La ecuación me pareció válida, así que decidí completar el libro con ese enfoque. El resultado fue Los niños de paja, proyecto que marcó el inicio de mi entrañable relación con editorial Almadía.El entomólogo forense de «La vida secreta de los insectos» niega a la ciencia e intenta resolver el crimen de su esposa con un médium; el escritor de «El dios de la piscina» viaja al paraíso para descubrir la máxima atrocidad que puede cometer un grupo de matrimonios, y el despechado de «El amor no tiene cura» se pone en manos de una pitonisa en busca de un milagro que salve su relación. Todos ellos, junto al resto de los seres que habitan los nueve cuentos incluidos en estas páginas, tienen un objetivo: nunca darle la espalda a la oscuridad, sino abrazarla; arrojarse al abismo y explorarlo, porque la realidad resulta tan banal como insoportable.El tiempo pasa y sigo de acuerdo con esa premisa.
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Bernardo Esquinca. Los niños de paja
LOS NIÑOS. DE PAJA
LA VIDA SECRETA DE LOS INSECTOS
LA SEÑORA BALLARD ES LA SEÑORA BALLARD
MIENTRAS SIGAN VOLANDO LOS AVIONES
EL CORAZÓN MARINO
PABELLÓN 27
ESPANTAPÁJAROS
EL DIOS DE LA PISCINA
EL AMOR NO TIENE CURA
LOS NIÑOS DE PAJA
I. Viernes, 31 de octubre
II. Childrentown
III. El Niño Dios
IV. Guerra filial
V. La separación
Epílogo
EPÍLOGO
La vida secreta de los insectos
La señora Ballard es la señora Ballard
Mientras sigan volando los aviones
El corazón marino
Pabellón 27
Espantapájaros
El dios de la piscina
El amor no tiene cura
Los niños de paja
ÍNDICE
Отрывок из книги
LOS NIÑOS
DE PAJA
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Nadie sabe a ciencia cierta de dónde vienen los insectos. Algunos estudios afirman que su origen está en los miriápodos, animales de numerosas patas y con tráqueas respiratorias. Otros especulan que en los crustáceos. Lo cierto es que en el periodo Devónico, hace cuatrocientos millones de años, ya existían insectos terrestres en las zonas pantanosas más cálidas y húmedas. Y en el Carbonífero inferior, hace unos trescientos cincuenta millones de años, experimentaron su primera explosión evolutiva al aparecer las alas y la posibilidad de volar. Los más persistentes y evolucionados de todos ellos son, por supuesto, las cucarachas. Curiosamente, nunca he visto una cucaracha rondando un cadáver.
Como el asesino de mi esposa no ha sido encontrado, decidí revisar el caso. Analicé las pruebas recogidas por Alejandro y encontré varios errores graves. Entre ellos, uno que me dejó desconcertado: un fallo en el cálculo de la hora de la muerte. Lucía fue encontrada en el bosque a las nueve de la mañana por un grupo de campistas. Alejandro determinó que para entonces llevaba una hora muerta. Mis análisis indicaban que llevaba por lo menos seis horas fallecida. Es decir, había muerto en la madrugada, cuando se suponía que estaba en mis brazos, dormida. Y como yo no tenía conciencia exacta de la hora en que Lucía se había marchado de la casa aquella noche, el asunto se volvía bastante confuso. Leonardo tenía una teoría: ella ya estaba muerta cuando me “visitó” en la cama. “Es algo que suelen hacer los muertos”, me dijo. “Acuden a despedirse de sus seres queridos”. Desquiciado por todo el asunto, terminé cediendo a la idea del médium. Tuvimos una cita hace dos días. Le llevé las pertenencias de Lucía que me ha bía pedido: ropa, objetos, fotografías. Luego me dio una fecha y una hora exacta: hoy a las nueve de la noche. “Ella te llamará por teléfono”, dijo en tono solemne.