Publicada por primera vez en México, en 1999, la novela Cruz de olvido anticipó la corrupción, violencia, crimen organizado y crisis de identidad que caracterizarían el mundo latinoamericano en el siglo XXI. A partir de la masacre de Alajuelita, el fin de las ideologías y la perversa complicidad entre la democracia moderna y los poderes ocultos, la novela se interna en un mundo que no por subterráneo es menos verosímil, y que mezcla la sátira corrosiva con el género negro y la indagación política y moral.Como escribió el crítico peruano Julio Ortega: «Cortés logra con esta novela una verdadera proeza literaria: darle una imagen política al fin de siglo latinoamericano. Se trata de una entrañable y severa versión de la desintegración de las ilusiones revolucionarias en la América Central… la novela diseña el desastre del futuro. Y nos entrega una poderosa fábula vital de la profunda irracionalidad que ha dominado nuestro tiempo, entre la retórica y la corrupción, entre el poder y el suicidio moral».
Оглавление
Carlos Cortés. Cruz de olvido
Carlos Cortés
Cruz de olvido
I. Managuardiente
II. La Suiza Centroamericana
III. La noche de la morgue
IV. El Procónsul de Pacaca
V. Cruz de olvido
VI. 40 años no es nada
VII. En el bosque de las botellas de whisky
VIII. La última noche que pasé conmigo
IX. El pasado no perdona
X. El día más eterno de mi vida
XI. El vampiro de Hatillo
XII. La Chola se enchola
XIII. Marzo se me hace siempre tan largo
XIV. El Zanzi-Bar
XV. Entre el cielo y el infierno
XVI. Cinco días de oscuridad
XVII. La Comandante Laura
XVIII. Las sombras suelen vestir de blanco
XIX. La segunda aparición de la Virgen de. los Ángeles o una loca noche de copas
XX. La última revelación del Procónsul
XXI. Big bang bang
XXII. En Chelles se muere al amanecer..
Отрывок из книги
Estimado lector: Muchas gracias por adquirir esta obra
y con ello, apoyar los esfuerzos creativos de su autora y de la editorial,
.....
Por eso no sé si Laura llegó a amarme, pero sí amaba su pistola. Vivía de ella. La confianza de saber que podía matarse cuando quisiera, cuando ya no aguantara, le daba fuerzas para vivir. Yo, en cambio, no le servía de mucho. Una vez que llegó a Managua, Laura supo que no volvería nunca a combatir. Ya no podía. Pero su pistola la había salvado de algo peor que la muerte y por eso la atesoraba como una reliquia de otro mundo. Ella había vuelto del otro lado y para demostrarlo tenía su endemoniada pistola. Sus compas se lo dijeron: su lenta ejecución hubiera sido observada con deleite por el mismísimo Ministro de Defensa o se hubiera convertido en una rehén de lujo de la CIA. Ella lo sabía.
Era una existencia frágil, dolorosa, pero llegué a conocer una dimensión de la vida que no hubiera logrado de otra forma. ¿Cuántas veces no estuve a punto de matarla yo mismo? Borrachos, jugábamos el mismo juego con el que ella me torturaba: se metía el gatillo en la boca y jalaba, a ver qué. A ver qué nos pasaba, por lo menos para quebrar la rutina de sobrevivir. Chuchú le regaló aquella hermosa pistola que había sido de Torrijos.