La obra es una visión de la pragmática del lenguaje a la luz de la política. En efecto, la pragmática tiene como objeto buscar el significado del hablante a través del uso, y es allí donde se encuentran muchas intencionalidades que no surgen en los otros niveles de análisis. Asimismo, es donde se capta la injerencia social del lenguaje tan honda. Por eso lo han visto como fenómeno sociopolítico, lo cual hace al libro muy sugerente. Esta parte social la encuentran los autores en la atención a las implicaciones socioculturales, campo en el que también entra la hermenéutica.
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Carlos Germán van der Linde. Perspectivas pragmáticas
Contenido
Prólogo
El método pragmático en lingüística filosófica
Los juegos de lenguaje vistos desde pragmática lingüístico-filosófica
Notas al pie
El juego como paradigma para el estudio del lenguaje12
Notas al pie
El tercer paradigma. Las relaciones sociales lingüísticamente mediadas
Notas al pie
Pragmática y política de la lengua21
Decir y hacer: entre actos y enunciados
El carácter social del lenguaje
Hacia la evaluación política de los enunciados
Notas al pie
Normalización y diversidad lingüística. Por el uso menor de la lengua
Lenguaje, trabajo y mercado
Enunciación, reconocimiento y legimitidad
De las líneas de fuga. Por una lengua menor
Notas al pie
Referencias
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Prólogo
El método pragmático en lingüística filosófica
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Davidson desea describir la distinción entre enuncia bilidad y verdad sin referencia a reglas semánticas o sistemas con ceptuales. Considera que estas nociones son divisiones arbitrarias de un proceso inconsútil e interminable de tejer y volver a tejer en tramados de creencias, un proceso inconsútil de criterios de enun ciabilidad en transformación. Así pues, para él no hay manera de construir una noción de enunciabilidad “ideal” con la cual identificar la verdad, ni es necesario preocuparse por la diferencia entre no sotros y los hombres de Neanderthal, o entre nosotros y los marcia nos. Según esta concepción, verdad y enunciabilidad no tienen nada que ver la una con la otra. La verdad no es el nombre de una propie dad, y en particular de la propiedad de relación que vincula un enunciado con el mundo o con un conjunto de reglas semánticas como las que sigue un ser omnisciente. Las atribuciones de verdad han de tratarse como referencia inversa o, en términos más generales, ana fóricamente (Rorty, 1996b, pp. 210-211).
En palabras de Davidson, los sistemas conceptuales o esquemas o lenguajes constituyen distintas formas en que se puede organizar lo afirmado en la experiencia, es decir, existen diversos sistemas de enunciabilidad. Según esta concepción, no habría punto de vista alguno desde el cual pudiéramos inspeccionar tales esquemas ni, probablemente, modo alguno de compararlos o evaluarlos en general; a menos que se entienda por la “adecuación de representación imaginal” el hecho de que distintas mentes o culturas reconstruyen de formas diversas el flujo de la experiencia, es decir, en términos de Wittgenstein, se entiende que las diversas formas de vida son acomodamientos aprendidos e institucionalizados por un grupo que verbaliza su realidad. Partiendo de este punto, Davidson (1992) afirma en “El mito de lo subjetivo”: