El escalón
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Carmen Suero. El escalón
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Epílogo
Datos de autor
Отрывок из книги
El escalón - Cuando Lucía, por una casualidad del destino, se ve encerrada en su propia habitación, sin poder salir, se sienta en el escalón que separa el dormitorio de la terraza y se pone a darle vueltas a su vida. Durante esas horas reflexiona a fondo sobre aspectos de su pasado, de sus relaciones y de su propia identidad, llegando a conclusiones sorprendentes que harán variar el rumbo de su futuro a partir del momento en que abandona ese escalón, que no resulta ser lo que parece. El escalón es la historia de una mujer y sus circunstancias vitales, como la de tantas otras que están a punto de cumplir los cuarenta, una edad en la que nos replanteamos si la vida que tenemos es la que realmente queremos vivir.
Mi interés particular es el ser humano, no he dejado de investigar sobre el ser humano desde que, con seis años, un día jugando a pillar con otros niños en la plaza de la iglesia, llegué corriendo a refugiarme en la mesa del bar donde estaban todos los papás. Me senté como un rayo en una silla en la que el culo enorme de una persona estaba a punto de acomodarse; ante mi invasión, volvió con sobresalto a la postura vertical con cara de espanto, creo que más porque estuvo a punto de aplastarme que porque le quitara el sitio. Las risas estallaron al unísono, fue tan grande el ridículo que sentí que, como un rayo, tal y como había entrado, salí para ser pillada.
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—Sí, soy yo —dijo levantándose rápidamente, como sobresaltado. Me estrechó mi mano tendida, un poco encorvado y sin atreverse a mirarme del todo. La retiró en seguida, su calidez y firmeza me pareció poco acorde con su actitud general de apocamiento—. Entre, por favor. —Le hice un gesto para que me siguiera.
Apenas me retrasé diez minutos, pero me pareció impaciente, desesperado, como si hubiera estado allí durante horas. Le invité a sentarse, y lo hizo sin perderme de vista hasta que yo me acomodé en mi silla, enfrente de él. Se extrañó de que no me sentara en el sillón del otro lado de la mesa, como es lo habitual; yo solo le sonreí y le pedí que me dijera el motivo de su demanda.
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