Gritos bajo el agua
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Cecilia Millie. Gritos bajo el agua
GRITOS BAJO EL AGUA
Cecilia Millie
Dedicado a todas esas mujeres que, a pesar de la adversidad, logran salir de las profundidades y nadar hacia la luz. A las que empacan una sonrisa en la maleta, aunque el peso sea excesivo y el viaje largo y extenuante. A todas ellas, un gran abrazo; somos fuertes y valientes, no estamos solas..
ÍNDICE
Introducción. Agonía. Gritos bajo el agua. La necesidad me hizo delinquir. Pagué un alto precio. Reclamo inocencia. No conocí otra forma de vida. No estoy sola. Epílogo
Introducción. Cuando estudié Educación Física en la Universidad, siempre estuve interesada en realizar clases en centros penitenciarios femeninos, y gracias a un proyecto realizado por Chiledeportes, se dio la oportunidad e inmediatamente acepté
Gritos bajo el agua. Esta es mi historia, la que me ha tocado vivir entre frustraciones y malos recuerdos que guardo desde los tres años y dejaron marcas imborrables en mí. La resumo en estas líneas, esperando que quién las lea tome conciencia de que muchas mujeres, jóvenes y niños viven un infierno en sus propios hogares cada día, y esto se repite una y otra vez. A través de mis palabras quiero aconsejar a aquellas que están pasando por esto, están solas, sin apoyo y sin saber qué hacer
Camila
Mi nombre es Camila, nací en 1993 en Imperial, Novena Región y viví mis primeros años de vida allí junto a mi familia que era campesina. Al cumplir tres años, nos fuimos a vivir cerca de mis abuelos a los alrededores de Nehuentúe, alejados de la ciudad y sin las comodidades que ofrece la modernidad
La necesidad me hizo delinquir. Soy Yessenia, tengo treinta años y estoy privada de libertad por delitos vinculados a la Ley 20.000: tráfico de drogas. Siendo mi primera vez aquí y sin antecedentes previos, me encuentro en calidad de imputada hace siete meses, esperando mi condena. A continuación, voy a contar mi historia con el deseo de que pueda servir a quien la lea
Pagué un alto precio. Mi nombre es Danae y tengo treinta años, nací en Santiago, pero crecí en Lautaro con mi abuela materna
Reclamo inocencia. Mi nombre es Marta, nací en 1975 en Villarrica y esta es mi historia, la que marcó mi vida para siempre
No conocí otra forma de vida. Soy Isabel, tengo treinta y tres años, nací en Puerto Montt, pero vivo desde pequeña en Villarrica con mi familia
No estoy sola. Han transcurrido días, semanas, meses. Sentada en una sala, observo a través del ventanal la llovizna de un día gris que me hace recordar con nostalgia a los míos que, a la distancia, añoran mi regreso
Epílogo. La vida, como arena entre los dedos, puede escaparse rápido o más lento; zigzaguear entre instantes arrítmicos donde se camina, corre, danza, tropieza, se para o retrocede, y aunque casi siempre podemos elegir, algunas veces terminamos donde no debemos, en situaciones que no deseamos y con quienes menos esperamos
Отрывок из книги
Al comienzo tuve un poco de miedo, porque mi percepción de las cárceles se basaba en lo que mostraba la televisión, las veía como un submundo en donde sobrevivir era el pan de cada día, pero al momento de conocer dicha realidad pude ver que albergaba a mujeres como cualquier otra, con personalidades diversas, de distintas clases sociales, edades y creencias, todas tratando de convivir en armonía y sobrellevar el cumplimiento de sus condenas de la mejor forma. Mujeres que cometieron errores, mujeres con anhelos, miedos, un pasado que superar y futuro con el cual soñar; y aunque los contextos que las empujaron a tomar malas decisiones eran distintos, el destino que les toca compartir es el mismo: pagar con años de encierro y alejadas de sus seres queridos. Para algunas esto supone el fin de un mal viaje que las hace recapacitar y replantearse sus vidas, mientras que para otras solo significa una experiencia más que se seguirá repitiendo.
Trabajando con mujeres privadas de libertad me hacía las mismas preguntas con frecuencia: ¿Qué habrán hecho?, ¿por qué? Al principio no me atrevía a indagar en las razones que las hicieron cometer un delito, pero con el pasar del tiempo las relaciones se fueron estrechando y se alcanzó un nivel de confianza que permitió a algunas de ellas compartir conmigo sus experiencias. Así me di cuenta de que la mayoría tenía historias de vida muy tristes y acarreaban desde la infancia dramas no resueltos. Si bien nunca tomé esto como una justificación, logré comprender que a veces los contextos pueden influir en el actuar de una persona, sobre todo cuando la necesidad y el sufrimiento han estado presentes en su camino.
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A continuación, doy paso a las voces de seis mujeres condenadas a presidio que durante el año 2008 decidieron dar a conocer sus historias. Homicidio, tráfico de drogas y robos reiterados son los delitos que figuran en las siguientes páginas, pero también el reclamo de una mujer que dice haber sido condenada injustamente. Contando los hechos que marcaron sus vidas y las llevaron tras las rejas, cada una narra su propia experiencia con una tonalidad distinta, pero siempre evidenciándose el dolor y la tragedia en sus relatos.
Después de todo ese tiempo aprendiendo junto a las protagonistas de este libro, quise ser partícipe en él no solo como autora, sino también a través de Agonía, un poema donde plasmo mis impresiones acerca del miedo, de muchas de ellas, a morir en soledad.
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