7 900 millas
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Cris Ginsey. 7 900 millas
Cris Ginsey
Contenido
Anteriormente en 12 700 km
1. Un truco de magia
2. Kilómetros hacia Virginia
3. No es fácil decir adiós
4. Vuelta a la rutina
5. Sueño americano
6. Cerca
7. Cita a distancia
8. La conversación
9. El plan perfecto
10. Reencuentros
11. Primer día en San Francisco I
12. Primer día en San Francisco II
13. La falda de flores
14. La guerra de las galaxias
15. De vuelta a Melbourne
16. Reencuentros
17. Cambios de rutina
18. Miedo
19. Nuevos planes
20. She Keeps Me Warm
Epílogo
Отрывок из книги
Cris Ginsey nació en Málaga y es psicóloga y escritora en sus minutos libres. A pesar de comenzar escribiendo fantasía desde pequeña, lo primero que publica en internet son relatos eróticos bajo el seudónimo de «Miss Ginsey» desde 2011. Es en 2015 cuando se atreve a escribir historias con más contenido y profundidad, que se pueden catalogar como comedia erótica-romántica, primero en su blog personal (La bollería de Ginsey, que comparte con Anna Pólux) y más tarde en plataformas de lectura online, historias como Las dos caras del amor, escrita a cuatro manos y con más de 400 000 lecturas en total. En el año 2017 autopublica dos libros, La tentación vive al lado y Cantando bajo la nieve; con LES Editorial publica en 2018 Cosas del Destino: El diario de Claire Lewis y Cosas del Destino: El efecto mariposa, escritas junto con Anna Pólux, y en 2019, 12 700 km, su último libro en solitario, que continúa con 7 900 millas (2021). Su pasatiempo favorito es la creación de la personalidad de sus protagonistas y su círculo más cercano, intentando que sean complejas y realistas, para que las lectoras puedan verse reflejadas en ellas y aprender juntas en el viaje de cada lectura.
@MissGinsey | @labolleriadeginsey
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Dejó que Cyndi la abrazara una vez más antes de levantarse de la cama y dirigirse a la salida de la casa. Se despidió de la madre de su amiga y fue directamente a la parada del autobús que la llevaría de vuelta al hospital. Allí ya la conocían, la saludaban hasta por su nombre. Fue directamente a la habitación de su padre y se encontró a su madre allí, echada sobre la cama y agarrándole la mano. Parecía que los dos dormían, así que trató de no hacer ruido al dejar el bolso sobre el sofá.
Por una parte quería mirarlo, pero por otra verlo así le hacía daño y le daba mucho miedo. Su padre siempre había estado bronceado y su piel ahora estaba pálida, sus brazos fuertes fruto de tantos años trabajando en la panadería se habían debilitado y en esos momentos juraría que estaba incluso más delgado que ella —y eso que desde que supo de su enfermedad tanto su madre como ella habían bajado de peso—, pero había algo que se mantenía inalterable: su sonrisa. A veces le daban ganas de gritarle que dejase de actuar delante de ella, que ver su sonrisa también la hacía llorar. Él quería hacérselo más fácil, protegerla, o eso pensaba ella.
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