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Con un estilo ameno y directo, David Barreras y Cristina Durán, nos transportan al medievo para explicarnos el papel fundamental que supuso para la construcción de Europa la figura del emperador Carlomagno.
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Europa medieval
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Como resultado de la unificación de los diferentes territorios francos, Clotario tendría en su poder, al final de su reinado, dominios aún mayores que los que llegó a poseer su padre. Al fallecer en el 561, el reino franco quedaría de nuevo dividido entre cuatro herederos: Cariberto, Gotram, Chilperico y Sigiberto. De ellos, los más poderosos eran los dos últimos, reyes de los territorios francos más importantes, es decir, Neustria y Austrasia, respectivamente. Ambos estaban casados, además, con dos princesas procedentes de Hispania, hijas del rey visigodo Atanagildo: Chilperico con Galsuinda y Sigiberto con Brunilda. Pero pronto el fogoso Chilperico, que había podido contraer matrimonio con la hija de Atanagildo tras obtener el divorcio de su primera mujer, asesinaría a su nueva esposa para casarse con su amante, Fredegunda. Esta intriga palaciega daría lugar a una larga querella entre los dos nietos de Clodoveo y sus sucesores, y sembraría el caos en los territorios merovingios por espacio de casi medio siglo. Durante este periodo de destrucción hubo tiempo más que suficiente para que las infraestructuras romanas que todavía quedaban en pie, y que hacía muchos años que habían dejado de mantenerse de manera adecuada como consecuencia de la crisis y desaparición del Imperio, tales como calzadas o acueductos, acabarán casi por desaparecer. Todo ello provocaría la degeneración del estado franco, cuyo reino ya nunca volvería a ser el mismo. En buena medida, la guerra estallaría como consecuencia de las profundas diferencias existentes entre Austrasia y Neustria. El primero de estos reinos, como ya hemos mencionado, estaba constituido por el territorio franco original, lugar que o bien no había sido sometido por el Imperio romano o el grado de romanización había sido muy bajo. Por contra Neustria había sido fundado como un reino construido a partir de las conquistas francas alcanzadas en territorio galo profundamente romanizado. En ambos reinos el grueso de la población era muy distinto: en Austrasia no solamente las élites guerreras y nobiliarias eran de etnia germánica, también pertenecía a este pueblo buena parte del campesinado; en Neustria casi todos sus habitantes eran de origen galorromano. Al mismo tiempo, en los dos reinos se hablaban lenguas que nada tenían que ver la una con la otra. Mientras que en Austrasia se hablaba un idioma germánico, en Neustria se empleaba una lengua romance que acabaría dando lugar al francés moderno. Debido a la distinta naturaleza étnica de la mayor parte de sus habitantes, diferentes culturas e idiomas de origen muy alejado, con el fin de la Alta Edad Media, Austrasia daría lugar al estado que conoceremos como Sacro Imperio Germánico, es decir, a la actual Alemania y Neustria se transformaría en el que los historiadores denominan habitualmente reino franco occidental, es decir, en Francia.
Cuando se produjo la trágica muerte de su cuñada, Sigiberto se hallaba inmerso en plena campaña militar contra los ávaros, al este de sus dominios, pero fue convencido por Brunilda para abandonar tan importante cometido contra un enemigo común de los hijos de Clotario y poder vengar así a su hermana Galsuinda. En un primer momento, Sigiberto solamente exigiría a Chilperico la devolución de la dote de Galsuinda, pero, ante la negativa de este, acabaría invadiendo sus dominios y a partir de entonces tendría lugar una larga guerra fratricida. Cuando en el 575 parecía que los victoriosos ejércitos de Sigiberto iban a asestar el golpe definitivo sobre su enemigo, el rey de Austrasia fue asesinado, al parecer por orden de Fredegunda. Brunilda hizo proclamar entonces rey de Austrasia a su hijo Childeberto II, el heredero de Sigiberto, un niño de cinco años. Mientras que en el 584 era coronado rey de Neustria Clotario II, un bebé de apenas meses, tras la muerte, probablemente también por asesinato, de su padre Chilperico. La responsabilidad del fallecimiento del rey de Neustria no tardaría en recaer sobre Fredegunda, a la que se acusaba también de haber ordenado la muerte de tres de sus hijastros, vástagos de los anteriores matrimonios de Chilperico. La nobleza del reino recelaba por ello de la reina madre, Fredegunda, y los miembros de este estamento no reconocían como rey al joven Clotario II por ser hijo del matrimonio ilegitimo de Chilperico con esta plebeya.
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