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A Cachito Fukman,
porque siempre estuviste en todas estas luchas,
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Uno de los primeros en observar este desafío a los sentidos predominantes en el primer kirchnerismo fue el periodista Germán Ferrari en Símbolos y fantasmas, un libro publicado en 2009.20 Ferrari identificó muy tempranamente estas iniciativas, que constituían un giro fundamental del discurso de los cómplices y beneficiarios del genocidio. Ya no se trata de una defensa cerrada de las acciones represivas que busca la impunidad. Hay ahora un “reaggiornamiento”21 de la teoría de los dos demonios que operará mediante un rodeo. La construcción e igualación de dos demonios ya no es enunciativa; no alcanza con afirmar que la Argentina fue convulsionada por dos terrores. Esa equiparación será el resultado, el corolario de una operación previa: la igualación de las víctimas. Si el asesinado o desaparecido por el Estado está tan muerto como Rucci o Villar, un militar es tan asesino como un guerrillero, y si se juzga a uno, debe juzgarse al otro. La potencia de esta nueva versión radica en lo difícil que es desnudar la operación que anida en esa premisa inicial, aparentemente inapelable por evidente: ambos son asesinados.
El trabajo de Ferrari analiza cuatro casos de “víctimas” de la guerrilla (Aramburu, Larrabure, Genta y Rucci) y su utilización como estrategia de visibilización, precisamente, de lo que había sido eludido en la nueva construcción de memoria colectiva: la lucha armada. Con ello, este discurso “reaggiornado” busca una nueva equiparación en clave de “dos demonios”, pero ahora centrada en la condena de su faz “negada”: la violencia guerrillera (a la que erróneamente, pero sin ingenuidad, estas teorías califican como “terrorista”). Con consignas como “memoria completa”, buscan deslegitimar las conquistas en el sentido común producidas desde la reconfiguración de los años 90, trayendo a la discusión aquello que había sido eludido.
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