Experiencias del dolor
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David Le Breton. Experiencias del dolor
Отрывок из книги
Este libro trata sobre las diversas experiencias del dolor, de qué manera son vividas y sentidas; sobre los comportamientos y las metamorfosis que induce. El autor se aproxima esforzándose por comprender lo que vive la persona en las varias situaciones donde el dolor aparece, donde es imprescindible atender a su dimensión social y cultural.
La relación dolor-sufrimiento es el tema central de esta obra. En algunos casos se trata de un dolor que implica sufrimiento, pero en otros analiza un dolor próximo al placer o al desarrollo personal, y se esfuerza por comprender la ambivalencia de la relación con el dolor. Para ello, el autor transita por diversos caminos que atraviesan enfermedades, accidentes, conductas de riesgo en los jóvenes, deportes extremos, el body art, los piercings, tatuajes, la tortura, el parto, la sexualidad, etc. Tal como postula: “las figuras del dolor son innumerables y mi deseo es confrontarlas para tratar de comprenderlas mejor porque, si bien ciertas experiencias dolorosas destruyen a la persona, otras, a la inversa, la construyen.”
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El sufrimiento de Job se relaciona no tanto con sus males como con su incomprensión de las pruebas que lo golpean y que él no cree merecer en vista de su lealtad hacia Dios. Su fe vacila frente a lo arbitrario. Cuando Dios aparece, sin darle los motivos de sus males, le deja entrever que no fueron en vano. Job no está a la altura de Dios y no puede pedirle cuentas. Dios se pone al lado de Job y denuncia a sus amigos por haber reducido su condena a una lógica de castigo o purificación. Al final de la historia, Job no los culpa por su conducta. Se ha restablecido su confianza en el mundo. Si bien Dios no le ha dado las razones de su sufrimiento, ahora sabe que tiene un sentido. Está aliviado. Su sufrimiento era producto no tanto del dolor como de su incomprensión de por qué Dios lo golpeaba así. Lejos de ser un hombre paciente y sumiso, como suele decir la exégesis cristiana, Job resiste su prueba apasionadamente. Todo el Libro de Job es la historia de una rebelión, un llamado apasionado al significado, que nunca pierde la confianza en que algún día recibirá una respuesta. “Retiro mi queja”, dice finalmente, su sufrimiento desapareció, disuelto en la palabra de Dios. En esta parte de la historia, todavía están los dolores y enfermedades, pero ahora son soportables. Job, por fin, renuncia a una justicia aquí abajo en la Tierra en pos de la que se refiere al desarrollo de la existencia. Dios no ha respondido directamente, pero le ha dado a entender que hay una razón que dicta su conducta, que es inaccesible para Job, y esto le ha devuelto la confianza. Dios lo devuelve a su antigua soberanía.8 Para una lectura antropológica, aquí Dios es, desde luego, una figura del significado: según lo que calla o dice del dolor de Job, sin tocar sus heridas, las calma o las multiplica.
El psicoanálisis no distingue el dolor físico del psíquico, los pone en el mismo plano (Nasio, 2003, 2006). Freud emplea el mismo término Schmerz, que se aplica, como en francés, a las formas “físicas” o “morales” del dolor. Usa el término Seelenschmerz cuando quiere poner el acento sobre el dolor psíquico. No utiliza el término Leiden que remite al sufrimiento “moral”. Para Freud el dolor (Schmerz) es una reacción a la pérdida de una evidencia existencial debido a una ruptura interior: un duelo, una separación, o una discontinuidad de la unidad corporal. Entonces toda la energía del individuo que sufre se focaliza y se disuelve en la representación de la pérdida. La desaparición del término “doler” en francés en favor del verbo “sufrir”, responde, finalmente, a una suerte de intuición de la lengua, la imposibilidad de distinguir, en la relación con el mundo, los efectos del dolor “físico” o “psíquico”. Siempre lo que a uno lo golpea y abruma es el sufrimiento. Una vez que ha sido superada la resistencia del individuo, toda su energía se consume en la atención que le presta. El sufrimiento lo absorbe por completo, lo expulsa de sí mismo para reducirlo a un apéndice puntualmente doloroso, el mundo externo se le vuelve indiferente. “En el caso del dolor corporal, se produce un importante investimento y es necesario calificar como narcisista el lugar del cuerpo doloroso, investimento que no cesa de aumentar y que tiende, por así decirlo, a vaciar el yo” (Freud, 1990, 101). El dolor es un esfuerzo de tensión a la vez somático y simbólico en torno de la parte lesionada del cuerpo. Tensión inútil de una defensa inapropiada que escapa al sujeto. El sufrimiento es tanto más intenso cuanto empobrece la relación con el mundo y ocluye el horizonte. El individuo entero está encerrado en su dolor.
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