Ortodoxia sensual

Реклама. ООО «ЛитРес», ИНН: 7719571260.
Оглавление
Debbie Blue. Ortodoxia sensual
Copyright © by Debbie Blue, 2004
Recuperando el Mensaje del Dios Encarnado. de Debbie Blue. 2020, JUANUNO1 Ediciones
This work is published by agreement with the owner Deborah Ann Blue. Esta obra se publica mediante acuerdo con la propietaria Deborah Ann Blue. Spanish Language Translation copyright © 2020 by JuanUno1 Publishing House, LLC
Published in the United States by JUANUNO1 Ediciones, an imprint of the JuanUno1 Publishing House, LLC. Publicado en los Estados Unidos por JUANUNO1 Ediciones, un sello editorial de JuanUno1 Publishing House, LLC. www.juanuno1.com
JUANUNO1 EDICIONES, los logotipos y las terminaciones de los libros, son marcas registradas de JuanUno1 Publishing House, LLC
Name: Blue, Debbie, author. Ortodoxia sensual: recuperando el mensaje del dios encarnado / Debbie Blue. Published: Miami : JUANUNO1 Ediciones, 2020. Identifiers: LCCN 2020949695. LC record available at https://lccn.loc.gov/2020949695
REL012040 RELIGION / Christian Living / Inspirational. REL006100 RELIGION / Biblical Criticism & Interpretation / New Testament
Ebook ISBN 978-1-951539-59-7
Corrector: Tomás Jara. Diagramación: María Gabriela Centurión. Portada: JuanUno1 Publishing House, LLC. Director de Publicaciones: Hernán Dalbes
Cover. Portadas. Legales. Prólogo de Mercedes L. García Bachmann. Prefacio. Agradecimientos
Comencé a leer Ortodoxia sensual por dos razones: la primera, mi compromiso con esta editorial de escribir un prólogo para la traducción al español. La segunda, por curiosidad sobre la autora, de quien había escuchado por diferentes fuentes. Pronto, descubrí que no estaba leyendo para escribir este prólogo, sino para ver cómo seguía Debbie con una determinada idea. ¿No es una de las sensaciones más gratificantes, más sensuales, esa de leer para “ver cómo sigue” el libro? Un público lector de un libro sobre Biblia o teología es una rareza dentro del mundo de amantes de la lectura; a su vez, es una rareza para vastos sectores de la población mundial a lo largo de los siglos. Solo usted sabe por qué tiene este libro en sus manos. Puede ser por curiosidad o por hartazgo ante respuestas repetidas a preguntas formuladas tiempo atrás. Puede ser que haya llegado por recomendación o por accidente; puede ser que Ortodoxia sensual sea parte de las lecturas obligatorias de un curso o parte del ejercicio de leer autoras nuevas o conocidas para usted. Dentro de esa rareza que es el público lector de un libro sobre Biblia o teología, puede ser que usted tenga una fe que ningún vendaval mueve o que no tenga relación en absoluto con la Divinidad de la Biblia o el Dios trinitario de la tradición cristiana… o que esté en algún punto intermedio entre estos extremos; que haya sido creyente o miembro por tradición o que aún esté considerando serlo, con más certezas que dudas —o viceversa— en su mente y su corazón. En fin, como ve, estimada lectora, estimado lector, trato de imaginarme cómo es la persona que tiene en sus manos este gran libro y qué expectativas podría tener sobre él. Pero ¿para qué sirve este ejercicio? En pocas palabras, para “conocer a mi audiencia”. Cuando comenzamos a prepararnos para el ministerio pastoral en una comunidad, a menudo escuchamos: “Para poder predicar bien, tienes que conocer a tu audiencia, saber a quién le estás hablando”. Pidiéndole auxilio a Pablo de Tarso (Ro 10: 14-17), “¿cómo van a invocar a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo van a oír sin que se les predique? […] Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la palabra de Cristo”. Sí: por la palabra de Cristo expresada adecuadamente a una determinada audiencia: con los griegos, griego; con los judíos, judío; con las mujeres, mujer; con la gente descreída, como quien da lugar a las dudas. Me atrevo a decir que si usted está en alguna de las categorías enunciadas más arriba, entre creyente, dudante y descreído/a, amante de la Escritura y “bicho raro” de la teología, entonces disfrutará de los sermones de Debbie Blue en Ortodoxia sensual. No, claro, no me atrevo a predecir cuál le gustará más o hablará más a sus necesidades. Pero sí me atrevo a recomendarle su lectura, porque sé que hay aquí un mensaje sobre el poder de Dios que habla a nuestros días. Debbie Blue no escribió estos sermones para una audiencia hispanoparlante en plena pandemia por el COVID-19 pero, así y todo, nos habla. En la teología luterana se reconoce el ministerio de la Palabra y los Sacramentos, ejercido por ministros, ministras o ministres, es decir, por personas de cualquier género y orientación sexual, a quienes Dios ha llamado y cuyo llamado la Iglesia reconoce (y a quienes generalmente se les llama “pastor” o “pastora”). Ese ministerio tiene que ver con el anuncio de la Palabra de Dios, tanto proclamada en la lectura de la Biblia como en la predicación. Y eso es lo que hace esta autora, quien es también una pastora luterana: predicarnos la Palabra de Dios. En la mejor tradición de Miriam, Eliseo, Jeremías y el mismo Jesús, usa los medios a su alcance para anunciarnos la gracia divina. Un cuervo un día de primavera (Cap. 16) o las semillas de la abuela Eisley (Cap. 14) reemplazan a la pandereta de Miriam (Ex 15: 20-21), al almendro de Jeremías (Jr 1: 11-12) o las parábolas de Jesús (Marcos 12; Mateo 13). La enseñanza mediante recursos literarios (cuentos cortos, metáforas, proverbios, adivinanzas, rimas, música y otros) es una de las tradiciones más antiguas y más honoríficas que nos han legado los pueblos del cercano oriente; una en la que muchas mujeres podían mostrar su excelencia. Totalmente al margen, los primeros poemas que nos han llegado de Agadé (o Akkad), del siglo 23 antes de nuestra era, son de una poetisa y sacerdotisa del Dios Nannar, la Luna, llamada Enheduanna, hija de Sargón. Enseñar requiere paciencia y generosidad y, además de la carga teórica de la disciplina, habilidad práctica y sensibilidad a los tiempos y las personas con quienes se enseña y aprende. Es obvio, pero vale la pena repetirlo: nadie puede hacer que otra persona aprenda (o crea, si vamos al caso de la predicación); solo podemos usar las herramientas de las que disponemos para alentar a incorporar un nuevo conocimiento, modificar una conducta, generar interés en investigar algo hasta entonces desconocido, o lo que fuere que nos pongamos como meta al enseñar. Requiere, en términos bíblicos, jokmá, sofía, Sabiduría. La sabiduría es un estado de la mente y el espíritu humanos caracterizada por una comprensión honda […], elaborada como una cualidad poseída por los sabios y las sabias, pero también es atesorado como sabiduría popular e ingenio. La sabiduría es el poder de discernimiento, comprensión profunda y creatividad; es la habilidad de moverse y danzar, de hacer conexiones, de saborear la vida y de aprender de la experiencia. La Sabiduría es inteligencia modulada por la experiencia y afilada por el análisis crítico. Es la habilidad de tomar […] decisiones incisivas. Su significado […] aparece en su forma en latín sapientia, la cual deriva del verbo sapere, probar y saborear algo.1. Además de la sabiduría, una clave importante para leer Ortodoxia sensual es la actitud constante de mirar las cuestiones desde otro ángulo, “darles una vuelta de tuerca”, como decimos coloquialmente en estos lares: “Parece que, muy a menudo, tal vez por familiaridad o domesticación, este tipo de imágenes bíblicas nos pasan por al lado sin alarmarnos por su fuerza” (Cap. 4). Como ella propone, ¡imagínense las caras de la feligresía de nuestras comunidades si apareciera un flamenco o, aún mejor, Homero Simpson en nuestros pesebres navideños! Y, sin embargo, cuando Jesús contó la parábola de los dos hijos, cuando la mujer cananea desafió a Jesús (Cap. 7, “La mujer perro”) o cuando Pablo afirma: “En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3: 27-28), estaban siendo mucho más provocadores que si infiltráramos a Superman en el pesebre. No es cuestión de perspectiva, finalmente, sino de dejarse sorprender por Dios y su gracia, siempre de nuevo. De eso se tratan las Buenas Nuevas, el Evangelio de Dios, desde que se comprometió con nuestro cosmos al crearlo hasta el día de hoy y para siempre. Prologar este libro tampoco fue una cuestión de perspectiva; fue encontrarme con una mujer de su tiempo que predica para su contexto acerca de qué se trata esta Divinidad de muchos nombres de la que hablamos. Y no olvidemos que, entre los muchos nombres de Dios, YHVH —“Soy Quien Está Contigo”— es su nombre propio y es de los más frecuentes, aunque esté escondido tras “el Señor” en muchas traducciones. Yo Soy Quien Está Contigo, Emmanuel, Jesús (cuya raíz indica salvación), el Mesías, el Dios parturiento… Dios de muchos atributos, para hacernos saber de una manera o de otra que nos ama, nos perdona, nos reconcilia, nos restaura. Estoy segura de que usted disfrutará de este libro y le encontrará muchas nuevas aristas a su relación con lo Divino, con usted mismo/a y con su prójimo
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él”. Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios”. Nicodemo le preguntó: “¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?”. Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace de Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: ‘Ustedes tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu”. “¿Cómo es posible todo esto?”, le volvió a preguntar Nicodemo. Jesús le respondió: “¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas? Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. — Juan 3:1-17 (El Libro del Pueblo de Dios)
Entonces se adelantó Pedro y le dijo: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: ‘Señor, dame un plazo y te pagaré todo’. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarle a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: ‘¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?’. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”. —Mateo 18:21-35 (El Libro del Pueblo de Dios)
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: “Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: “¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?”. Ellos le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Entonces les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña”. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo, “Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros”. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo, “Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada”. El propietario respondió a uno de ellos, “Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos. —Mateo 20:1-16 (El Libro del Pueblo de Dios)
“Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo, salgan a su encuentro!’. Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: ‘¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?’. Pero estas les respondieron: ‘No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado’. Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora. —Mateos 25:1-13 (El Libro del Pueblo de Dios)
Отрывок из книги
Ortodoxia Sensual
Figuras del pesebre de Betty
.....
Figuras del pesebre de Betty
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.
.....