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Delfín Carbonell. GuíaBurros El porqué de las frases hechas I
El porqué de las frases hechas II
Agradecimientos
Sobre el autor
Prólogo. Evolución y fraseología
Los lugares comunes y el lugar de uno mismo
Ll. A lo largo y ancho
Largo y tendido
Dormirse en los laureles
Sin ir más lejos
Al pie de la letra
Todo el peso de la ley
Por libre
Situación límite
Lisa y llanamente
Pasto de las llamas
Llorar a lágrima viva
Llover mucho desde (entonces)
Llover sobre mojado
No (nunca) llover a gusto de todos
Lógicamente
Nada más lógico
Luto riguroso
A todas luces
Luz verde
Luz y taquígrafos
Mm. De tal magnitud
Poner de manifiesto
Mar de lágrimas
A marchas forzadas
Marco incomparable
Marea humana
Ser matemático
Inmensa (gran, abrumadora, amplia, aplastante, enorme) mayoría
Parecer mentira
(En) lo más mínimo
El común de los mortales
La muerte sorprende
Música celestial
Nn. Nada más y nada menos que
Alto nivel
Haber perdido el norte
La noche de los tiempos
Oo. Ojos como platos
En olor (loor) de multitud
Opiniones para todo
En otro orden de cosas
Estar a la (al) orden del día
Oscilar alrededor de
Pp. Infinita paciencia
En el buen sentido de la palabra
En otras palabras
Palabras mayores
Palpar en el aire (ambiente)
Vamos (vayamos) por partes
Con pelos y señales
A duras (malas) penas
Sin (ni) pena ni gloria
Cabe pensar
Ni corto (tardo) ni perezoso
Pero que muy
Poner peros
Estrictamente personal
Personal e intransferible
Una auténtica pesadilla
A pesar de los pesares
De a pie
Como la copa de un pino
Enmendar (corregir) la plana
El plato fuerte
A corto plazo
Ni poco ni mucho
Polémica estéril
Levantar gran polvareda
Sin precedente
Sin que sirva de precedente
Con premeditación y alevosía
Mala (buena) prensa
Hacer acto de presencia
Sin prisa y sin pausa (descanso, reposo)
Terminantemente prohibido
A bote pronto
Como es público y notorio
A pulso
De todo punto
Punto de inflexión
Punto menos que (bruto, desesperado, imposible)
Punto y final
Puro y duro
Rr. A raíz de
Pasarse de la raya
Por la sencilla razón de
Tener uso de razón
Cruda (dura) realidad
Lejos de la realidad
(No) ser de recibo
Valga la redundancia
Si cada político me diera un euro cada vez que emplea este cliché, tendría arreglados todos mis problems económicos. Nada de valor añade al discurso este cliché huero. El DRAE del 2001 dice de redundancia: “Repetición o uso excesivo de una palabra o concepto.” Se emplea desde 1930, –anteriormente no se utilizaba la redundancia, parece ser, especialmente en la conversación corriente y se ha convertido en un bordón, en una muletilla. No está reseñado en diccionarios. Se puede emplear con ironía y como ataque, como lo hace Fernando Savater: “...el materialismo teológico, (valga la redundancia), no es...” Y Amando de Miguel en su
A renglón seguido
Con todos los respetos
Depurar responsabilidades
Ss. Leal saber y entender
Repetir (oír, contar, conocer, referir, revisar, protestar, diferente) hasta la saciedad
(No) echar algo en saco roto
Salvando (respetando) las distancias
Cortar por lo sano
Dar por sentado
Sea como fuere
La polémica (propaganda, reacción, confusión, duda, debate) está servida
Siempre y cuando
Sol de justicia
Sin solución de continuidad
Tt. En tanto en cuanto
A tenor de
Testigo de excepción (excepcional)
De (desde) un tiempo a esta parte
Mucha (ríos de) tinta
Saber de buena tinta
Tormenta política
Práctica totalidad
Uu. Único e irrepetible
Vv. Bien merecidas vacaciones
Correr un tupido velo
Vamos a ver
A decir verdad
En honor a la verdad
La hora de la verdad
Verdad desnuda
La verdad sea dicha
Pura verdad
Verdad como un puño (templo, casa, catedral)
Rasgarse las vestiduras
La rara virtud de
Saltar a la vista
Clara vocación
Zz (No) ir a la zaga
Отрывок из книги
En su “Breve prólogo sobre mis prólogos” 1, el Dr. Gregorio Marañón dice que escribir prólogos: “… es un acto de convivencia intelectual; y puesto que la vida intelectual necesita, como aire respirable, de la cordialidad, he aquí que no sólo no debe rechazarse jamás escribir un prólogo que se nos solicita, sino que, cualquiera que sea la calidad del autor y del libro prologado, ha de estimarse como un deber honroso y una eficaz obligación.” Así lo sintieron los autores que aceptaron prologar libros míos. Me regalaron su tiempo y sus palabras, y su amistad también, ejerciendo conmigo ese acto de cordialidad y convivencia intelectual.
Dedico este librito a mis prologuistas, de quienes estoy muy orgulloso, en prenda de mi agradecimiento y estima, por orden cronológico:
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José Jiménez Lozano, escritor, periodista. Premio Cervantes 2002.
Enrique Vila-Matas, novelista. Premio RAE.
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