Отрывок из книги
Edmund D. Pellegrino y David C. Thomasma
Edmund D. Pellegrino (1920-2013) y David C. Thomasma (1939-2002) médico y filósofo, maestro y discípulo, constituyen un tándem insigne, incomparable por su vocación irrefrenable por la ética médica, aunque es imposible ignorar la rectoría y fuerte personalidad del maestro. Vivieron tiempos de cambios sociales y médicos importantes, cuya vivencia está en el origen de libros de ética médica de extraordinario valor A philosophical Basis of Medical Practice (1981); For the Patient’s Good (1988); The Christian Virtues in Medical Practice (1996) (traducido por Universidad de Comillas); Helping and Healing (1997) y por fin The Virtues in Medical Practice (1993), un libro clave que ahora aflora al mundo de habla española.
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Entre finales de siglo y principios del siglo XXI, el currículo de Pellegrino había alcanzado una potencia extraordinaria: veinticuatro libros escritos o editados y más de seiscientos artículos académicos lo habían convertido en una referencia moral indiscutible, a lo que había que sumar una innumerable cantidad de premios, medallas y honores profesionales de las universidades e instituciones profesionales del país, además de su presencia en la Pontifical Academy for Life (1994), en el Unesco Commitee on Bioethics (2004) y su presidencia en el President’s Council on Bioethics (2005-2008), junto con un variopinto plantel de grandes intelectuales, donde dirigió varios libros cooperativos de gran interés.
Pero retrocedamos. Al llegar al Kennedy Institute y conocer las inquietudes de sus anteriores responsables por una sana renovación de la ética de los médicos —en diálogo y comprensión de los cambios sociales—, el maestro se percibe heredero de una tradición a la que debe responder. Pero ha sido llevado a la institución tras ser conocido como persona y como gestor universitario, amén de sus fuertes convicciones morales y religiosas. La universidad ha fichado a un laico de pensamiento secular, con sesenta y ocho años, padre de familia, reputado médico y hombre de vasta cultura que, sin ser filósofo, conoce bien la historia de la filosofía. Es el más idóneo para el cargo, cuenta con la confianza de la institución y es libre para hacerlo. El camino a la inmersión estaba abierto.
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