Оглавление
Emilio Mellado Cáceres. El fin justifica los miedos
EL FIN JUSTIFICA LOS MIEDOS
Emilio Mellado Cáceres
PRIMERA EDICIÓN. Octubre 2020. Editado por Aguja Literaria. Noruega 6655, departamento 132. Las Condes - Santiago - Chile. Fono fijo: +56 227896753. E-Mail: agujaliteraria@gmail.com. Sitio web: www.agujaliteraria.com. Facebook: Aguja Literaria. Instagram @agujaliteraria. ISBN: 9789566039594. DERECHOS RESERVADOS. Nº inscripción: 2020-A-3277. Emilio Mellado Cáceres. El fin justifica los miedos. Queda rigurosamente prohibida sin la autorización escrita del autor, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra. por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático. Los contenidos de los textos editados por Aguja Literaria son de la exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan el pensamiento de la Agencia. TAPAS. Ideación: Emilio Mellado Cáceres. Imagen de portada: Vladimir Solnyshko. Diseño tapas: Josefina Gaete Silva
A Nancy, la mejor madre que existe en este cosmos, le dedico este hijo de papel y tinta
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todo el equipo de Aguja Literaria y Cementerio Metropolitano de Santiago, por esta extraordinaria oportunidad de publicar mi primera novela bajo su patrocinio. Asimismo, quiero darle las gracias a Zorayda Coello, mi editora, por su inestimable entrega y dedicación en la revisión de mi manuscrito, su aguda perspicacia permitió pulir este diamante en bruto. Igualmente, deseo reconocer los valiosos consejos de Ziley Mora y Birgit Tuerksch, quienes con su concepto de ontoescritura, me confirieron las herramientas y la valentía necesaria para despertar mi inexplorado escritor interno. Por supuesto, no puedo dejar en el tintero a mi querida, virtuosa y abnegada madre, quien me apoyó desde el inicio, cuando esta novela era tan solo un par de ideas y borradores ambiciosos de transformarse en algo colosal. Por todo lo anterior, le dedico merecidamente este legado. De la misma manera, en esta lista debe figurar Consuelo, cuya ternura y cariño incondicional me acompañaron en toda la redacción de la obra. Solo bastaba un ronroneo para cargarme positivamente de energía creativa, mascota como tú no hay otra. Por último, y no menos importante, te agradezco a TI, por leer mi ópera prima y darle la oportunidad a Eleos y Tom de cobrar vida en tu imaginación
Las grandes cosas deben realizarse sin dudar, así las posibles dificultades no serán capaces de detenerte. Cayo Julio César
ÍNDICE
Introducción. Capítulo I El joven investigador. Capítulo II El compañero. Capítulo III El incidente. Capítulo IV La madre. Capítulo V Interrogatorios. Capítulo VI El pasado. Capítulo VII Comida y bebida. Capítulo VIII Claudius. Capítulo IX Venus. Capítulo X Primera noche. Capítulo XI Sombras y ambrosía. Capítulo XII Medicina milagrosa. Capítulo XIII Segundo día. Capítulo XIV De vuelta a casa. Capítulo XV Una visita inesperada. Capítulo XVI El mensaje de Asclepius. Capítulo XVII La carta de Aurelia. Capítulo XVIII Coincidencias y revelaciones. Capítulo XIX Reencuentro. Capítulo XX La separación. Capítulo XXI La extraña caja. Capítulo XXII El ánfora. Capítulo XXIII Una persecución contrarreloj. Capítulo XXIV El fin justifica los miedos. Epílogo
Introducción. La Tierra
Capítulo I. El joven investigador. Eleos els443051 era un destacado investigador privado de veinticinco años, condecorado con los mejores reconocimientos de su generación. Alto, de tez clara, rostro anguloso y nariz perfilada, pelo rubio como la miel y penetrantes ojos pardos. No dejaba indiferente a nadie con tal belleza masculina, aunque a él no le importaba en lo absoluto su apariencia, nunca se sintió particularmente bello. De hecho, Eleos pensaba que el verdadero valor de las personas residía en la ética individual y su proceder, más que en el aspecto físico. Sabía que era un cliché, pero de todas formas amparaba aquella filosofía de vida
Capítulo II. El compañero —Tom, el señor Eleos desea que te prepares para un viaje que se llevará a cabo en breve
Capítulo III. El incidente —¡Bienvenidos!
Capítulo IV. La madre. La boca de Eleos se secó, la sentía pastosa y le pesaba la lengua. Atribuía su reacción a la falta de sueño, pero sabía que no era así. Se estaba engañando sin necesidad
Capítulo V. Interrogatorios. Mientras Tom veía a su compañero alejarse, se dispuso a realizar el trabajo que estaba pendiente, así que siguió las indicaciones que había escuchado de Aurelia en su conversación con Eleos. Subió las escaleras, giró hacia el lado derecho y justo antes de golpear la sexta puerta, vio a un niño jugando en el piso. Pasó por su lado y le ofreció una tierna sonrisa. Para su sorpresa, el niño se la devolvió enseñándole sus juguetes. Con la mirada puesta aún en el pequeño, tocó la puerta del despacho con suavidad
Capítulo VI. El pasado. Aurelia quedó impactada por la pregunta de su hijo. Intentaba desenredar la madeja de palabras que se arremolinaban en su cabeza. Eleos merecía saber sobre su pasado. No era justo que viviera en penumbras, pero la voz estaba atrapada en su garganta. Hizo algunos movimientos con su boca, no lograban salir las palabras
Capítulo VII. Comida y bebida. Eleos estaba abrumado ante tanta información. Desconocía las circunstancias en las que sus padres se habían conocido. Olimpio, así se llamaba su padre. Por fin un nombre para una figura paterna que nunca tuvo la oportunidad de conocer en persona
Capítulo VIII. Claudius. Tom esperó a su compañero afuera del comedor. Se sentó y al cabo de unos minutos apareció Brutus y el niño de los juguetes, quien iba tomado de la mano de una mujer. El muchacho le sonrió mientras caminaba con torpeza, trastrabillando a cada paso. Con un fuerte golpe se cerró la puerta del salón detrás de ellos. El andrómata decidió recorrer un poco la mansión mientras esperaba. No sabía cuánto tiempo tardaría Eleos en cenar
Capítulo IX. Venus. Eleos casi dejó caer su vaso con ambrosía líquida. Desconocía por completo lo que le contaba Brutus. Nunca se le hubiera pasado por la cabeza que un hombre como él quisiera formar una familia. De hecho, era una actitud admirable, ya que muchos varones sub rex preferían la soltería. Incluso teniendo el derecho legal a dejar descendencia, se entregaban en cuerpo y alma a la androcracia
Capítulo X. Primera noche. Tom estaba desconcertado. Había algo en su interior corrompiéndose, algo difícil de explicar, una sensación de inquietud que lo movía a actuar
Capítulo XI. Sombras y ambrosía. Eleos abrió poco a poco los ojos. Despertaba, pero su cuerpo estaba muy adormilado todavía. Dio un largo bostezo. A través del ventanal observó que había amanecido, el sol se ubicaba en el punto más alto del firmamento, detrás de un telón de nubes grises. Vio su reloj de pulsera y se sobresaltó. Era casi mediodía y él seguía acostado, como si no hubiera trabajo por hacer. Le dolía la cabeza y sentía mucha sed. Vio a Tom sentado frente al tocador con la mirada absorta en su reflejo, pensó que algo andaba mal. En cualquier caso, la noche pasada distaba a kilómetros de ser buena. Se levantó, se estiró y frotó su rostro para espantar el sueño, mientras caminaba hacia Tom
Capítulo XII. Medicina milagrosa. Después de que Eleos saliera de la habitación, Tom alistó sus cosas para iniciar un nuevo día de interrogatorios. Ordenó un poco el cuarto y limpió otro tanto, mientras echaba un vistazo por la ventana. Era poco lo que podía vislumbrarse a través de la densa neblina que se posaba sobre los terrenos adyacentes a la mansión. Miró hacia abajo y se percató de que Venus y Claudius salían. El andrómata abandonó la alcoba y corrió para alcanzarlos. Bajó sin demora a la primera planta, atravesó el recibidor ignorando la cámara de criogenización portátil y cruzó la puerta principal
Capítulo XIII. Segundo día. Eleos no lo podía creer. Brutus era su padrino y recién se enteraba de ello. No sabía si alegrarse o apenarse de ser el ahijado de un sub rex. Era complicado asimilar tan grande revelación. Ahora comprendía el trato amable del poderoso hombre hacia él, entendía muchas cosas que se preguntaba desde su adolescencia. Por fin, las piezas de su fragmentada vida encajaban
Capítulo XIV. De vuelta a casa —Espérame en la entrada de la mansión, Tom. Iré a informar a Brutus sobre los próximos pasos a seguir
Capítulo XV. Una visita inesperada —¡Por Júpiter! ¿Estás seguro? ―El corazón de Eleos latía con violencia. Le tiritaba el mentón y sudaba como si estuviera en medio de un caluroso día de verano. No podía creer lo que acababa de decir Asclepius
Capítulo XVI. El mensaje de Asclepius. Eleos cerró con suavidad la puerta de su cuarto. Bajó las persianas y pidió a domus sapiens que apagara la luz para descansar sobre su cama. Preocupado y ansioso, esperaba el mensaje de Asclepius. Tardaría en llegar, debía aguardar un par de horas más. Seguía sopesando lo que el científico le había comentado sobre el tónico, se angustiaba al pensar en su madre bebiendo tal líquido
Capítulo XVII. La carta de Aurelia. Eleos creyó escuchar mal. Pensaba que el sub rex bromeaba. Tal vez se había equivocado de nombre
Capítulo XVIII. Coincidencias y revelaciones —Leo, ¿te encuentras bien?
Capítulo XIX. Reencuentro. Tom comprendía el deseo de Eleos, sería su compañero quien tendría el primer contacto con su fallecida madre. Tomó su equipaje, se apartó y caminó hasta encontrarse con la estatua conmemorativa en la entrada de la mansión. Cerca de ella, a un costado de la fuente de agua, estaban Venus y Claudius. Hablaban y reían, eran los mejores cómplices
Capítulo XX. La separación. El cuerpo de Eleos vibraba de emoción. Daba pequeños saltos frente al monumento, mientras abría y cerraba sus manos. Agarró a Tom por los brazos y lo sacudió
Capítulo XXI. La extraña caja. Tom caminó por el suelo empedrado, alejándose de su acongojado compañero. Subió la mirada y notó que Brutus contemplaba los terrenos de la mansión desde la segunda planta. El andrómata entró, siguió andando y vio que Venus alimentaba a Claudius en el comedor. Saludó, pero la cuidadora indicó con un ademán que no era un buen momento. Brutus estaba cerca
Capítulo XXII. El ánfora —¿Me mantuvo separado de mi madre por dieciocho años? —Eleos lucía consternado—. Hasta ahora no estuve consciente de la cantidad de tiempo que pasó. Fue prácticamente toda mi vida. ¡Dieciocho años!
Capítulo XXIII. Una persecución contrarreloj. Tom leyó la carta por tercera vez. No pensaba que la realidad pudiera superar la ficción, aunque ese era el caso
Capítulo XXIV. El fin justifica los miedos. Eleos examinaba la llave que tenía en su mano. Con la otra, extrajo la nota suicida que guardaba bajo la ropa. Releyó el acertijo que había escrito Aurelia, tenía dispuesta la solución al reverso de la página. Todo calzaba a la perfección
Epílogo