Estudios históricos del reinado de Felipe II

Estudios históricos del reinado de Felipe II
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Fernández Duro Cesáreo. Estudios históricos del reinado de Felipe II

DESASTRE DE LOS GELVES (1560)

APÉNDICE I

RELACIÓN

RELACIÓN

APÉNDICE II

CARTA

COPIA

EPIGRAMA

ANTONIO PÉREZ

EN INGLATERRA Y FRANCIA (1591-1612)

I

II

III

IV

V

VI

DOCUMENTOS

I

II

III

IV

V

VI

VII

VIII

IX

X

XI

XII

XIII

XIV

XV

XVI

XVII

XVIII

XIX

XX

XXI

XXII

XXIII

XXIV

XXV

XXVI

XXVII

XXVIII

XXIX

XXX

XXXI

XXXII

XXXIII

XXXIV

XXXV

XXXVI

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XXXIX

XL

XLI

XLII

XLIII

XLIV

XLV

XLVI

XLVII

XLVIII

XLIX

L

LI

LII

LIII

LIV

LV

LVI

LVII

LVIII

Отрывок из книги

Fray Parisote, Maestre de los Caballeros de San Juan, codicioso de adelantar y ennoblecer su religión, como buen administrador della, teniendo siempre ante los ojos la perdición de Trípol, con deseo de recobrarle, aunque no se había perdido en su tiempo que él gobernaba, sino en el del Maestre pasado, ansí por enmendar el daño que los turcos habían fecho en cosas de la Religión, como por el mal y desasosiego que daban á Malta los cosarios que en Trípol se recelaban, viendo la paz y hermandad que de nuevo había entre los Reyes de España y Francia, parecióle oportunidad para anteponer la impresa, comunicándolo primero con el Duque de Medinaceli, que al presente estaba en el gobierno de Sicilia, porque á él como Visorrey de aquel reino tocaba ser General de la impresa cuando se hobiese de hacer.

Al Duque paresció muy bien lo que el Maestre procuraba, porque allende del beneficio grande que venía al reino quitando un tan mal padrastro, de cabo él por su parte desearía hacer alguna cosa en Berbería, digna de memoria, como lo había hecho el Visorrey pasado Joan de Vega en la tomada de Africa, y ansí acordaron de escrebir los dos al Rey sobrello, encargando la solicitud del negocio al Comendador Guimarán, que se hallaba en la corte.

.....

A los 12 del mes mandó echar bando para la partida, mandando, so pena de la vida, que ningún soldado se empachase en tomar prisionero ni ropa mientras se pelease. Toda la gente iba muy alegre y contenta en oir el bando, teniendo por cierto que se pelearía. La infantería española iba de vanguardia; los franceses, alemanes y Religión, en batalla; los italianos, de retaguardia, todos en sus escuadrones en muy buen orden. D. Luis Osorio iba delante de los escuadrones con una manga de arcabuceros españoles, y ya que la vanguardia llegaba cerca de los enemigos questaban al paso, salió el mismo moro que solía venir á nuestro campo. El Duque mandó hacer alto á la gente por ver lo que quería el moro. Demandó un cristiano por rehén y trujo un moro criado del jeque en cambio suyo. Estos estuvieron detenidos hasta que concluyeron los patos, y fueron quel jeque daría el castillo y la isla quedaría por el Rey, y que enviándole un salvoconducto vendría á verse con el Visorrey y á tratar lo demás que le pedían; y que por cuanto él y algunos de sus moros tenían en el castillo sus mujeres é hijos, y sacándolos, estando allí los soldados, podría haber alguna desorden, le suplicase que por aquella noche solamente se volviese á los pozos, quel prometía su palabra dar desembarazado el castillo por todo el día siguiente.

El Duque holgó complacer al jeque en aquello, y mandó volver la gente al alojamiento, publicando que era hecha la paz, de lo que pesó muy de veras á los soldados, yendo, como iban, ganosos de pelear, teniendo por tan cierta la victoria. Un soldado de la compañía de Orejón, diciéndole que era hecha la paz, vino en tanta desesperación, que se dió dos puñaladas por los pechos, de que murió dende á pocas horas. Sobre el mal contento que los soldados llevaban, llovió toda aquella noche y lo más del día siguiente. Hizo esta agua muy gran daño en la gente, porque no había tiendas en tierra en que se reparasen, sino de algunos caballeros y Oficiales. Desto vinieron después á adolecer y morir muchos. El jeque entregó el castillo, como lo prometió, y fueron otro día á poner el estandarte real en él, y dende á dos días fué el Duque y otros muchos señores y caballeros por mar á él, y disinaron el fuerte. Andaban tan siguros entre los moros, que se pudieran hallar burlados, porque tuvieron oportunidad para prenderlos sin que nadie se lo estorbara.

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