Fernández y González Manuel. Los hermanos Plantagenet
I. LOS HERMANOS DE LA NIEBLA
II. EL HERMANO DEL VERDUGO
III. PRINCIPIOS DE AVENTURA
IV. DE LO QUE ENCONTRÓ DIK CUANDO MENOS LO ESPERABA
V. LADY ESTER
VI. UNA TRAICIÓN INVOLUNTARIA
VII. UN MOTÍN-UN FLORÍN POR UNA CABEZA
VIII. UN INSTRUMENTO ROTO
IX. UNA SORPRESA
X. MEDIDAS PREVENTIVAS
XI. PRINCIPIOS DE REVELACIÓN
XII. EL REY SE VENDE
XIII. AGIAB
XIV. EL VERDUGO DE LA TORRE
XV. EL PRÍNCIPE JUAN
XVI. EL CONDE DE SALISBURY
XVII. LA SALA DEL TORMENTO
XVIII. EN QUE EL REY ENCUENTRA OTROS DOS HERMANOS
EPÍLOGO
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EL hombre que de una manera tan intempestiva se presentaba á los hermanos de la niebla, adelantó un paso; extendió hacia ellos el brazo derecho armado con un venablo, en el mismo ademán imperioso que debe preceder á veces á las órdenes de un rey; y su voz firme y sonora pronunció en un tono que en nada amenguaba lo exigente de su ademán, la palabra:
Aquel hombre era el mismo que antes de la llegada de los seis hermanos, como debe recordarse, había abandonado la cabaña de una manera brusca.
.....
– ¿Y quién te ha traído aquí?
– La casualidad: perseguido por los archeros, rodeado por todas partes, me ví entre mis verdugos y el Támesis: no debí dudar en la elección, y me arrojé al agua; algunas flechas pasaron junto á mí sin tocarme; la niebla me protegió, y tomé tierra en este islote, bien á punto por cierto para escucharos y saber que, como yo, había ingleses ofendidos, ingleses que querían vengarse.