¿La vida es una pelea, un sufrimiento? Florence Scovel Shinn nos dice en esta maravillosa obra que la vida es un juego. Si, un juego que si aprendemos a jugar de acuerdo con las enseñanzas metafísicas, entonces obtendremos la victoria. De esta manera aprenderemos a reconocer los triunfos que nos llevan a la victoria final: convertir el resentimiento en amor, la carencia en prosperidad, el miedo en confianza, la envidia en generosidad… Las reglas de este juego están basadas en las enseñanzas del Antiguo como del Nuevo Testamento. El juego de la vida consiste en recibir y en dar. Así, el significado profundo de estas enseñanzas es que recibirás lo que diste: si das amor, recibirás amor. Si odias, serás odiado. Está en nosotros decidir el rumbo del juego.
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Florence Scovel Shinn. El juego de la vida y como jugarlo
El juego de la vida y cómo jugarlo
Índice
El juego
La ley de la prosperidad
El poder de la palabra
La ley de la no resistencia
La ley del karma y la del perdón
Ceder la carga · (Grabar al subconsciente)
El amor
Presentimiento, dirección
La perfecta expresión de sí mismo o el designio divino
Negaciones y afirmaciones
Отрывок из книги
La mayor parte de las personas piensa que la vida es como una batalla, pero la vida no es una batalla sino un juego.
No obstante, es imposible ganar en este juego si no se tiene el conocimiento de la Ley Espiritual. El Antiguo y el Nuevo Testamento nos dan con una extraordinaria claridad las reglas de este juego. Jesucristo enseñó que este juego se llama dar y recibir.
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Por fortuna, la Ley tiene doble filo, y una situación infortunada puede ser convertida en una favorable.
En un caluroso día de verano acudió a mi casa una señora para pedirme un «tratamiento» para la prosperidad —en metafísica «tratar» quiere decir someterse a la acción de la oración—. Estaba muy cansada, decaída, desalentada y me dijo que sólo tenía ocho dólares. Entonces yo le dije: «De acuerdo, nosotros vamos a bendecir y a multiplicar tus ocho dólares, tal y como Jesucristo lo hizo con los panes y los peces». Justamente esa razón por la cual él ha ensenado que todos los seres humanos son capaces de bendecir y multiplicar, de curar y salir adelante.
