Mar Cambrollé, una mujer de verdad, es la biografía de Mar Cambrollé Jurado, una sevillana que siempre llevó por bandera la lucha por lo que ha creído que era justo defender. Pero su vida son muchas vidas. La de Francisco, como la bautizaron sus padres, y que se crió en los barrios más pobres de la ciudad. Es la vida de Paco, que participó en la lucha contra el franquismo, cuando ya el genocida dictador daba los últimos coletazos. Su vida también es la del activista que organizó y lideró el primer, y hasta hoy desconocido, movimiento por la liberación homosexual en Andalucía.Su sangre activista la ha llevado, 30 años después, a liderar la lucha «trans» en Andalucía, territorio a la vanguardia de los derechos del colectivo en Europa. Pero en las páginas de su biografía no podían dejar de aparecer sus vivencias personales, su intromisión como trabajadora del sexo, su etapa como empresaria y sus enfados con el colectivo LGTB.
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Francisco Artacho Gómez. Mar Cambrollé, una mujer de verdad
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
1. SUS ORÍGENES. NACER POBRE. Y NACER EN EL LIMBO
2. NACIMIENTO DEL MOVIMIENTO. LGTB EN ANDALUCÍA: EL MHAR
3. DOS REVOLUCIONES: LA DEL AMOR. Y EL FIN DEL LIMBO
4. 1980: EL FIN DEL LIMBO. EL RENACER
5. MAR PUTA Y MAR EMPRESARIA
6. EL NACIMIENTO DE ATA, LA ASOCIACIÓN DE TRANSEXUALES. DE ANDALUCÍA
EPÍLOGO: REFLEXIONES DE MAR CAMBROLLÉ
MANIFIESTO. ANEXO I
Отрывок из книги
MAR CAMBROLLÉ,
UNA MUJER DE VERDAD
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“Yo había escuchado que un tío de mi padre era maricón. No estaba segura, pero algo había escuchado yo. Así que un día que me llamó maricón lo miré y le dije que qué pasaba, si era algo muy normal en su familia, que si su tío tal, o su tío cual. Entonces cogió la correa y me dio la paliza más grande que jamás había recibido yo. Con la propia hebilla me dio en la espalda. Incluso los vecinos le recriminaron lo que me había hecho. Me salieron hasta verdugones”, explica con un nudo en la garganta.
La pobreza vivida en carnes propias le hizo irremediablemente tomar conciencia de clase. En el autobús que cada día la llevaba al centro a trabajar comenzó a conocer a otra gente del barrio, implicada en la lucha social, antifranquista y de clases, muy vinculados a la parroquia del barrio. A las 9 de la mañana comenzaba en el bar, en la puerta la carne. Hasta las diez de la noche no acababa la jornada laboral, sin días de descanso en toda la semana. Ganaba 1.600 pesetas mensuales. El día que recogió su primera nómina no pudo dejar de llorar. No entendía por qué sus padres la tenían trabajando por tan poco dinero y, sobre todo, por qué no pudo seguir estudiando, algo que le apasionaba. La injusticia de ser pobre le explotó en la cara.