Blumfeld, un solterón y otros cuentos
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Franz Kafka. Blumfeld, un solterón y otros cuentos
Blumfeld, un solterón y otros cuentos
Índice
Blumfeld, un solterón
El maestro del pueblo (El topo gigante)
Un viejo manuscrito
En la colonia penitenciaria
Ante la ley
Un fratricidio
Un sueño
Informe para una academia
Un artista del hambre
La muralla china
El cazador Gracchus
El jinete del cubo
El buitre
La construcción
Josefina la cantora
Отрывок из книги
Blumfeld, un solterón y otros cuentos (1915) Franz Kafka
Editorial Cõ
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Al salir ve que el día es más agradable de lo que supuso en su habitación. Las brumas matutinas se disipan y en un cielo fuertemente batido por el viento aparecen claros azules. Gracias a las pelotillas, Blumfeld ha dejado su habitación mucho más temprano que de costumbre, incluso olvidó sobre la mesa el periódico sin leer, ganó mucho tiempo y puede irse con tranquilidad. Es notable pero, desde que apartó a las pelotillas, éstas le preocupan muy poco. Cuando le seguían se hubiesen podido admitir como algo de su pertenencia, algo que, en cierta forma, pudo ser tenido en cuenta al formarse un juicio sobre su persona. En cambio, ahora no pasan de ser un juguete olvidado en el armario. Entonces Blumfeld piensa que, quizá, la mejor forma de hacerlas inofensivas sea destinarlas al uso que les es propio. En el zaguán todavía se encuentra el niño y Blumfeld decide regalarle las pelotillas. No prestárselas, sino expresamente regalárselas, lo cual, con seguridad, significará destruirlas. Incluso si fuesen conservadas en buen estado, en manos del niño tendrán mucha menos importancia que en el armario. En la casa verán cómo el niño juega con ellas, otros niños se le unirán, y el criterio irreversible de todos será que son pelotas de juego y no acompañantes permanentes de Blumfeld. Éste vuelve a la casa. En ese preciso momento, el niño ha descendido por la escalera del sótano y va a abrir la puerta de abajo. Blumfeld debe llamar al niño y pronunciar su nombre, que es ridículo, como todo lo relacionado con él.
—¡Alfred, Alfred! —dice.
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