Domar el piano
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Отрывок из книги
Desde que tenía memoria, la buena suerte siempre le había favorecido. La moneda lanzada para resolver una diferencia caía invariablemente sobre el canto, y siempre sacaba seis en los dados. Los jugadores honrados perdían constantemente con sus cartas, y los tramposos y estafadores eran descubiertos de inmediato. Podía encontrar joyas, paseando por las calles de la ciudad por la noche. Y numerosos parientes lejanos y amigos de parientes, a los que nunca había conocido o había olvidado desde su infancia, le dejaban herencias generosas sin cesar.
Pero esto no le traía alegría y felicidad, sino todo lo contrario. Durante mucho tiempo se le había negado la entrada a las casas de juego. Entre los jugadores honrados, hacía tiempo que había adquirido la reputación de un notorio estafador y un sinvergüenza. Los verdaderos estafadores, que le guardaban rencor, intentaban repetidamente saldar cuentas con él, y fue sólo por la misma notoria suerte, que sus planes nunca llegaron a nada. Todas las joyas que hallaba resultaban ser robadas. Y los parientes de personas que fallecían prematuramente y que, sin razón aparente, le cedían sus bienes inmuebles y personales en presencia de candidatos más dignos, sospechaban que era un hechicero, o si no un estafador.
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Sólo podía recordar un incidente de su infancia cuando aparentemente tuvo mala suerte en un asunto que le era muy querido: también era una forma de jugar, no con cartas, sino con un instrumento. En aquel momento, la tapa del piano se cayó y le golpeó con fuerza en los dedos, desanimando el deseo incipiente de convertirse en un músico sobresaliente. Con el tiempo, la flexibilidad inicial de los dedos y sus habilidades se habían recuperado, pero la esperanza de establecerse en este campo se había extinguido de alguna manera.
Más tarde, se dirigió a la guerra, donde fue invencible ya fuera contra una bayoneta o una bala enemiga; recibió muchas condecoraciones y medallas, pero no pudo hacer carrera militar debido a otro escándalo relacionado con los juegos de azar. Por supuesto, todo el mundo estaba entusiasmado con el juego de cartas, pero fue su “suerte” la que lo arrastró a tales conflictos. Teniendo en cuenta sus méritos pasados, no lo castigaron severamente sino que lo obligaron a dejar el servicio militar. Sin embargo, cumplió completamente con su deber para con el ejército.
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