Una ficción desbordada
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Giancarlo Cappello. Una ficción desbordada
Índice
TEASER. A modo de introducción
EPISODIO I. El estatuto audiovisual
1. El diseño clásico
2. El Paradigma
3. La estructura reparadora
4. La estructura mítica
5. Los héroes cansados de la modernidad
6. La estructura cuestionada
7. Una narrativa distinta
EPISODIO II. Narrar en la hipertelevisión
1. La impronta digital
2. Transformaciones de la pantalla chica
3. Todas las pantallas, todas las historias
4. La ficción televisiva
5. Prestigio, riesgo y empresa: los parámetros del nuevo drama
6. La calidad como género
7. La historia no es una, ni es de uno: el nuevo telespectador5
EPISODIO III. Una ficción desbordada
1. La suspensión del placer
2. La serialización de la serie
3. La elasticidad del tiempo
4. Usos del reloj y los espejos
5. Narradores, perspectivas y trampas
6. Introspección y asimilación de materia
7. Los héroes malvados
8. La cinematografización televisiva
9. Textos y trasvases
10. Hipernarración
11. La expansión del relato
12. Teleseries y fans: una love story
SEASON FINALE. Una poética manierista
Referencias bibliográficas
Referencias audiovisuales
Aplicaciones y sitios web de interés
Отрывок из книги
Una ficción desbordada. Narrativa y teleseries
Giancarlo Cappello
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Aplicaciones y sitios web de interés
Pensemos en Ladri di biciclette (De Sica, 1948). Antonio Ricci es víctima del robo de su bicicleta y debe recuperarla para no perder el trabajo que apenas les da de comer a él y a su hijo. Tras denodados esfuerzos, algunos ridículos como consultar una vidente, reconoce su bicicleta y trata de recuperarla, pero los compinches del ladrón se lo impiden. Antonio recurre a la policía, pero esta no puede hacer nada sin testigos del robo. Al final del día, cuando regresa a casa con su hijo, derrotado, ve una bicicleta que nadie custodia e intenta robarla, pero la gente lo descubre y quiere castigarlo. Solo el llanto de su hijo consigue disuadirlos y Antonio regresa a casa, sin bicicleta y sin honra, convertido en un ladrón. El mundo que narra De Sica es tan estremecedoramente real que nada se reduce a ser un objeto o un símbolo, de manera que sea fácil emitir un juicio moral, sino que más bien invita a dar un salto hacia la realidad de los personajes y vivir junto a ellos. Lo que Aristóteles llamaba pensamiento aquí se organiza en otra clave, de manera que el éthos y el juicio crítico del carácter hay que buscarlos entre los espectadores, no en la película.
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