Отрывок из книги
AINHOA GONZÁLEZ DE ALAIZA Y GUILLE BLANC
ANTEQUERA 2022
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Su madre había tenido una sombrerería que ocupaba parte de los bajos de la casa, asomando a una de las calles más concurridas del centro. Bitia entró con el cuaderno en la mano. Fue imaginando el lugar, basándose en sus pinturas. Entonces alguien tocó en una de las ventanas que daban a la calle. Era Barak. Le dejó entrar.
Le mostró los bocetos y las ideas que había ido teniendo aquel invierno. Caminaban y ella no dejaba de hablar, él la miraba andar de un lado para otro; pequeña, grácil. Le recordaba a una bailarina. Cuando acabaron ella le preguntó:
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