Отрывок из книги
You may say I’m a dreamer
But I’m not the only one
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Después de observar por unos cinco minutos, el comandante dejó reposar los prismáticos sobre su pecho y con desgano, dijo: “Estarán con frío los del buque, se alejan de nosotros, no deben haber visto nuestras bengalas”. Y fue entonces cuando la depresión generalizada cayó sobre todos nosotros, como toneladas de rocas gigantescas, cuando comprobamos que éramos abandonados a nuestro destino en el gélido Atlántico Sur.
Desde temprano el mar se mantuvo picado pero estable, aunque estábamos preparados para que se desencadenara una tormenta en cualquier momento. Hacia el mediodía, el comandante repartió unos caramelos del equipamiento de supervivencia de la balsa y un poco de agua desalinizada que habían logrado obtener en un pequeño recipiente. Se comenzaron a notar entonces, los primeros síntomas de una intoxicación, por la incapacidad de orinar debido al terrible frío. Esto se manifestaba en fuertes dolores en los riñones de casi todos los náufragos. Algunos de ellos, con mucho esfuerzo, lograron orinar en bolsitas de plástico, que luego utilizaron como calentadores fugaces para sus manos entumecidas.
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