El que susurra en la oscuridad
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H. P. Lovecraft. El que susurra en la oscuridad
El que susurra en la oscuridad
Índice
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
Отрывок из книги
El que susurra en la oscuridad (1930) H. P. Lovecraft
Editorial Cõ
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No obstante que, según las más antiguas leyendas, aquellas criaturas sólo atacaban a quienes violaban su intimidad, había relatos posteriores que dejaban constancia de su curiosidad respecto de los hombres y de sus tentativas por establecer avanzadillas secretas en el mundo de los seres humanos. Circulaban historias de extrañas huellas de zarpas vistas en las proximidades de las ventanas de alguna solitaria granja al despuntar el día y de alguna que otra desaparición en comarcas alejadas de los núcleos que se hallaban, evidentemente, bajo los efectos del hechizo. Historias, por lo demás, de susurrantes voces imitadoras del lenguaje humano que hacían sorprendentes ofrecimientos a los solitarios viajeros que se aventuraban por caminos y senderos abiertos en los frondosos bosques, y de niños aterrorizados por cosas vistas u oídas en los mismos linderos del bosque. En la etapa final de las leyendas —la inmediatamente anterior al declinar de la superstición y al abandono de los temidos lugares—, se encuentran sorprendentes referencias a ermitaños y solitarios colonos que en algún momento de su vida parecieron experimentar un repulsivo cambio de actitud mental, por lo que se les rehuía y rumoraba de ellos que se habían vendido a aquellos extraños seres. En uno de los condados del noreste, parece que hacia 1800, estuvo de moda acusar a todas aquellas personas que llevaban una vida retraída o excéntrica de ser aliados o representantes de las detestables criaturas.
Por lo que se refiere a la naturaleza de aquellos seres, las posibles explicaciones diferían sobremanera. Por lo general, se les designaba con el nombre de “aquellos” o “los antiguos”, aunque otras denominaciones tuvieron un uso local y transitorio. Es muy posible que el grueso de los colonos puritanos viera en ellos, lisa y llanamente, a la parentela del diablo, hasta el punto de hacer de aquellos seres el fundamento de una especulación teológica inspirada en el terror. Quienes tenían sangre celta en sus venas —sobre todo el elemento escocés-irlandés de New Hampshire y sus descendientes asentados en Vermont gracias a los privilegios otorgados a los colonos en tiempos del gobernador Wentworth— los relacionaban con los genios malignos y con los “faunos”, que habitaban en las tierras pantanosas y en las fortificaciones orográficas, y se protegían de ellos por medio de fórmulas mágicas transmitidas de generación en generación. Sin embargo, las teorías más fantásticas eran, con gran diferencia, las de los indios. Si bien las leyendas diferían según las tribus, había una acusada tendencia a creer en ciertos rasgos característicos, y estaban unánimemente de acuerdo en que aquellas criaturas no pertenecían a este mundo.
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