Olvidada durante décadas, el reciente avance del movimiento feminista obliga a recuperar la figura y el pensamiento de la filósofa y escritora austríaca Helene von Druskowitz. Adalid del movimiento emancipatorio de las mujeres, Druskowitz mantuvo relación con algunos de los principales protagonistas literarios y filosóficos de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, como Rilke, Lou Andreas-Salomé y, sobre todo, Nietzsche, con quien mantendrá una breve relación de amistad, que terminaría con la ruptura entre ambos.Partidaria de un ateísmo radical, Druskowitz aparece también como una de las principales representantes del pesimismo filosófico. Una audaz síntesis de pesimismo y feminismo que, además de lanzar un terrible anatema contra nuestra cultura, busca superar la secular violencia ejercida por el varón ―al que define como una «maldición para el mundo»― contra la naturaleza y la mujer mediante la supresión de matrimonio, el antinatalismo y la separación tajante de ambos sexos.
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Helene von Druskowitz. Escritos sobre feminismo, ateísmo y pesimismo
Índice
Introducción. El feminismo pesimista de Helene von Druskowitz: vida y obra de un espíritu (más) libre
1. Trayectoria vital de Helene von Druskowitz: de joven prodigio a las tinieblas del psiquiátrico
2. La filosofía de Helene von Druskowitz: del optimismo ateísta radical a una fundamentación pesimista del feminismo
Bibliografía
PROPOSICIONES CARDINALES DEL PESIMISMO. UN VADEMÉCUM PARA LOS ESPÍRITUS MÁS LIBRES
I. No existe ningún Dios, en el sentido habitual de este término
II. El Principio Superior ha de concebirse solo platónicamente
III. La materia
IV. El hombre como imposibilidad lógica y ética y como maldición del mundo
V. Panel masculino
VI. Panel femenino
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Helene von Druskowitz
Escritos sobre feminismo,
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La mencionada superioridad hace que la mujer aparezca ante los ojos de Druskowitz como el único «ser humano» verdadero y como salvadora del mundo. Lo malo es que las féminas suelen ser víctimas de sus instintos descontrolados, lo que las hace infantiles, ingenuas e inmaduras ante los hombres, por lo que, para alcanzar plena madurez y autocontrol, deben ser educadas en un oficio libremente, al margen del mundo masculino, y, por supuesto, fuera de cualquier matrimonio. El feminismo debe dotarse de «brillo y esplendor» porque es el ideal de la época moderna. Si el hombre reconociese su caída, así como la evidente superioridad del sexo femenino, retornándole todos sus derechos, tanto ellas como ellos podrían emanciparse44.
Y llegamos, así, al verdadero punto clave: ¿en qué consiste esa pretendida superioridad femenina defendida por Druskowitz? Pues bien: nos encontramos con un nuevo paralelismo entre el pesimismo feminista de nuestra filósofa y la filosofía tanatofílica de Mainländer, que nos lleva a pensar en ella como en el alter ego femenino del filósofo suicida de Offenbach del Meno. Según A. Gudrun, Helene von Druskowitz sostiene que las mujeres constituyen la «verdadera humanidad» porque prefieren instintivamente el no-ser al ser, aunque este instinto femenino haya sido terriblemente reprimido. Frente a otras feministas, que basan su pensamiento en el culto a la madre y a la mujer como dadoras de vida, Druskowitz se alza contra el ciego y estúpido aumento de la población y atisba el destino filosófico de las mujeres en ser «guías en la muerte» [Führerinnen in den Tod], por cuanto proponen el «fin de los fines» [Endesende], a saber, «la extinción del hombre y la disolución de la humanidad».