7 mejores cuentos de Horacio Quiroga
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Horacio Quiroga. 7 mejores cuentos de Horacio Quiroga
El Autor
El vampiro
A la deriva
La cámara oscura
La gallina degolada
Nuestro primer cigarro
Tacuara-Mansión
Van-Houten
El almohadón de plumas
Sobre Tacet Books
Отрывок из книги
Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació el 31 de diciembre de 1878 en la ciudad uruguaya de Salto, en el norte del país, sobre el río Uruguay. Fue el segundo hijo del matrimonio de Prudencio Quiroga y Pastora Forteza. Por parte paterna descendía del caudillo riojano Facundo Quiroga. Su padre falleció cuando él contaba tan solo con dos meses, cuando, tras una jornada de caza, al bajar de la embarcación se le disparó accidentalmente la escopeta delante de su mejor amigo, que lo recibía con Horacio en los brazos. En 1891 la viuda se casó con Mario Barcos, que fue un buen padrastro con el chico pero sufrió un derrame cerebral en 1896 que lo dejó semiparalizado y mudo. Se suicidó disparándose en la boca con una escopeta manejada con el pie justo cuando Horacio, de 18 años, entraba en la habitación.
Hizo sus estudios en Montevideo, capital de Uruguay hasta terminar el colegio secundario. Estos estudios incluyeron formación técnica (Instituto Politécnico de Montevideo) y general (Colegio Nacional), y ya desde muy joven demostró interés por la literatura, la química, la fotografía, la mecánica, el ciclismo y la vida de campo. A esa temprana edad fundó la Sociedad de Ciclismo de Salto y viajó en bicicleta desde Salto hasta Paysandú (120 km).
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A principios de 1926 Quiroga volvió a Buenos Aires y alquiló una quinta en el partido suburbano de Vicente López. En la cúspide misma de su popularidad, una importante editorial le dedicó un homenaje, del que participaron, entre otros, figuras literarias como Arturo Capdevila, Baldomero Fernández Moreno, Benito Lynch, Juana de Ibarbourou, Armando Donoso y Luis Franco. Amante de la música clásica, Quiroga asistía con frecuencia a los conciertos de la Asociación Wagneriana, afición que alternó con la lectura incansable de textos técnicos y manuales sobre mecánica, física y artes manuales
Para 1927 Horacio había decidido criar y domesticar animales salvajes, mientras publicaba su nuevo libro de cuentos, quizá el mejor, Los desterrados. Pero el enamoradizo artista había fijado ya los ojos en la que sería su último y definitivo amor: María Elena Bravo, compañera de escuela de su hija Eglé, que sucumbió a sus reclamos y se casó con él en el curso de ese mismo año sin haber cumplido veinte años.
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