Historia de los abuelos que no tuve
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Ivan Jablonka. Historia de los abuelos que no tuve
Отрывок из книги
Ivan Jablonka
Historia de los abuelos
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Con ese reb pegado a su nombre, el “maestro” Shloyme Jablonka parece ser una figura en el pueblo, su piedad y erudición compensan de alguna manera su pobreza, sobre todo si su sauna-mikvé, pese a todos sus defectos, lo hace entrar en la esfera de lo sagrado, al igual que las ayudas del rabino Epstein (quien procede a la legitimación de Henya en 1935), los miembros de la Chevra Kedischa encargados de los ritos mortuorios, el matarife ritual, el chantre de la sinagoga, o el shul-klaper, quien todas las mañanas, a las seis, golpea las ventanas para llamar a los hombres a rezar. Imagino a Shloyme como un anciano con una aureola de luz, al mejor estilo Rembrandt, pero quizá es sordo y apesta.
Hoy en día, la cábala genera fantasías en un montón de gente, por ejemplo, la cantante Madonna. Me agrada pensar que la estrella planetaria quedaría impresionada frente a esos sabios solemnemente inclinados sobre sus libracos en una sala del fondo de la sinagoga, o en una choza a la luz de la vela, esos iniciados a los que en el shtetl llaman “gente de Khen”, hombres de la sabiduría oculta, que intentan revelar los secretos del universo. Para la ceremonia, los judíos se atan el tefilin al brazo dándole siete vueltas. ¿Por qué siete? Para los cabalistas, cada vuelta corresponde a una virtud heredada de Dios y encarnada en cada uno de los siete patriarcas de Israel: la bondad de Abraham, la sumisión de Isaac, la eternidad de Moisés, el respeto por toda criatura de Aarón, la paz de David, etc. El estudio del Zohar, el libro mayor de la cábala, está permitido después de los cuarenta años de edad, y siempre y cuando ya se conozca de memoria la Torah, la Guemará y los Profetas. Amantes de los símbolos y las metáforas, esos místicos son incansables a la hora de interpretar el Zohar, a fin de sumirse en estratos cada vez más profundos, cada vez más alejados de lo común, y acceder a la carcasa espiritual del universo (Scholem, 1998: 333 y sigs. ).
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