Los planes de Dios para su vida
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J. I. Packer. Los planes de Dios para su vida
CONTENIDO
PREFACIO
¡PELIGRO! TEÓLOGO TRABAJANDO. La intención de estos capítulos
EL PLAN DE DIOS. La tendencia cristiana básica
EL ENCUENTRO CON DIOS. La relación cristiana básica
LA RELIGIÓN DEL JACUZZI. Hacia una teología del placer
UN ESTILO DE VIDA CRISTIANO. Cómo regir nuestro trabajo, ocio, placer y tesoro
LA GUÍA. Cómo nos guía Dios
LA ALEGRÍA. Una disciplina desatendida
LAS ESCRITURAS Y LA SANTIFICACIÓN. Cómo la Biblia nos ayuda a ser santos
EL CAMINO DE LA TRANSFORMACIÓN. Qué significa seguir a Cristo
LA MALA SALUD. Los remedios y los tratamientos físicos
LA DESILUSIÓN, LA DESESPERACIÓN, LA DEPRESIÓN. Cómo toca el Gran Médico las mentes atribuladas
EL CONOCIMIENTO PROPIO. La identidad y la imagen de sí mismo
EL SENDERO DE PODER. Cómo tomar al Espíritu Santo en serio
REFLEXIONES SOBRE LA VIDA DE FE. El doble ánimo, la seriedad, el equilibrio, la muerte
LA REFORMA DE LA IGLESIA. La reorganización exterior y la renovación interior
NOTAS
Отрывок из книги
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR —, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
JEREMÍAS 29.II
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¿Nos ayuda esto a entender cómo es posible que las circunstancias adversas hallen un lugar en el plan de Dios para su pueblo? ¡Por cierto! Inunda de luz el problema, como lo demuestra el autor de Hebreos. A los cristianos que estaban cada vez más descorazonados y apáticos bajo la presión de los constantes inconvenientes y victimizaciones, les escribe: “Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirige: ‘Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.’ Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina?... Después de todo, aunque nuestros padres humanos nos disciplinaban, los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus, para que vivamos?... Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad. Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella” (Hebreos 12.5-11, citando el Proverbio 3.11-12, énfasis añadido).
Es sorprendente ver cómo este escritor, al igual que Pablo, equipara el “bien” del cristiano, no con la comodidad y la tranquilidad, sino con la santificación. El pasaje es tan claro que no necesita comentario alguno, sólo una frecuente lectura cada vez que nos resulte difícil creer que el duro trato de las circunstancias (o de nuestros hermanos cristianos) pueda ser la voluntad de Dios.
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