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En 1996 la revista norteamericana Social Text publicó un artículo del físico Alan Sokal titulado «Transgrediendo los límites: hacia una transformación hermenéutica de la gravedad cuántica». El texto acumulaba citas y paráfrasis sobre obras de intelectuales de gran prestigio internacional y fue saludado con entusiasmo por una parte considerable del ambiente académico. Sin embargo, el artículo escondía gruesos errores y absurdos científicos y epistemológicos que pasaron desapercibidos. Más tarde, Sokal reveló el engaño y publicó, con su colega Jean Bricmont, el libro Imposturas Intelectuales, para denunciar los abusos de vocabulario científico que algunos pensadores célebres cometen recurrentemente. La reacción no se hizo esperar: numerosos intelectuales -en su mayoría franceses- se mostraron indignados y tildaron a Sokal y a Bricmont de «policías del pensamiento», «gendarmes», «censores». Pero en general el nivel del debate se mantuvo bastante bajo. El filósofo Jacques Bouveresse -Profesor del Collège de France- instala su mirada crítica sobre el tema con un estilo riguroso y un sutil manejo de la ironía, e intenta llevar la discusión a fondo. El enfoque utilizado en Prodigios y Vértigos de la Analogía descubre el velo bajo el cual se presentan algunos análisis pretenciosos, en especial aquellos que remiten al Teorema de Gödel, y revela la frivolidad que se esconde detrás de numerosos discursos filosóficos contemporáneos.
"Cuando escribimos nuestro libro, tuvimos la secreta esperanza de que los filósofos profesionales y los historiadores intelectuales aprovecharan esta oportunidad para continuar desde donde habíamos dejado y agudizar nuestras críticas. El libro de Bouveresse ha satisfecho esta esperanza más allá de toda expectativa". (del prólogo de Alan Sokal y Jean Bricmont)
"Cuando escribimos nuestro libro, tuvimos la secreta esperanza de que los filósofos profesionales y los historiadores intelectuales aprovecharan esta oportunidad para continuar desde donde habíamos dejado y agudizar nuestras críticas. El libro de Bouveresse ha satisfecho esta esperanza más allá de toda expectativa". (del prólogo de Alan Sokal y Jean Bricmont)