Reducciones
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Jaime Luis Huenún. Reducciones
Los archivos de la niebla (notas para leer Reducciones de Jaime Luis Huenún)1
Entrada a Chauracahuin
Los viajes, las vigilias
Malocas
Che Sungún
Puente de las piedras tigres
Alonso de Ercilla parlamenta y fuma frente al levo alzado de Chauracahuin
Sermón en lengua de Chile (Luis de Valdivia, 1621)
Preguntas del misionero
Plática sobre la Muerte y el Infierno (Fray Antonio Hernández Calzada, 1843)
Dictado en sombras
Halconero
Fabla de Castilla
Fundaciones I
Fundaciones II
Coro de guerra
Huachihue
Ceremonia del amor
Fogón
Marera
Hortelana
Hermana
Purrún
Envío a Anahí
Sudario
Cuatro cantos funerarios
Canto I/Damiana
Canto II/Catriel
Canto III/Maish Kenzis
Canto IV/E 1867
Cisne de mí
Inche ta piupiukürüpel
Reducciones
Ül de Tripayan
Ceremonia de la muerte
Uno (Forrahue)
Dos (Misión de la Costa)
Tres (Cementerio de San Juan)
Cuatro (Loma de la Piedra)
Cinco (Punotro)
Seis (Campamento de Pampa Shilling)
Cisnes de Rauquemó
En el cementerio de San Juan
Parlamento de Huenteao en la Isla Pucatrihue
Nütram
Dibujo de monte (Cunco Chico)
Entierros
Huechantü
Umautulí
Ranchera para el silencio
En la Casa de Zulema Huaiquipán
Toda la luz bajo las aguas
Trumao
Emilio Maldonado, huesero y peregrino
Manuela Colipe Benavente
Sueños del kalku
Llamekan
Conversación en la casa del águila
Pewunhuentue
José María Huaiquipán cabalga en círculos sobre el río de los cielos
We Tripantu
Crónica de fin de invierno
Feria Libre de Rahue
Víctor Llanquilef empuja el bote ebrio al Río De Las Canoas
Vicente Treuquil contempla la primera luz en Isla Huapi
Lucho Llanquilef envía su última carta desde el Río de la Greda
Gladys Ancalaf entrega cuerpo y alma al turbio mar de las totoras
Jaime Mendoza Collío se pierde y canta en los bosques invisibles de Requém Pillán
Ül de Catrileo
Carta de los suelos
En la ruka de David
Testimonio
Notas sobre algunos poemas y sus fuentes
Las lenguas abuelas: eso es todo lo que queda en el tintero (Sobre Reducciones de Jaime Huenún) 1. La historia por boca de mi abuela
2. Las imágenes de la poesía en busca del alma perdida
3. Testimonio de las abuelas: seguiremos escribiendo poesía
Konumpa/Memoria
Índice
Отрывок из книги
A Elsa Maribel (el amor, el tiempo, la patria nómada).
A Mariel, Guillermo y Sebastián (los hijos que sostienen mi palabra).
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“Seguiremos escribiendo sobre abuelas”, nos notifica el poeta. Y cómo no, si de lo que se trata es justamente de escribir sobre abuelas y abuelos, porque de ellos, del recuerdo de su palabra, emana la fuerza iluminadora de la poesía, y de la poesía la potencia sanadora de una historia de oprobio y daño. De la remembranza de sus cotidianidades oscurecidas tanto tiempo por la niebla espesa de las injusticias mañosamente olvidadas, viene la raíz vital de una palabra poética cuyo sentido último es construir puentes de memoria que visibilicen a tantos y tantos que han sido arrojados a los territorios baldíos y desechables del “progreso” de la nación. Cotidianidades que por la poesía justamente dejan de ser olvido y se vuelven presencia constructora de un tiempo venidero en que la muerte no tendrá otro señorío que el que le otorga el orden natural de las cosas. Visión inagotable de una tierra reducida a población callampa en las ciudades de la República, a pequeñas parcelas pobres en los faldeos cordilleranos de San Juan de la Costa, a plantaciones de pino y eucalipto en tierras que cobijaron antiguos bosques en los que floreció el copihue aferrado con todos sus zarcillos al oloroso melí, reducida a poesía de los vencidos. Vencidos tal vez, mas no rendidos.
“Ya vendrán tiempos mejores / hermanito/ para izar los sangrados estandartes/ en llanuras y montañas/ liberadas por los pewma/ de la Banca y la Escritura” (“En la ruka de David”). Nótese que el poeta escribe “sangrados” y no “desangrados”. Nótese el valor liberador de los pewma mapuche. Nótese el reclamo por un nuevo orden que no sea el de la Banca y la Escritura, nuevo orden que no pase por encima de los cuerpos, las aguas, el cielo, el viento que mueve el árbol de la poesía. Reducciones “es un libro en crecimiento arbóreo”, sentencia Huenún. Habrá entonces que plantar este árbol en lo alto de las colinas de Quilacahuin para que desde sus ramajes en movimiento podamos otear el amplio horizonte de las cosas visibles, pero sobre todo el de las invisibles. No para arrasar con la iglesia o el colegio o el hospital básico de la Misión de Quilacahuin, como en su momento, y para inmensa desgracia de la humanidad, sí lo hicieron los españoles conquistadores en México, en Perú; como los estados nacionales, a su turno, igualmente hicieron y aun peor (recordemos el genocidio de la así llamada “Guerra del Desierto” en Argentina y su homóloga, la “Pacificación de la Araucanía” en Chile, o el exterminio de los indígenas de la Patagonia chilena en pleno siglo XX). Para que el árbol de la memoria y el conocimiento florezca para todos en todas las estaciones de todos los años. Y que no quede solo la imagen de un canelo polvoriento y moribundo que el poeta conociera en su infancia y que resultó ser uno que plantara Gabriela Mistral en la plaza de Osorno en 1938 en un gesto de homenaje a la gente morena que habitaba y aún habita un Chauracahuin de miserias.
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