Corría el mes de agosto del año 1992, y Perú, desde años atrás, se desangraba a causa de la violencia desatada por los grupos terroristas Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). Estos grupos, sometían a las ciudades y pueblos de provincia primero, y Lima después, con acciones diversas de terror. Inmersos en esa realidad, cuatro viajeros laborales recorrían una carretera de tierra y lodo; La Marginal de la Selva, en el Valle de Chanchamayo. En un escenario agreste, envolvente, y en presencia del río Perené, fueron emboscados. En un instante, se vieron rodeados de militantes del MRTA; y en pocas horas, ya se encontraban con ellos, en la cima de una montaña. Durante la tensión del cautiverio, no solo compartieron el enclave tropical, los alimentos y diversas vivencias. También, interactuaron, fueron testigos de su ideología, y la compleja visón de su realidad.
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Javier Hernan Rivera Novoa. El Jardín que no supimos cultivar
Índice
PRÓLOGO
CAPITULO I. BATALLA PERDIDA
CAPITULO II. VIBRANDO CON LA NATURALEZA
CAPITULO III. EMBOSCADOS EN LA CRUDA REALIDAD
CAPITULO IV. PEQUEÑA ESPERANZA
CAPITULO V. AMISTAD, BELLEZA Y DECEPCIÓN
CAPITULO VI. AL ENCUENTRO DE MARIPOSITO
CAPITULO VII. EL CALDO DE CULTIVO
CAPITULO VIII. LIBERTAD EN EL HORIZONTE
CAPITULO IX. CONVENIENTE MISIÓN
CAPÍTULO X. PAR DE SOÑADORES
CAPÍTULO XI. LA HABITACIÓN INADVERTIDA
CAPITULO XII. EN CASA
CAPITULO XIII. VOLVER AL EDÉN
CAPITULO XIV. EL GRUPITO
CAPÍTULO XV. GUERRERO SIN ARMAS
CAPITULO XVI. DEFINITIVO ADIÓS
CAPITULO XVII. BATALLÓN DE PAZ
GALERÍA
Отрывок из книги
Pasos matinales bañados por mar y arena...
sonrisas infantiles acogidas en el corazón...
.....
Eran aproximadamente las cuatro de la tarde, en el momento que dejaron atrás una vez más Pichanaqui y continuaron completamente relajados el camino de regreso. Jorge, se aisló un poco del grupo, y se dedicó a pensar en todo y en nada, mientras, miraba sin ver, el río que esta vez se encontraba a su derecha.
Cuando menos lo pensaron, intempestivamente desde la izquierda, bajaron veloces por la montaña, dos sujetos que habían estado protegidos por la tupida vegetación. Vestían, uniforme tipo militar, camuflado, uno de ellos portaba un arma y el otro una radio de comunicación.