Отрывок из книги
JOHN C. LENNOX
¿HA ENTERRADO LA CIENCIA A DIOS?
.....
Para empezar, Wilberforce no era un ignorante. Un mes después del histórico debate, publicó una revisión de 50 páginas del trabajo de Darwin (en Quarterly Review), que el propio Darwin consideró como «asombrosamente inteligente; selecciona hábilmente todos los elementos conjeturales, y resalta adecuadamente todas las dificultades. Me cuestiona brillantemente». En segundo lugar, Wilberforce no era oscurantista. Estaba decidido a que el debate no fuera entre ciencia y religión, sino entre científicos con razones científicas, intención que figura significativamente en su análisis posterior: «Hemos argumentado en contra de nuestras opiniones respectivas únicamente con razones científicas. Lo hemos hecho así por nuestra firme convicción de que no hay otro modo de probar la verdad o falsedad de los argumentos aportados. No simpatizamos con quienes se oponen a cualquier hecho o posible hecho natural, o a cualquier inferencia deducida lógicamente de ellos, porque creen que contradicen lo que les parece enseñado por la revelación. Creemos que tales objeciones muestran cierta timidez, realmente incoherente con una fe firme y confiada»[29]. La solidez de tal afirmación puede sorprender a muchas personas que simplemente se han tragado el legendario relato del debate. Sería incluso excusable detectar en Wilberforce un espíritu afín al de Galileo.
Por otro lado, las objeciones a la teoría de Darwin no procedieron solamente del lado de la Iglesia: Sir Richard Owen, el anatomista más importante del momento (quien, por cierto, había sido consultado por Wilberforce), se opuso también a la teoría de Darwin, al igual que el eminente científico Lord Kelvin.
.....