La búsqueda del cine mexicano
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Jorge Ayala Blanco. La búsqueda del cine mexicano
Prólogo
I. ¿Qué pasó con la vieja generación?
Emilio Fernández. a) El amor trágico
b) Lo inmóvil vertiginoso
Alejandro Galindo. a) Telecomedias al carbón
Ismael Rodríguez. a) A Pedro Infante le sienta el luto
b) El excremento y la gracia
Roberto Gavaldón. a) El nacionalismo como rosa verbosa
b) El emblema inútil
c) Don Cantinflas mendiga afecto de nuez
II. Metamorfosis de Los temas y las series
La revolución. a) El alba de los probes
b) Un Zapata a la medida del régimen
c) La Revolución bien vale una viñeta
d) Hacia una autopsia revolucionaria
e) El crepúsculo de los machos
La añoranza porfiriana. a) El santoral poético
La familia. a) Las plantas carnívoras
b) La praxis del juego
La comedia ranchera. a) La comedia ranchera aberrante
b) La comedia ranchera hembrista
La provincia. a) La provincia urbanizada
b) El trópico entrañable
c) La miseria campesina
La ciudad. a) El neopopulismo citadino
b) El narcisismo de la bestialidad
c) La miseria urbana
La prostituta. a) La redención en el prostíbulo
b) Vírgenes rebeldes y sumisas
c) Las señoras del Pedregal
La violencia. a) Las leyes del suspenso
b) Elogio al chili-western
c) Las utopías del imperialismo
Los adolescentes. a) La debilidad mental
b) La comedia juvenil
c) La venganza de la momiza
Los indígenas. a) Los salvajes somos nosotros
b) El sueño ascensional
c) Sobre una geografía mágica
El horror. a) El reflejo espectral
b) El sacramento del miedo
III. Las cabezas cómicas
El Santo
El Piporro
Mauricio Garcés
El Águila Descalza
IV. El aire de los tiempos
Todo es posible en la ¿Pax?
Mi Olimpiada inolvidable
El movimiento estudiantil
Los presos políticos
El poder chicano
Los barbones idílicos
Broncas en Super 8
Los desmadrinados
El marginalismo como militancia
V. Las cabezas trocadas
Horror a quien horror merece
La estética de lo blandengue
La estética pánica y/o freak
La estética viscerosófica
La estética del prestigio ajeno
La estética de lo omiso
La estética del azote
La estética del santoral prócer
La estética del horror magioso
VI. Primeras armas
Elogio a la materia
Experiencias de tiempo en el vacío
Variaciones narcisistas
La nostalgia del vientre
Los santos lugares
Una odisea en el trasmundo
Bienaventurados los cínicos
Un Tlatelolco ecológico
La república de las mujeres
Los niveles de la anarquía
Los náufragos de la Ciudad Universitaria
¿Revolutio ludens?
El arte sextrangulado
Conclusión
Cine mexicano e ideología
Cine mexicano y conciencia de clase
Índice de nombres y de películas
Aviso legal
Отрывок из книги
La búsqueda del cine mexicano
Miradas en la Oscuridad
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Después de Remolino de pasiones, el cansancio de Galindo va a hacerse cada vez más notorio, y ello se traducirá en el proceso degenerativo de su estilo relator: descuidado, inerte, rutinario. Es el caso de Simplemente vivir (1970), otra adaptación de telenovela; menos folletinesca quejas anteriores, pero esterilizada; presentando los conflictos de dos viudos (David Reynoso y Chela Castro) que tratan de “rehacer sus vidas” mediante un nuevo matrimonio que estabilice afectivamente su confort clasemediero, aunque los hijos de cada uno de los cónyuges maduros (Valentín Trujillo y Claudia Martel) sean obstáculos para la felicidad; todo resuelto a base de buenos sentimientos y a golpes de comprensión paternal. Las películas que le siguen en orden cronológico ya estarán basadas en argumentos originales de Galindo, pero la óptica telenovelera ya la lleva su cine en la sangre.
Así ocurrirá en Verano ardiente (1970), adaptación expósita de Una tragedia americana de Dreisler, interpretada por Jorge Rivero como mercenario desmovilizado de la guerra de Vietnam (¡!), que trae de recuerdo de sus hazañas en el frente dos medallas purple heart en la maleta y una psicosis de flashes auditivos que lo va a ayudar enormemente en sus menesteres de arribismo social y para llegar al asesinato de sus competidores, antes de casarse con la rubia hija (Nadia Milton) del acogedor capitalista José Gálvez, aunque deba morir en una balacera de vértigo en la escena de la boda, oyendo las palabras del cura portavoz del mensaje de la cinta: la violencia engendra más violencia, hasta destruir a los violentos que creyeron que este subproducto de Cristo 70, sin el delirio melodramático de Remolino de pasiones, podría aclimatar al determinismo de la novela norteamericana de los veintes en un nivel superior al de la defensa de los valores más caducos de la familia burguesa y de la religión católica al servicio de la iniciativa privada; despojada de toda imaginación visual y hasta del repertorio de especímenes regiomontanos de Al rojo vivo de Gazcón, en cuya línea se inserta a pesar de su sermoneo oblicuamente antibélico.
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