Sobre Víctimas y Victimarios

Sobre Víctimas y Victimarios
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De víctimas y victimarios. Relatos de tiempos bárbaros.
"La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero no es, quizás, menos vano esforzarse por comprender el pasado si no se sabe nada del presente." – Marc Bloch.
Apelando a relatos cortos, Jorge Altieri narra hechos históricos que tuvieron lugar en ambas márgenes del Río de la Plata durante el período que abarcó nuestras guerras civiles en el siglo XIX. Algunos de los hombres y mujeres que dan vida a los mismos, probablemente sean conocidos por el lector, pero otros se presentarán a su consideración, tal vez por vez primera. La relación entre las víctimas y victimarios está signada por la tragedia y los vaivenes del destino. El hilo conductor de los relatos es la barbarie, la crueldad y el salvajismo. La forma de matar o morir no dejará a nadie imperturbable. Así, el autor pretende ofrecer a sus lectores una visión de la época, potente en su esencia, pero a la vez entretenida. En estas páginas escritas con estilo llano y directo no hay lugar para personajes de ficción sino de carne y hueso, tampoco se apela a una descripción almibarada de los hechos, por el contrario, hay violencia, sufrimiento, abuso y maltrato. Los ajustes de cuentas, no dejan lugar a dudas que, en esa época, la manera de hacer justicia era sumarísima, pragmática y carente de todo remordimiento. En pleno siglo XXI y pese a todos los esfuerzos por lograr la ansiada unión nacional, la Argentina se muestra tan dividida como hace doscientos años.

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Jorge Enrique Altieri. Sobre Víctimas y Victimarios

Sobre Víctimas y Victimarios

Introducción

CAPÍTULO I. Los bandos en las orillas

“La provincia de Santa Fe ya no tiene que perder, desde que tuvo la desgracia de ser invadida por unos ejércitos que parecía que venían de los mismos infiernos. Nos han privado de nuestras casas, porque las han quemado; de nuestras propiedades porque las han robado; de nuestras familias porque las han muerto por furor o por hambre.”4

“La dimensión clasista de la guerra civil hizo que las víctimas unitarias de los hermanos Aldao fueran habitualmente personajes de la clase alta y gobernante, por lo que sus muertes, destierros o prisiones tenían una repercusión mucho mayor, no sólo en su tiempo sino también en nuestra historia consagrada, que cuando el infortunio se abatía sobre anónimos gauchos federales que constituían la clase baja, bajo el poder de los caudillos locales que eran abatidos por los unitarios.” 5

Así fue que Sarmiento se erigió en ideólogo de un proyecto de unificación nacional para “eliminar la barbarie”. El plan se basaba en una intensa política educativa, en la inmigración selectiva y, principalmente, en una guerra contra los caudillos provincianos para exterminarlos. Paradójicamente, los verdugos seleccionados para llevar a cabo las campañas punitivas al interior del país no fueron argentinos sino extranjeros provenientes del Uruguay y colorados, tales como: Venancio Flores, Ambrosio Sandes y Wenceslao Paunero, por citar sólo algunos

“Se nos habla de gauchos...la lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos.” 6 “Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier número que sean” “Sandes ha marchado a San Luis... Si va, déjelo ir. Si mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor”. 7 “Córteles la cabeza y déjelas de muestra en el camino”. 8

CAPÍTULO II. Las formas del suplicio

Mirá, gaucho salvajón, que no pierdo la esperanza, y no es chanza, de hacerte probar qué cosa. es Tin tin y Refalosa

Ahora te diré cómo es. escuchá y no te asustés; que para ustedes es canto. más triste que un viernes santo

Unitario que agarramos. lo estiramos; o paradito nomás, por atrás, lo amarran los compañeros. por supuesto, mazorqueros, y ligao. con un maniador doblao, ya queda codo con codo. y desnudito ante todo ¡Salvajón!

Aquí empieza su aflición. Luego después a los pieses. un sobeo en tres dobleces. se le atraca, y queda como una estaca. lindamente asigurao, y parao. lo tenemos clamoriando; y como medio chanciando. lo pinchamos, y lo que grita, cantamos. la refalosa y tin tin, sin violín

Pero seguimos el son. en la vaina del latón, que asentamos. el cuchillo, y le tantiamos. con las uñas el cogote ¡Brinca el salvaje vilote. que da risa! Cuando algunos en camisa. se empiezan a revolcar, y a llorar, que es lo que más nos divierte; de igual suerte. que al Presidente le agrada, y larga la carcajada. de alegría, al oír la musiquería. y la broma que le damos. al salvaje que amarramos

Finalmente: cuando creemos conveniente, después que nos divertimos. grandemente, decidimos. que al salvaje. el resuello se le ataje; y a derechas. lo agarra uno de las mechas, mientras otro. lo sujeta como a potro. de las patas, que si se mueve es a gatas

Entretanto, nos clama por cuanto santo. tiene el cielo; pero ahi nomás por consuelo. a su queja: abajito de la oreja, con un puñal bien templao. y afilao, que se llama el quita penas, le atravesamos las venas. del pescuezo ¿Y qué se le hace con eso? larga sangre que es un gusto, y del susto. entra a revolver los ojos

¡Ah, hombres flojos! hemos visto algunos de éstos. que se muerden y hacen gestos, y visajes. que se pelan los salvajes, largando tamaña lengua; y entre nosotros no es mengua. el besarlo, para medio contentarlo

¡Qué jarana! nos reímos de buena gana. y muy mucho, de ver que hasta les da chucho; y entonces lo desatamos. y soltamos; y lo sabemos parar. para verlo refalar ¡en la sangre! hasta que le da un calambre. Y se cai a patalear, y a temblar. muy fiero, hasta que se estira. el salvaje; y, lo que espira, le sacamos. una lonja que apreciamos. el sobarla, y de manea gastarla. De ahí se le cortan orejas, barba, patilla y cejas; y pelao. lo dejamos arrumbao, para que engorde algún chancho, o carancho. X. Conque ya ves, Salvajón; nadita te ha de pasar. después de hacerte gritar: ¡Viva la Federación!

“La parte preferida del cuero para confeccionar una manea es la de la porción anterior del animal, especialmente la cabeza y, de ella, la parte correspondiente a las quijadas, la que circunda las astas y la del cuello (porque el material es grueso, de fibras entrecruzadas y dificultosamente se raja en la porción donde se ha practicado el ojal) Las maneas se confeccionan con cuero (las hay de vacuno, de yeguarizo, de porcino, de anta, de ciervo, etcétera) como así también con cerda, con lana, etcétera. Las de lujo suelen ser de pura plata, con adornos (argollas, pasadores y bombas) de ese metal o de alpaca, a los que suele agregarse pequeñas dosis de oro. A estos materiales debo añadir la piel humana. Sí, la piel del indio o del cristiano vencido en la lucha, en la llamada guerra del malón o en los combates intestinos entre fuerzas que pertenecían a distintos sectores políticos o partidarios.” 10

“Obligado el reo a sentarse, se encogía sobre si mismo como un feto en el vientre materno, atados la cabeza y los brazos entre los muslos y apretados estos al cuello. Luego se envolvía a la víctima en un cuero fresco de vaca, que se cosía cuidadosamente, y se colocaba este ovillo de carne humana cerca de una gran fogata. El fuego secaba el cuero prontamente. e Ibarra, sentado frente de aquel ejemplo, deleitábase escuchando el crujido de los cueros y el estallido de las vértebras.” 11

CAPITULO III. Juan José, José Miguel y Luis Florentino

“El gobierno de Buenos Aires, mantuvo oficialmente su estricta neutralidad respecto de los partidos que dividían la revolución de Chile, en la realidad no lo era, ya que, a través de su delegado en Santiago, don Bernardo Vera y Pintado, se informaba del estado interno de la situación del país y éste aludía a los Carrera como los gestores de la guerra civil en la que se encontraba Chile frente al enemigo común, culpándolo de esta forma, de la pérdida de la causa por su atolondramiento, arrogancia y nepotismo.” 12

“Los imponderables males que hemos sufrido todos, han tenido su origen en la ambiciosas miras de estos jóvenes audaces. Su existencia es incompatible con la seguridad, buen éxito y tranquilidad del Estado, y ya no es posible tolerarlos por más tiempo. Es de rigorosa justicia un ejemplar castigo en ellos y en todos los demás que hayan cooperado con sus detestables designios”. 13

“Pide permiso para visitar a tu marido en Mendoza, vente trayendo cuatro mil pesos para comprar por el precio que puedas un oficial de los guardias, que los porteños se compran como carneros, y hazlo jugar. Trae agua fuerte y sierras para cortar las chavetas de los grillos… Hazte, en este caso, más digna y más amable que lo eres. Imita a madame Lavalette…”. 14

“Ayer a las 5 de la tarde fueron pasados por las armas en la forma ordinaria, don Juan José y don Luis Carrera, a consecuencia del fallo definitivo que pronuncié en la causa que les he seguido por conspiración y atentado contra el orden y las autoridades constituidas, habiendo perdido antes el dictamen de dos letrados, que tuvieron presente el mérito del Proceso y circunstancias extraordinarias de que instruirá a U.E. el adjunto manifiesto que acabo de publicar, para satisfacción mía y de los que se interesen, tanto en la tranquilidad pública, como en la imparcial administración de justicia. La influencia que puede tener este suceso sobre las circunstancias políticas de ese país, me mueve a comunicarlo a U.E. con la brevedad posible, y espero que el orden público de ambos Estados quedará asegurado por el temor que debe imponer a los turbulentos este ejemplar castigo”. 15

2 de diciembre de 1820 “Ayer a las 12 de la mañana llegué al campo de los indios, compuesto como de dos mil, enteramente resueltos a avanzar a los guardias de Buenos Aires, para saquearlas, para quemarlas, tomar las familias y arrear las haciendas. En mi situación no puedo prescindir de acompañarlos al SALTO, que será atacado mañana al amanecer. De allí volveremos para seguir a los Toldos, en donde estableceré mi cuartel para dirigir mis operaciones como convenga. El paso mañana me consterna y más que todo, que se sepa que yo voy, pero atribúyase, por los imparciales, a la cruel persecución del infernal complot”. - General José Miguel Carrera Verdugo. 3 de diciembre de 1820

“Las macizas puertas del templo, han cedido ante las fuertes ancas de los furiosos caballos; los pobres refugiados ven llegar su fin: gritos de espanto, llantos convulsivos, desesperación y horror. “Allí estaba la parte más codiciada del botín, que es la mujer, porque la gloria del salvaje de la pampa, se cuenta por el número de los hijos que éstas le dan

4 de diciembre de 1820 “Ayer, mi Mercedes, tomé el Salto, sin querer: mi objeto era sacar ganado y el de los indios saquear e incendiar el pueblo. Avanzamos y mandé la primera compañía, con orden de tirar al aire y huir de las primeras calles como aterrados, para que los indios desistiesen de su empresa. Así se habría logrado, pero los soldados, animados por el pillaje, se apoderaron de la plaza con intrepidez, y los indios, contra sus promesas, hicieron tolderías en la Iglesia, en las casas y en las familias. Me vi obligado a contenerlos en partes y aún estuve resuelto a batirlos si no cedían. Por la fuerza, por el robo y por intrigas, les quité casi todas las prisioneras y las volví con un escolta. He comprado por 20 vacas, la hija de un honrado poblador y al instante la mandé y una chica muy bonita, como Javierita, con quien dormí anoche porque estaba desnuda al frío”… ¡Pleno verano!. Carta del General José Miguel Carrera Verdugo a su esposa. 20

“El comandante del Fuerte de Areco D. Hipólito Delgado en oficio datado hoy me dice lo que sigue, acaba de llegar a este punto el cura del Salto, don Manuel Cabral, don Blas Represa, don Andrés Macaruci, don Diego Barrutti, don Pedro Canoso, y otros varios, que es imponderable cuando han presenciado en la escena de entrada de los indios al Salto, cuyo caudillo es don José Miguel Carrera, y varios oficiales chilenos con alguna gente, con los cuales han hablado estos vecinos, que en la torre se han escapado. Han llevado como trescientas almas de mujeres, criaturas que sacándolas de la iglesia robando rotos los vasos sagrados, sin respetar el copón con las formas sagradas, ni dejarles como pitar un cigarro en todo el pueblo, incendiando muchas casas, y luego se retiraron tomando el camino de la guardia de Rojas; pero ya se dice que anoche han vuelto a entrar al Salto… Es cuanto tengo que informar a V.S. previniéndole, que se dice, que es tanta la hacienda que llevan, que todos ellos no son capaces de arrearla… Dios guarde a V.S. muchos años. Guardia de Luján – Manuel Correa”. 21. 6 de diciembre de 1820

“Todos estos males causados a este triste pueblo, lo ha originado el maldito monstruo que vomito Chile, José Miguel Carrera, que no pudiendo atajar el que se hiciera la paz con Santa Fe y Buenos Aires, se apartó con 200 hombres de tropas chiles que tenia de su mando, se internó a los indios, a los que indujo y con ellos se internó a hostilizar nuestras campañas; propia determinación de un desesperado” “He aquí, mis compatriotas, los últimos y extremosos excesos, que acaba de cometer el horrible monstruo, que abortó la América para su desgracia. No necesito exagerarlos para irritar todo el furor de vuestra cólera contra ese funesto parricida, que no ha pisado un palmo de tierra, donde no haya dejado espantosos vestigios de sus crímenes; crímenes atroces, que han costado las lágrimas, la sangre, y la desolación de la patria. José Miguel Carrera, ese hombre depravado, ese genio del mal, esa furia bostezada por el infierno mismo es el autor de tamaños desastres. Ese traidor, que entregó a su patria en manos del cobarde Osorio, abandonando la defensa del heroico Chile, por atender su venganza; que, después de haber saqueado los caudales públicos y particulares de aquel estado, emigró a nuestro territorio en busca de un asilo, que nos ha sido tan ominoso; que introdujo la discordia en nuestras provincias; que tentó conspiraciones; que encendió la guerra civil con toda clases de maldades, intrigas y perfidias; que profano nuestras leyes; que trastornó nuestro gobierno; que invadió nuestras campañas; que insulto con atrevimiento a nuestro pueblo; ese mismo facineroso es el que huyendo del solo nombre de la dichosa paz, que no puede sufrir su alma reprobada, ha elegido en su rabioso despecho la venganza de las fieras. Bárbaro, cien veces más bárbaro y ferino, que los salvages errantes del Sud, a quienes se ha asociado, acaba de invadir el pacifico pueblo del Salto en la forma inhumana y sacrílega, que habéis oído; y tengo por otros conductos noticias fidedignas, que hizo romper a punta de hacha las puertas de la iglesia, a donde se habían refugiado las familias indefensas, haciéndolas arrancar con mano de esos caribos del pie de los altares, sin que les valiesen sus lágrimas, y sus ruegos. Centenares de matronas honradas, de tímidas doncellas, de tiernos e inocentes niños, de ancianos achacosos han sido víctimas, o presas de ese hotentote desnaturalizado, de ese monstruo más rabioso, y feroz, que los que alimentan los espesos bosques de la Hircania.” 22. 7 de diciembre de 1820 “El 7 de diciembre tuvimos la fatal noticia de haber los indios pampas asaltado una madrugada las campañas de Lobos, Chascomús, Rojas y el pueblo del Salto, en donde después de haber robado los ganados y cuanto encontraron, hicieron las mayores iniquidades, matando hombres, mujeres y niños, que les eran inútiles, y llevándose como lo hicieron las mujeres jóvenes cautivas, en donde las tienen para ser pasto de sus brutales apetitos; particularmente en el pueblo del Salto, que después de haber robado cuanto encontraron, y dejado el pueblo asolado sin hombre alguno, porque todos huyeron, y los que quedaron fueron muertos, habiendo sido el número de estos 17, únicos que pudieron hallar, se dirigieron a la iglesia, adonde se habían refugiado y creían verse seguras; pero no les fue de defensa, y con despecho brutal echan a balazos las puertas, entran y sin misericordias, toman las mujeres con la más bárbara crueldad, y a golpes, sablazos, y tomadas por el pelo las montaban en ancas de sus caballos y las llevaron cautivas, dejando arrojadas muchas criaturas que quitaron a las madres, siendo su crueldad tal, que las que lloraban las hacían callar a latigazos; por cuya causa, susto y dolor hubo mujer que en la iglesia quedo muerta, que escena tan triste, y digna de llorarse con lágrimas de sangre; habiendo quedado los maridos sin esposas, los padres sin hijas y los hermanos sin hermanas, por haber sido cautivas de unas y otras más de trescientas.” 23

“Mendoza, Septiembre 3 de 1821. Vistos: Conformándose con el Consejo de Guerra y dictamen del auditor, he venido en confirmar la sentencia de muerte, del dicho Consejo, en consecuencia serán pasados por las armas los reos mencionados: brigadier don José Miguel Carrera, coronel don José María Benavente y el de la misma clase don Felipe Alvarez, en el término de 16 horas, que se les permite para sus disposiciones civiles y religiosas. – Tomás Godoy Cruz – Gobernador de Mendoza.”

CAPÍTULO IV. Francisco

“El día que marchamos sobre el Arroyo (Río) Seco - narra el autor, nos dirigimos a un paraje llamado San Francisco, donde acampamos, y allí amanecimos. Era éste un valle, entre un palmar y una cañada. Cuando aclaró el día, salió de entre el palmar una fuerte guerrilla con un escuadrón de protección, por el lado donde yo estaba. Inmediatamente pasé el parte al general (Ramírez), que estaba como a veinte cuadras de distancia con la poca fuerza que tenía; cuando estas guerrillas salieron del palmar, se vinieron sobre la vanguardia a mis órdenes cuyo número no alcanzaba al completo de un escuadrón; las cargué, derrotando las guerrillas y arrollando la protección. “En ese momento salieron de entre los palmares dos fuertes divisiones, las cuales se interpusieron y me cortaron de modo que me impidieron la incorporación con el general. Estas fuerzas se fueron sobre él, mientras que tres escuadrones se vinieron sobre mí y empezaron a perseguirme; pero yo siempre logré sostenerme en mi retirada, sin que consiguiesen deshacerme, cruzando un algarrobal ya no me quedaban sino cincuenta y tantos hombres. Entretanto, yo no podía saber cuál había sido la suerte del general, cuando se me presentó un soldado de su escolta y, acercándose a mí, me dijo; “Comandante, póngase a la cabeza de la fuerza, que a nuestro general lo han muerto”. La persecución sobre mí cesó desde que yo me interné en el algarrobaI. En seguida aparecieron cuatro soldados más de los nuestros, que traían a la mujer que acompañaba al general, a la que habían salvado de entre los enemigos” “Respecto de lo que se dijo, que la muerte del General Ramírez fue por salvar a la mujer que lo acompañaba, es incierto: porque, después de deshecho, cuando se retiraba con seis u ocho hombres buscando mi incorporación, lo persiguió una mitad de tiradores al mando de un oficial porteño que, siendo su ayudante, lo había traicionado pasándose al enemigo. Conociéndolo el general, les dijo a los pocos hombres que le acompañaban “Volvamos cara y carguemos a ese pícaro traidor que nos viene persiguiendo”. Así fue, pero en la carga que les dio, los perseguidores hicieron una descarga resultando él solo herido y como a las dos cuadras de distancia cayó del caballo. Esta fue la declaración de los soldados del piquete que lo acompañaban, información que resultó exacta”.25

CAPÍTULO V. Manuel

“Señor presidente, señores representantes: Vuestros votos me han llamado a un honroso pero arduo destino. Mas si algo tiene para mí de lisonjero es porque con él viene envuelta la feliz reorganización de nuestra provincia. Mi primer deber, y en consonancia con mis sentimientos, es felicitaros por tan próspero suceso. La confianza, señores, con que se me distingue es de tan gran peso que yo no me descargaré de ella, sino consagrando mis escasas luces y aún mi propia existencia a la conservación y aumento de nuestras instituciones, y al respeto y seguridad de las libertades. Para arribar a tan altos fines, mis medios de acción serán: religiosa obediencia de las leyes, energía y actividad en el cumplimiento de ellas, y deferencia racional a los consejos de los buenos. Señores Representantes: Para separarme del puesto que me habéis encargado no sólo sería suficiente la sanción vuestra, sino que idólatra de la opinión pública, si no soy bastante feliz para obtenerla, no aumentaré mi desgracia empleando ni la fuerza para repelerla, ni la tenacidad e intriga para adormecerla. Resignaré gustoso un destino que no puede halagar al que se precia de recto, desde que el verdadero concepto público no secunde sus procedimientos. Nada más se puede exigir de mí: el resto es del resorte de la fortuna y de los mismos sucesos. Yo cuento con las luces y cooperación de los señores Representantes y espero la consonancia de todos los amantes del orden y prosperidad de nuestra Patria. Sin tal auxilio mis deseos serían estériles, mis esfuerzos impotentes. La época es terrible, la senda está sembrada de espinas. No es, pues, posible allanarla sin que cada cual concurra con el contingente de conocimientos y recursos contenidos en la esfera de su poder. Felizmente conozco demasiado el patriotismo y virtudes cívicas de todos mis conciudadanos para que ni por un instante pueda hacer lugar a una duda tan injuriosa. Animado con esta esperanza, entro a desempeñar el cargo con que habéis tenido a bien honrarme” 29

“Señor Ministro. En este momento he recibido una nota del teniente coronel de húsares don Bernardino Escribano, dándome parte de haber prendido al coronel Dorrego en las inmediaciones de Areco, y de conducirlo a este punto.. Saludo al señor ministro, repitiéndole mis asentimientos de aprecio”

“ …Cerca de las dos de la tarde hice detener el carro frente a la sala que ocupaba el general Lavalle, y desmontándome del caballo fui a decirle que acababa de llegar con el coronel Dorrego. El general se paseaba agitado a grandes pasos y al parecer sumido en una profunda meditación, y apenas oyó el anuncio de la llegada de Dorrego, me dijo estas palabras que aún resuenen en mis oídos después de cuarenta años: Vaya usted e intímele que dentro de una hora será fusilado. El coronel Dorrego había abierto la puerta del carruaje y me esperaba con inquietud. Me aproximé a él conmovido y le intimé la orden funesta de que era portador. Al oírla, el infeliz se dio un fuerte golpe en la frente, exclamando: ¡Santo Dios! - Amigo mío, me dijo entonces, proporcióneme papel y tintero y hágame llamar con urgencia al clérigo Castañer, mi deudo, al que quiero consultar en mis últimos momentos …. Como la hora funesta se aproximaba, el coronel Dorrego me llamó y me dio las cartas, una que todo el mundo conoce, para su esposa, y la otra de que yo solo conozco su contenido, para el gobernador de Santa Fe don Estanislao López. Ambas cartas se las presenté al general Lavalle, quien sin leerlas me las devolvió, ordenándome que entregase la dirigida a su señora y que a la otra no le diera dirección.” 31

“Navarro, Diciembre 13 de 1828. Sra. Doña Angela Baudrix. De mi mayor aprecio: Con el comisario D. Pedro Casarino, remito a disposición de Ud. unos apuntes que me entregó antes de morir mi desgraciado Compadre, para que los pusiera en manos de Ud. Lleva también una memoria que me encargó entregase a la hija menor, y unos tiradores para la mayor para que ambas piezas las conservasen en memoria de su Padre, y para Ud. su chaqueta, que me entregó pidiéndome la que yo tenía puesta para morir con ella. El poncho que también remito me dijo era de su hermano, el Sr. Don Luis, y otros encargos particulares que me hizo se los comunicaré a nuestras vistas. Yo compadezco a Ud. Señora y le acompaña en su sentimiento su atento S.S.Q.S.P.B. Gregorio Aráoz de Lamadrid”32

“SeñorMinistro: Participo al gobierno delegado que el coronel don Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden al frente de los regimientos que componen esta división. La historia, señor ministro, juzgará imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido o no morir; y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público. Quisiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires, que la muerte del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que pueda hacer en su obsequio. Saludo al señor ministro con toda atención.”33

CAPÍTULO VI. Federico

“Chascomús, Marzo 29 de 1829 – El coronel que suscribe pone en conocimiento del Señor Inspector General, jefe del estado mayor, que habiéndose reunido en el punto de Siasgo al señor coronel Rauch, en virtud de órdenes que tenía, marchó toda la fuerza en persecución de los bandidos que habían invadido el pueblo de Monte, y ayer a las 2 de la tarde fueron alcanzados, como cuatro leguas de la estancia de los Cerrillos, del otro lado del Salado, en el lugar llamado de las Vizcachas. Una y otra división se encontraron, y, cargándose, resultó flanqueada la nuestra por los indios, que ocupaban los dos costados del enemigo. Después del choque, cedió nuestra tropa a la superioridad que, en doble número, tenía aquél, y se dispersó a distintos rumbos; ignorando el que firma cuál habrá seguido el comandante general del Norte. Se me ha incorporado parte del regimiento de húsares con todos sus jefes, hallándose heridos el comandante Melián, el ayudante Schefer y el teniente Castro del regimiento 4. El señor coronel D. Nicolás Medina se infiere que es muerto; y no será posible detallar la pérdida que habrá resultado, por no saber si se ha reunido por otro rumbo a otro jefe. La pérdida del enemigo debe ser bastante. Me he replegado a este punto con 72 húsares y 48 coraceros del 4. En él pienso permanecer, y defender esta población, que tengo probabilidad de que va a ser atacada, y se halla en gran compromiso el vecindario que se declaró por el orden. El que suscribe saluda al Señor Inspector con su acostumbrada consideración. Anacleto Medina”.”37

Vicente Fidel López nos ha dejado del bravo jefe, un retrato lleno de vigor y color: “Rauch era un soldado prusiano insolente y engreído. No tenía más ideas, ni más maneras, ni más roce que el que podía haber adquirido en los campamentos del Vístula ó de la Selva Negra y sobre todo en los cuerpos de caballería de aquel tiempo entre quienes la palabra corta y dura, el gesto imperioso y brutal, la insensibilidad hosca y afectada convertida en segunda naturaleza, era el uniforme de un buen soldado … Era de formas robustas, alto y enhiesto; de pelo rojo y grueso; barbudo, la cabeza erguida, el bigote formidable; el ojo de un verde azulado y vago; caminaba a trancos firmes y bien sentados; tenía la fisonomía adusta, la nariz chata de los godos y de las razas teutónicas; el rostro encendido y granado que toma la tez de los campamentos militares; el gesto estereotipado, menospreciativo y duro “. 39

CAPÍTULO VII. Facundo

“Acabo de saber por uno de los prisioneros de Quiroga, que en la casa de la suegra o en la de la madre de aquel es efectivo el gran tapado de onzas que hay en los tirantes, más no está como me dijeron al principio, sino metido en una caladura que tienen los tirantes en el centro, por la parte de arriba y después ensamblados de un modo que no se conoce. Es preciso que en el momento haga usted en persona el reconocimiento, subiéndose usted mismo, y con un hacha los cale usted en toda su extensión de arriba, para ver si da con la huaca ésa que es considerable. Reservado: Si da usted con ello es preciso que no diga el número de onzas que son, y si lo dice al darme el parte, que sea después de haberme separado unas trescientas o más onzas. Después de tanto fregarse por la patria, no es regular ser zonzo cuando se encuentra ocasión de tocar una parte sin perjuicio de tercero, y cuando yo soy el descubridor y cuanto tengo es para servir a todo el mundo...” 45

“Usted dice, general, que han respetado las familias sin recordar la cadena que hizo arrastrar a mi anciana madre, y de que mi familia por mucha gracia fue desterrada a Chile como único medio de evitar que fuese a La Rioja, donde usted la reclamaba para mortificarla; mas yo me desatiendo de esto y no he trepidado e acceder a su solicitud, y esto, no por la protesta que usted me hace, sino porque no me parece justo afligir al inocente” “Es cierto que cuando tuve aviso que su señora se hallaba en este pueblo ordené fuese puesta en seguridad, y tan luego como mis ocupaciones me lo permitieron, le averigüé si sabia donde había usted dejado el dinero que me extrajo; y habiéndome contestado que nada sabía, fue puesta en libertad, sin haber sufrido más que seis días.” “No creo que su señora por si sola sea capaz de proporcionarse al seguridad necesaria en su tránsito, y es por eso que yo se la proporcionaré hasta la última distancia; y si no lo hago hasta el punto en que usted se halla, es porque temo que los individuos que le dé para su compañía, corran la misma suerte que Melián, conductor de los pliegos que dirigí al señor general Alvarado” 46

“Lo cierto fue que el 23 de mayo de 1831, los prisioneros fueron conducidos a la antigua plaza mayor - hoy Pedro del Castillo- y fueron fusilados sin aviso. Entre las víctimas se encontraban el comandante de milicias Mariano Arguello, los oficiales Gaspar Torres, Manuel Ortiz, Juan de Dios López, Ramón Ortiz y Miguel Ordóñez entre otros. Después de ejecutarlos sus cuerpos fueron enterrados en el cementerio de La Caridad.” 50 “Facundo, despues de vengar tan cruelmente a su Jeneral Villafañe, marchó a San Juan a preparar la espedicion sobre Tucuman. Al dia siguiente amanece en la plaza un banquillo de fusilar, de seis varas de largo. Facundo empieza a distribuir contribuciones a las señoras en defecto de sus maridos, padres o hermanos ausentes; i no son por eso ménos satisfactorios los resultados. Omito la relación de todos los acontecimientos de este período, que no dejarian escuchar los sollozos i gritos de las mujeres amenazadas de ir al banquillo i de ser azotadas; dos o tres fusilados, cuatro o cinco azotados, una u otra señora condenada a hacer de comer a los soldados.” 51

CAPÍTULO VIII. Más horca

“En 1826, Cuitiño renunció al cargo de Alcalde de Quilmes y posteriormente fue a combatir en la guerra con Brasil. Su radicación en la ciudad de Buenos Aires es por la época del gobierno de Manuel Dorrego, hombre del federalismo, cuyo asesinato por obra del unitario Lavalle en Navarro, preparó el terreno de Rosas, hombre de mano dura, capaz de imponer el orden por las buenas o por las malas”. 55

“Ese famoso decreto produjo dos resultados. El primero labró la fortuna de los acérrimos sostenedores de la monstruosa tiranía, y de la miseria en que yacían, pasaron á la opulencia, llegando el escandalo hasta ostentar las mujeres impúdicas de esos hombres menguados, las alhajas y otros objetos que eran de las familias á quienes se les aplicó el decreto. El segundo tuvo efectos opuestos; es decir de la opulencia en que vivían mis familias pasaron a la indijencia sin tener mas delito que no profesar las ideas de esa mentida federación, palabra que servía para esplotar con ella el fanatismo de unos y la conveniencia de otros.” 56

“Mientras la más-horca cumplía con infatigable celo y actividad las prescripciones de su instituto, los fusilamientos tenían lugar en la Cárcel Pública, Cuartel de Serenos, Guardia Argentina, Cuartel de Cuitiño, en la Cuna ó Cárcel de Deudores, y en el Batallón Libertad.”57

“La muerte por fusilamiento del coronel Ciriaco Cuitiño, el mazorquero de Rosas, junto a Leandro Antonio Alem, un 29 de diciembre de 1853, tuvo un significado que va más allá del mero castigo por los crímenes de que se lo acusaba. Tuvo una finalidad ejemplificadora, y puso de manifiesto la intención de los emigrados unitarios, que regresaron a Buenos Aires después de Caseros y se apoderaron del gobierno, de destruir todo vestigio del régimen rosista.” 61

CAPÍTULO IX. Mariano

CAPÍTULO X. Félix

“ … nunca logró dominar sus apetencias sexuales, su afición por la bebida ni su carácter violento, lo que lo llevó por caminos poco ortodoxos para un sacerdote, como que sólo dos años después de tomados los hábitos tuvo una hija con Concepción Pose del Castillo, de nombre Regina, la primera de una decena de vástagos de distintas madres que tendría a lo largo de su vida.”.67

“En uno de estos enviones fue que cayó prisionero el segundo general del ejército enemigo, el fraile Aldao. Me sería imposible describir la sensación que experimenté a su vista y los impulsos de que se vio combatido mi corazón. Triunfaron corno siempre, las ideas generosas, y concluí por decirle algo de consolante y entregarlo a mi ayudante Campero, para que lo condujese, tratándolo con consideración. Estaríamos ya a cuatro leguas de¡ campo de batalla cuando esto sucedió”. 72

“Su conflicto entre lo sagrado y lo secular fue puesto en papel cuando en 1837 dirigió una nota a Rosas pidiéndole se lo eximiera de sus obligaciones religiosas ya que, para sostener un destino “tan azaroso” como el de jefe de frontera con los indios le sería útil “si alcanzase la dispensación para poderme casar y tener una compañera en el desierto, poder testar y legitimar mis hijos”. Es que al pasar por La Rioja su deseo de macho había sido capturado por una bella y bravía mujer, Dolores Gómez, quien, a diferencia de “La limeña” lo acompañaría en sus correrías cabalgando a su lado. De allí en más el caudillo conviviría con ambas, divirtiéndose en fomentar sus celos.”73

CAPÍTULO XI. Juan Manuel

“La superabundante degradación llegó, el vaso rebosó su fetidez. La democracia bárbara, la soberanía numérica, la brutalidad moral exaltaron la encarnación más sombría de gaucho a una autocracia irresponsable. ¡Ah señores! Hay días en que los pueblos de nada dudan, sino de sí mismos; todo lo esperan menos de su derecho. Ese día pálido y vergonzoso ha brillado sobre esta sociedad conturbada por todos los infortunios, aún los más horrendos, el miedo y la abyección. La tiranía fue confirmada por el ignominioso plebiscito de 1835”. 75

“De todos modos, Rosas no era un sentimental. Por eso, pasado el mal rato, ordenó a su hermano Prudencio y a los oficiales Vicente González y Nicolás Granada, que procedieran a reprimir a los díscolos. Una semana después, la misión estaba cumplida. Su principal dirigente, Pedro Castelli, había sido capturado y su cabeza colgaba de una pica a la entrada de Dolores para que en el futuro los traidores supieran a qué atenerse. Las órdenes de Rosas fueron estrictas: ejecutar a Castelli y perdonarle la vida al resto de los dirigentes, aunque mandó expropiarles los campos, lo cual para muchos fue peor que la muerte. Los soldados fueron perdonados. Rosas sabía que con esa decisión se ganaba para siempre el corazón de las peonadas.” 77

CAPÍTULO XII. Don Frutos

“Pardejón no significa pardo. Este dictado se aplica a Rivera en otro sentido, que es el único que tiene. Es una expresión provincial que no designa el color del cutis de Rivera, sino sus cualidades morales de bandido, obstinado e incorregible. Se le dice “Pardejón”, no porque pardejón quiera decir pardo, pues el ser pardo no es afrenta y hay en América hombres muy distinguidos y beneméritos que son pardos, sino solamente por la ferocidad en que se asemeja RIVERA al “pardejón”, nombre que se le da al macho toruno que suele encontrarse en algunas crías de mulas tan malísimas y feroces que muerden y cortan el lazo, se vienen sobre él, y atropellan a mordiscones y patadas. Jamás se amansa, y si alguna vez llega a serlo, de repente traiciona y pega de patadas al jinete que lo larga, lo ensilla o monta. Siendo tan de malas mañas y tan traidoras, los paisanos de nuestra campaña, llaman “pardejón” a un hombre perverso y pérfido.”

“Sr. D. Franco. Ramírez. Montevideo, Junio 13 de 1820 Mi estimado amigo: Ayer recibí su carta del 31 por el Capitán D. Laureano Marques que sale ahora mismo con la presente. Hace dos días que escribí a usted instruyéndolo de mi actual situación, y al mismo tiempo, del estado de esta Provincia, indicándole lo interesante q. sería para esa y esta establecer relaciones de amistad y comercio para cuyo medio se ponía (sin comprometer a la que gobierna) en estado de reparar los males que ha causado la guerra. Todos los hombres, todos los Patriotas, deben sacrificarse hasta lograr destruir enteramente a Don José Artigas; los males que ha causado al sistema de Libertad e independencia, son demasiado conocidos para nuestra desgracia y parece escusado detenerse en comentarlos, cuando nombrando al monstruo parece que se recopilan. No tiene otro sistema Artigas, que el de desorden, fiereza y Despotismo; es escusado preguntarle cuál es el que sigue. Son muy, son muy marcados sus pasos, y la conducta actual que tiene con esa preciosa Provincia justifica sus miras y su Despecho. El suceso de Correa me ha sido sensible, y puedo asegurarle que todos han sentido generalmente que hubiese conseguido Artigas este pequeño triunfo. Yo espero y todos que usted lo repare, y para que usted conozca mi interés diré lo que he podido alcanzar en favor de usted de su excelencia el Señor Barón de la Laguna. Su excelencia apenas fue instruido por mi de sus deseos me contestó que había sido enviado por Su Majestad para proteger las legítimas autoridades, haciendo la guerra a los Anarquistas, en tal caso considera a Artigas, y como autoridad legítima de la provincia de Entre Ríos a usted, de consiguiente para llevar a efecto las intenciones de Su Majestad me previene, que avise a usted que estaban prontas sus tropas para auxiliarlo, y apoyarlo como le convenga, y para esto puede usted mandar un oficial de confianza, con credenciales bastantes al Rincón de las Gallinas, donde se hallará el General. Saldaña, con quien combinará el punto o puntos por donde le convenga hacer presentar fuerzas e igualmente la clase de movimientos que deben hacer. Usted persuádase que los deseos de Su Excelencia son que usted acabe con Artigas y para esto contribuirá con cuantos auxilios están en su Poder. Con respecto a que yo vaya a ayudarle, puedo asegurarle que lo conseguiré, advirtiéndole que debo alcanzar antes permiso Especial del Cuerpo Representativo de la Provincia para poder pasar a otra, mas tengo fundadas esperanzas en que todos los señores que componen este Cuerpo no se opondrán a sus deseos ni los míos cuando ellos sean ultimar al tirano de nuestra tierra. No deje usted de continuar dándonos sus noticias, mucho nos interesa la suerte de Entre Ríos; para que usted le asegure una paz sólida, todos estos señores, Su Excelencia el Señor Barón, y yo trabajaremos. En todos casos quiera contar con la amistad de su atento S.S.A, Q.B.S.M.. 80 (Fdo.) Fructuoso Rivera” 81

CAPÍTULO XIII. Jerónimo

“Habiendo desembarcado en el territorio del Estado un grupo de anarquistas, capitaneados por el cabecilla Jerónimo Costa, con el criminal objeto de atentar contra la autoridad constitucional del mismo, para suplantar a ésta la del terror y la barbarie que caducó con el triunfo de Caseros, y siendo necesario que el castigo de tan famosos criminales sigan inmediatamente a la aprehensión de los mismos, a fin de dejar sentado un saludable ejemplo para lo sucesivo y satisfecha la vindicta pública, que tan enérgicamente se ha pronunciado contra los mismos: 1°- Todos los individuos titulados jefes que hagan parte de los grupos anarquistas, capitaneados por el cabecilla Costa y fuesen capturados en armas, serán pasados por las armas inmediatamente al frente de la división o divisiones en campaña, previos los auxilios espirituales. 2° -Los de capitán inclusive abajo, serán remitidos con la seguridad conveniente a disposición del gobierno, para que tengan entrada en la cárcel pública, hasta nueva disposición, salvo que aquellos por circunstancias agravantes deban ser comprendidos en el artículo 1°, en cuyo caso, se ordenará lo conveniente. 3°- El Ministerio de Guerra y Marina queda encargado del cumplimiento de este Acuerdo, así como de hacerlo saber a los jefes de campaña”. “Se encargaba al ministerio de guerra - es decir a Mitre - el cumplimiento. Firmaron: Obligado, Alsina, Riestra y Mitre. Este último debió hacerlo con posterioridad (o aterioridad) porque se hallaba en el Norte batiendo a Flores”. 88

CAPÍTULO XIV. Gregorio

“Durante el gobierno del coronel La Madrid, se encontraron en San Antonio (paraje de la costa Alta en que nación Quiroga) varios tapados o entierros que éste había mandado hacer para ocultar dinero: en uno de ellos estaba el cuño de la Casa de Moneda y en los otros hasta la cantidad de 20.000 onzas de oro sellado, cantidad que más tarde fue reclamada por la familia Quiroga.” 101

“Prescindiré de censurar la terrible irregularidad con que se manejó el negocio de los entierros (tapados) de dinero de Quiroga, y el desgreño con que se expidió un caudal que en aquellas circunstancias y en esas pobres provincias era de cuantía. Según lo expresaba el general Quiroga, el dinero que por él fue suministrado pasaba de noventa mil pesos fuertes, mientras que lo que se me dio noticias por cartas particulares de los coroneles Lamadrid y Plaza, apenas llegaba a treinta y dos mil. Hasta ahora no había dado crédito a lo primero; mas a la vista de las revelaciones que nos hace la Memoria, creo cierta la aserción del general Quiroga.”

“Me viene Ud. ahora recomendando a su familia, como si yo necesitase de sus recomendaciones para haberla considerado como lo he hecho; agregando en dicha su carta, consideraciones que dice prestó la mía en San Juan, así como a mi señora madre en los Llanos, pero sin acordarse de la pesada cadena que hizo arrastrar a mi anciana madre en La Rioja... Mas yo me desentiendo de eso y no he trepidado un momento en acceder a su solicitud; y esto no por la protesta que usted hace, sino porque no me parece justo afligir al inocente.”“Usted sabe muy bien que tengo sobrada razón para no dar crédito a su palabra, pues tengo muy presentes las protestas que me hizo en el año veintisiete para que le allanase el camino y poder regresar al seno de su familia; lo hizo y no me pesa, aun cuando usted se haya portado del modo más perverso, que usted me hiciese la guerra y procurase mi exterminio, nada tenía de extraño, puesto que estábamos divididos en opinión, pero que usted me insultase fingiendo comunicaciones, son acciones propias de un alma baja.” “...yo pensaba no tomar parte en la guerra, después que fui batido, pero me ha podido decidir en abrazarla con más ardor la injusticia hecha a mi familia.” “Adiós, general, hasta que nos podamos juntar para que uno de los dos desaparezca, pues que esa es la resolución inalterable de su enemigo. Juan Facundo Quiroga”

“Cuento cuarenta y dos años de edad; tengo treinta y dos de servicios a la independencia americana y a la libertad argentina; asistí a ciento sesenta y cuatro combates y batallas, llevo en mi cuerpo diecinueve cicatrices de heridas que recibí peleando; he hecho soldados a mis hijos conformes han podido cargar una espada y uno de ellos ya es mártir por su patria. Estoy en tierra extranjera, cargado de familia, sin dinero y sin amparo. He aquí mis títulos para pedir a mis compatriotas pan para mi familia”. 102

CAPÍTULO XV. Manuel Ceferino

CAPÍTULO XVI. Ambrosio

Carte de Visite - Coronel Ambrosio Sandes - 1861. Daguerrotipo de Emil Manguel Du Mesnil

CAPÍTULO XVII. Chacho

“Mitre se propuso unificar al país. Lo hizo a través de diferentes medios. Creó una moneda nacional única (en algunas provincias se usaban hasta cuatro monedas distintas), un organismo nacional para que recaudara los impuestos en todo el país. Difundió la educación primaria y secundaria, lo que fomentó la unificación de la enseñanza según los contenidos y valores que le interesaba transmitir a la clase dirigente porteña. Finalmente, creó un ejército nacional que tuvo como primera misión reprimir los levantamientos populares del Chacho Peñaloza y Felipe Varela, que representaron la última resistencia del interior a la política de Buenos Aires. Sin embargo, las provincias continuaban sufriendo las consecuencias de una política que privilegiaba los intereses del puerto de Buenos Aires por sobre los del resto del país. La llegada masiva de productos importados terminó por liquidar lo poco que quedaba de las industrias locales. La desocupación era enorme y casi la única posibilidad de empleo la ofrecían los nuevos puestos de la administración nacional creada por Mitre.” 110

“Rioja, agosto 12 de 1864 – Excmo, capitán general Don Justo José de Urquiza, de mi singular respeto: Confiando en su reconocida prudencia, y carácter benévolo, me tomo la libertad de recomendar la atención de V. E., con la esperanza de que aliviará en algún tanto mis padecimientos en que la desgracia de la suerte me ha colocado, con la dolorosa pérdida de mi marido desgraciado, que la intriga, el perjurio y la traición, han hecho que desaparezca del modo más afrentoso, y sin piedad, dándole una muerte a usanza de turco, de hombres sin civilización, sin religión. Para castigo la muerte, era lo bastante, pero no despedazar a un hombre como lo hace un león, el pulso tiembla, señor general: haber presenciado y visto por mis propios ojos descuartizar a mi marido dejando en la orfandad a mi familia, y a mí en la última miseria, siendo yo la befa y ludibrio de los que antes recibieron de mi marido y de mí, todas las consideraciones y servicios que estaban a nuestros alcances. Me han quitado derechos de estancia, hacienda, menaje y todo cuanto hemos poseído los últimos restos me quitan por perjuicios que dicen haber inferido la gente que mandaba mi marido. Me exigen pruebas y documentos de haber tenido yo algo; me tomaron dos cargas de petacas por mandato del señor coronel Arredondo, donde estaban todos mis papeles, testamentos, hijuelas, donaciones y cuanto a mí me pertenecía “Se me volvió la ropa mía e vestir, de donde resultó que no tengo como acreditar ni de los dos mil pesos que V. E. tuvo a bien donarme, por hacerme gracias y de buena obra, por lo que suplico a V. E. se digne informar sobre esto al Juez de esta Ciudad, para que a cuenta de esto me deje parte del menaje de la casa, siquiera por esta cantidad que expreso “Lo pase bien, señor general, sea feliz y dichoso, que yo no cesaré en mis preces de encomendarle al Supremo Ser lo conserve por dilatados años al lado de su amable familia, con salud, prosperidad y dicha. Y no ofreciéndose otra cosa, soy de V. E. su affma. S. S. que le ofrece el más humilde acatamiento y las mejores consideraciones de aprecio y respeto. Q.B.L.M. de V.E. – Victoria Romero de Peñaloza”. 117

CAPÍTULO XVIII. Venancio

“El jefe brasileño dobla una calle y se encuentra con un oficial de Flores, el comandante Francisco Belén, acompañado de treinta hombres; éste se dirige al jefe brasileño e invocando el nombre del general Flores, le exige la entrega del general Gómez; éste se resiste, el otro insiste. El jefe brasileño le dice que el Barón es garantía de la capitulación, y por último le pide orden por escrito de Flores. En ese interín, llegó Goyo Suárez y a nombre del general Flores pide nuevamente la entrega del general Gómez y sus compañeros; el jefe brasileño los entrega. “Comandante Belén, recíbase Ud. de esos hombres – dice Goyo Suárez – Echan a andar y llegan a un portón de fierro. Belén da la vos de “Aquí nomás”. Por la parte de adentro de eso portón se ejecuta el terrible suplicio de la víctima ilustre...Lo estropean, lo desnudan y lo cosen a puñaladas. Uno de los Mujica (Eleuterio) le descarna la pera, estando aún vivo el general. Los compañeros siguen la misma suerte: reciben la muerte a puñaladas y balazos”. 120

“El 19 de Febrero, los blancos intentan una revolución: a la hora 14.00, Bernardo Berro asalta la Casa de Gobierno y el presidente Varela logra huir por el fondo. Otros grupos asaltan el Cabildo, el Cuartel de Dragones y el Fuerte de San José. Aparte de Berro, entre los conspiradores están Senén Freire, León Mendoza, Justino Jiménez de Aréchaga, Gervasio Berro, Avelino Berbot, el Coronel Bastarrica, Timoteo Aparicio, Tomás Pérez, Rafael Ocampo y Anacleto Medina en Entre Ríos.” 122

Cadáver del General Venancio Flores

Malditos los traidores. Maldita su memoria. Malditos los blasfemos de la historia. Que mal rayo los parta por el medio. Malditos los vendidos al Imperio

CAPÍTULO XIX. Justo José

“La victoria más espléndida, Excelentísimo Señor, ha coronado los patrióticos esfuerzos del fiel, moral y valiente ejército de mi mando. La batalla de Vences que recupera la oprimida Corrientes, que la reincorpora a la Confederación Argentina, que fija sus futuros destinos, que no volverá a ser más la presa del funesto bando Salvaje Unitario, que consolida la paz en toda la República, afianzando su régimen federativo, que ha destruido de un solo golpe el apoyo y la oculta política que aún conduce obstinada a la intervención extranjera, es un acontecimiento de inmenso alcance, que contribuirá eficazmente para que V.E. concluya esa grande obra que los argentinos hemos confiado a su alta capacidad y esclarecidas virtudes, para defender con gloria el honor nacional, y la independencia de la Confederación argentina; y por lo mismo dirijo a V.E. a mi nombre, y al de todo el ejército vencedor, las más cordiales entusiastas felicitaciones, que se dignará aceptar con la consideración y alta estima que le tributo. Dios guarde a V.E. muchos años. Justo J. de Urquiza.” 129. Curiosamente, el autor del parte describe la batalla y el comportamiento heroico de sus tropas pero nada dice de la masacre posterior.“También como en tantas otras batallas ganadas por los federales hubo enemigos sacrificados, aunque Urquiza solo se hizo responsable de una ejecución, la del comandante Carlos Paz (porteño ) que mandaba la artillería liberal, el general tenía encono con él porque varias veces le había prometido pasarse a sus filas y que no combatiría si se llegaba a la batalla, este realizo todo lo contrario y por eso Urquiza lo mando a fusilar, años después cuando Urquiza entraba triunfante luego de la batalla de Caseros a Buenos Aires desde el balcón de una casa unas mujeres lo abucheaban , eran la madre y las hermanas de este militar

“Porque así son, general, muchas de esas reputaciones que se han levantado al servicio de los caudillejos: terribles después de la derrota de sus enemigos. En Pago Largo, tres mil prisioneros degollados; en la India Muerta, ochocientos cuarenta; en Vences, quinientos; en Palermo, después de Caseros, doscientos. ¿Eran salvajes unitarios, eran traidores, eran bandidos? No, general, eran una cosa que no le ha pasado a S. E. todavía por la imaginación; eran hombres..., eran argentinos..., eran gauchos..., eran padres de familia, esposos, hijos, hermanos... eran, en fin, parte de la poquísima población de esos países que desolan ustedes, general, los caudillos, los gauchos; que son el cuchillo de los gauchos mismos que los elevan. Los salvajes unitarios no han introducido el exterminio y el degüello; usted es, desde Artigas, Quiroga, Rosas y Urquiza, el que más prisioneros ha degollado. Esto es histórico.”. 131

“¿Por qué mató, general, a Chilavert al día siguiente de la batalla, después de la conversación que tuvieron? Todo el ejército se quedó asombrado, sin saber por qué causa secreta, pues aparente no había, se deshacía de Chilavert. Muchos días después, contemplando con Mitre su cadáver desfigurado, “¿A quién habrá degollado el general en este pobre Chilavert?” me decía. “No sé por qué me parece, replicábale yo, que es al artillero científico, a fin de que su Pirán no tenga rival.” ¿Acertaba yo, general, en esta conjetura? ¿Qué singular y qué misteriosa coincidencia sería que los tres artilleros de la República, los generales Paz y Pirán y el coronel Mitre se encontrasen reunidos contra S. E.? Chilavert era el único que le quedaba para oponerles, por su habilidad y su valor. Acaso la sombra sangrienta de este infeliz se le presente, general, a ofrecerle sus servicios y preguntarle: “¿Por qué me hizo matar, siendo prisionero de guerra, militar de línea, sin ningún crimen, aunque se me tachasen debilidades? He servido a Rosas en la artillería, pero no en la mazorca, no en las expoliaciones” ¡Quién sabe, general, si ahora le pesa haber sacrificado un artillero! En los sitios, éstos pueden más que los caballos.” 132

“ … Estos soldados y oficiales, durante diez años carecieron del abrigo de un techo y nunca murmuraron !!. Comieron sólo carne asada en escaso fuego y nunca murmuraron !!. La pasión del amor, poderosa e indomable en el hombre como en el bruto, la que perpetúa la sociedad, estuvo comprimida diez años y nunca murmuraron !!!. La pasión de adquirir, como la de elevarse, no fue satisfecha en soldados ni oficiales subalternos por el saqueo, ni entretenida por un salario que llenase las más reducidas necesidades y nunca murmuraron !!. Los afectos familiares fueron extinguidos por la ausencia interminable. Los goces de las ciudades casi olvidados; todos los instintos humanos atormentados y nunca murmuraron !!. Matar y morir: he aquí la única facultad despierta en esta inmensa familia de bayonetas y de regimientos y sus miembros, separados por causas que ignoraban, del hombre que los tenía condenados a este oficio mortífero y a esta abnegación sin premio, sin elevación, sin término, tenían por él, por Rosas, una afección profunda, una veneración que disimulaban apenas ¿Qué era Rosas para estos hombres? O, más bien, ¿qué seres había hecho de los que llevó a sus filas, convirtiéndolos en máquinas indiferentes al sol, la lluvia, las privaciones, la intemperie, los estímulos de la carne, el instinto de mejorar, de elevarse, de adquirir y sólo activos para matar y recibir la muerte?. Y aun en la administración de la sangre había crueldades que no sólo eran para el enemigo. No había ni hospitales ni médicos. Poquísimos son los inválidos que se han salvado de entre estos soldados. Con la pierna o el brazo fracturados por las balas, iba al hoyo el cuerpo, atacado por la gangrena o las inflamaciones. ¿Qué era Rosas, pues, para estos hombres?, ¿qué sentimientos de lealtad y de amor a una causa les había inspirado?. Pasados muchos años, aún estas preguntas no han tenido respuesta: Qué fue Rosas para estos hombres?. Cuál fue la fuerza de la pasión que les inspiró?. Será cierto que el amor a la Patria, puede postergar cualquier otro sentimiento y que el hombre no ha sido capaz de comprender razones, que el corazón, si comprende?.” 134

“Sarmiento resuelve visitarle en San José para celebrar juntos el 18º aniversario de Caseros. A tal efecto y acompañado de brillante séquito se embarca en Buenos Aires a bordo del vapor de guerra Pavón y arriba al puerto de Concepción del Uruguay en la noche del 2 de febrero de 1870 desembarcando a la mañana siguiente. Urquiza y Sarmiento se abrazan en el puerto. El sentimiento provincialista sufre así un rudo y afrentoso golpe que lo hiere en lo más íntimo, pulverizando los últimos restos de su antigua devoción por Urquiza. Para colmo, Sarmiento, siempre dispuesto a provocar, tuvo el mal gusto de realizar el viaje a bordo de un vapor de guerra cuyo nombre Pavón significa una afrenta para los entrerrianos y para el general Urquiza en particular. El orgullo provincial fue menoscabado de esta manera y debió excitar los ánimos, harto preparados para la insurgencia.” 140

CAPÍTULO XX. Anacleto

CAPÍTULO XXI. Ricardo

“Simón Luengo ordenó a las 14 horas del 11 de abril de 1870 enfilar hacia el Palacio San José. López Jordán quería que a Urquiza se lo capturara vivo y, de acuerdo al testimonio posterior que brindó el capitán José María Mosqueira en el juicio que se le siguió, que lo llevaran ante su presencia.” 146

“Nicomedes Coronel, regresó a la República Oriental del Uruguay, presumiblemente ayudado por algunos viejos partidarios blancos. Coronel vivió el final de su carrera militar en el Plata, y sabiéndose perseguido y vituperado por propios y ajenos, decidió exiliarse en la zona de Río Grande do Sul, Brasil. Y fue allí, en la localidad de Saõ Gabriel, donde halló la muerte en noviembre de 1894 de forma natural. Según otra fuente, Nicomedes Coronel murió en San Juan Bautista, Brasil, en 1890. En 1872 la señora Justa Urquiza, que se había casado con el general Luis María Campos, al quedar como heredera de la Estancia “San Pedro”, lo primero que hace al tomar posesión de la misma es demoler la casa que habitó Nicomedes Coronel con su familia. En su lugar, hizo levantar una construcción de cuatro piezas o habitaciones que Justa Urquiza disfrutó hasta el final de sus días.” 149

CAPÍTULO XXII. Últimas páginas

General José Gregorio Suárez

Cronología de tiempos bárbaros

Observaciones

Bibliografía y fuentes consultadas. Capítulo i – los bandos en las orillas

CAPÍTULO II – LAS FORMAS DEL SUPLICIO

CAPÍTULO III – JUAN JOSÉ, JOSÉ MIGUEL Y LUIS FLORENTINO

CAPÍTULO IV – FRANCISCO

CAPÍTULO V – MANUEL

CAPÍTULO VI – FEDERICO

CAPÍTULO VII – FACUNDO

CAPÍTULO VIII – MÁS HORCA

CAPÍTULO IX – MARIANO

CAPÍTULO X – FÉLIX

CAPÍTULO XI – JUAN MANUEL

CAPÍTULO XII – DON FRUTOS

CAPÍTULO XIII – JERÓNIMO

CAPÍTULO XIV – GREGORIO

CAPÍTULO XV – MANUEL CEFERINO

CAPÍTULO XVI – AMBROSIO

CAPÍTULO XVII – CHACHO

CAPÍTULO XVIII – VENANCIO

CAPÍTULO XIX – JUSTO JOSÉ

CAPÍTULO XX – ANACLETO

CAPÍTULO XXI – RICARDO

CAPÍTULO XXII – ÚLTIMAS PÁGINAS

Imágenes. PORTADA

CAPÍTULO III – JUAN JOSÉ, JOSÉ MIGUEL Y LUIS FLORENTINO

CAPÍTULO IV – FRANCISCO

CAPÍTULO V – MANUEL

CAPÍTULO VI – FEDERICO

CAPÍTULO VII – FACUNDO

CAPÍTULO VIII – MÁS HORCA

CAPÍTULO IX – MARIANO

CAPÍTULO X – FÉLIX

CAPÍTULO XI – JUAN MANUEL

CAPÍTULO XII – DON FRUTOS

CAPÍTULO XIII – JERÓNIMO

CAPÍTULO XIV – GREGORIO

CAPÍTULO XV – MANUEL CEFERINO

CAPÍTULO XVI – AMBROSIO

CAPÍTULO XVII – CHACHO

CAPÍTULO XVIII – VENANCIO

CAPÍTULO XIX – JUSTO JOSÉ

CAPÍTULO XX – ANACLETO

CAPÍTULO XXI – RICARDO

CAPÍTULO XXII – ÚLTIMAS PÁGINAS

Perfil del autor

Sinopsis

Notas

Отрывок из книги

JORGE ENRIQUE ALTIERI

Alejandro, Jorge y Mariano por su sacrificio personal, apoyo incondicional, comprensión y paciencia.

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Se apreciaba una ofrenda de este tipo por tres razones: la primera, por ser un elemento que todo jinete usaba; en segundo lugar, por estar confeccionada con la piel de un enemigo ejecutado lo cual le otorgaba al destinatario del regalo una satisfacción adicional y, finalmente, por el simbolismo intrínseco que poseía, el opositor había sido inmovilizado, domado, de manera definitiva, del otrora potro “chúcaro” solo quedaban las mentas, el dueño de la manea era dueño de su cuero.

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