La arquitectura religiosa de la improvisación
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Jorge Martínez Pérez. La arquitectura religiosa de la improvisación
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Introducción
La visibilización arquitectónico-simbólica. Tipología de los centros de culto no católicos
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Respecto a los factores endógenos, incluimos la teoría del aporte energético, que nos muestra la fuerza, dinámica y vitalidad de un credo para reproducirse, en el más estricto sentido de la palabra, y multiplicarse gracias al quantum energético o energía humana destinada hacia el credo y sus actividades relacionadas. La energía de un sistema religioso puede determinarse por la cantidad de tiempo social y de tiempo cristalizado que sus miembros le aportan. El tiempo social designa el tiempo y trabajo socialmente disponibles para el sistema religioso, que incluye tanto la asistencia a los servicios como la participación de los miembros en las actividades organizacionales y de proselitismo; y el tiempo cristalizado hace referencia a la cantidad de recursos monetarios y/o en especie aportados por la feligresía, incluyendo los edificios y las instalaciones físicas. Un sistema religioso entra en crisis cuando el insumo de tales tiempos es inferior al requerido para su reproducción, y en auge cuando excede los mismos. De ello se deduce que, en los credos evangélicos, en general, el excedente en tiempo social les permite procesos expansivos mayores que en el credo católico. De hecho, una parte significativa de nuestro estudio de campo consistió en medir la fuerza de estos credos a partir de tales elementos.
En los postulados teóricos socioantropológicos, en general, nos remitimos a Montes y Martínez (2011). De acuerdo a quienes establecemos que el análisis que presentamos no es un compendio histórico ni aborda los sistemas doctrinales, rituales, litúrgicos ni morales de los credos en cuestión, sino que su enfoque es un análisis socioantropológico de las minorías religiosas y su presencia en las sociedades señaladas. Por religión, adoptamos la definición que Montes y Martínez (2011, 36) retoman de Martín Velasco, según la cual, el hecho religioso tiene cuatro elementos básicos: una referencia al ámbito de lo sagrado, que estructura la realidad humana en la dicotomía sagrado-profano, donde lo primero es lo perenne y definitivo y lo segundo perecedero. El segundo elemento refiere a lo divino, al Misterio, experimentado y concebido como realidad absoluta, trascendente, pero también íntima e inmanente. El tercero es una actitud religiosa ante el Misterio, producto de mezclar la experiencia de lo sagrado, el reconocimiento del Misterio y la búsqueda de la salvación en el mismo. El cuarto es la mediaticidad en que se presenta el Misterio y las expresiones de la actitud religiosa del sujeto. Las mediaciones son las hierofanías en las que el sujeto identifica y accede al Misterio, expresadas en espacios, tiempos, doctrinas, personajes y objetos sagrados.
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