Catacumba

Catacumba
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Описание книги

Privado de la luz del sol, sin el contacto de otras personas que no sean sus tres tías, y sin conocimiento del mundo exterior, así es la vida de Matías, un niño de siete años concebido bajo extrañas circunstancias, pues el amor que sus padres sentían se vio mancillado por una estela de maldad el día en que lo engendraron. Sus tías, más que como familiar, lo ven como carga con que deben lidiar tras la muerte de su hermana.
Pero ¿cuál es el motivo por el que Matías debe vivir encerrado? Poco a poco, el niño comienza a descubrir que sus tías ocultan cosas muy peculiares, que el misterio tras ellas proviene de un extraño libro que encierra el secreto de un linaje muy especial y, al mismo tiempo, algo macabro…
¿Será magia lo que estas mujeres ocultan, o será algún tipo de ocultismo pagano? ¿Cómo se relaciona esto con él? ¿Qué sucedería si lograra escapar? ¿Será la muerte el precio por su libertad?

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Jorge Rivas Tride. Catacumba

CATACUMBA

Jorge Rivas Tride

PRIMERA EDICIÓN. Diciembre 2020. Editado por Aguja Literaria. Noruega 6655, departamento 132. Las Condes - Santiago - Chile. Fono fijo: +56 227896753. E-Mail: agujaliteraria@gmail.com. Sitio web: www.agujaliteraria.com. Facebook: Aguja Literaria. Instagram @agujaliteraria. ISBN: 9789566039679. DERECHOS RESERVADOS. Nº inscripción: A-2264. Jorge Rivas Tride. Catacumba. Queda rigurosamente prohibida sin la autorización escrita del autor, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra. por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático. Los contenidos de los textos editados por Aguja Literaria son de la exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan el pensamiento de la Agencia. TAPAS. Fotografía del autor: Guillermo Marchant Rodríguez. Diseño: Rodrigo Acevedo Pinto

AGRADECIMIENTOS

Agradezco a la agencia Aguja Literaria por apoyarme durante el proceso de edición de mi obra, en especial a la editora Claudia Cuevas Moya, quien nuevamente fue un pilar fundamental en el proceso. También a los responsables de las imágenes: Rodrigo Acevedo Pinto, diseñador de la portada, quien logró plasmar la parte central de la obra con un trabajo espléndido. Jaime Marchant Rodríguez, por captar en su fotografía la imagen precisa que quería mostrar como autor en la portada

ÍNDICE

PRÓLOGO. CAPÍTULO I: Ahora sé (EL LOCO) CAPÍTULO II: Las Tías (EL MAGO) CAPÍTULO III: Enséñame (LA EMPERATRIZ) CAPÍTULO IV: Ana, la que Manda (EL EMPERADOR) CAPÍTULO V: Granadas y Narcisos (LA SUMA SACERDOTISA) CAPÍTULO VI: Aflora el Conocimiento (EL HIEROFANTE) CAPÍTULO VII: Angustia y Placer (LOS ENAMORADOS) CAPÍTULO VIII: Rabioso (EL CARRO) CAPÍTULO IX: El Inquisidor (LA JUSTICIA) CAPÍTULO X: Sublime (LA TEMPLANZA) CAPÍTULO XI: Persuasiva y Tenaz (LA FUERZA) CAPÍTULO XII: Regalo para un Solitario (EL ERMITAÑO) CAPÍTULO XIII: Una Nueva Alianza (LA RUEDA DE LA FORTUNA) CAPÍTULO XIV: Violeta, La Inocente (EL COLGADO) CAPÍTULO XV: Poderosa Mutación (LA MUERTE) CAPÍTULO XVI: Descubriendo el Horror (El DIABLO) CAPÍTULO XVII: La Verdad (LA TORRE) CAPÍTULO XVIII: La Llegada de un Amigo, Mateo (LA ESTRELLA) CAPÍTULO XIX: Dudas (LA LUNA) CAPÍTULO XX: Bella Luz de Divinidad (EL SOL) CAPÍTULO XXI: La Gran Cruz (El JUICIO) CAPÍTULO XXII: Ciclos Interminables (EL MUNDO) Epílogo

PRÓLOGO. La historia que usted leerá a continuación descansa sus bases conceptuales en la estructura del TAROT MÍTICO, oráculo que posee algunas pequeñas variaciones en el orden de los arcanos mayores con respecto a las otras barajas del tarot. De este modo, podemos transitar a través de una historia que se irá desarrollando a medida que los personajes se internen y vivan esos capítulos con la finalidad de que, al salir de ellos, los aprendizajes adquiridos les otorguen un mayor grado de madurez, aun cuando el formato de la novela no siga una cronología lineal

CAPÍTULO I: Ahora sé (EL LOCO) Valparaíso, Agosto de 1903 – EL PRESENTE. Ahora, que puedo ver el anaranjado atardecer a través de la empolvada ventana, pienso una y otra vez en el modo que llevo recordando mi primera y aterradora década de vida sumida entre las sombras y la ignorancia, donde solo conocía el exterior a través de las palabras y los dibujos cuyas imágenes quedaron impresas en mi mente hasta convertirse en una verdadera obsesión; obsesión que logró superar el respeto y el miedo que sentía hacia la persona más intimidante que jamás conocí a lo largo de mis noventa y un años de edad; y digo conocí, porque según los últimos diagnósticos médicos, para mí no habrán noventa y dos

Ταροτ Μ{τιχο. Desde que abrió los ojos, desde su recuerdo inicial, Matías solo tuvo contacto con sus tías. Vivió por mucho tiempo en completa oscuridad amparado solo por la trémula luz de un candelabro que se paseaba al compás de sus sostenedoras. De ese irónico modo, el joven emprendía ignorante su viaje hacia el conocimiento de la vida sin saber que se avecinaba un intenso ciclo que jamás imaginó, repleto de avances a pasos firmes, pero también de estrepitosas caídas

CAPÍTULO II: Las Tías (EL MAGO) ANA. Febrero de 1820. El tétrico rechinar una vez más me inmovilizó y me puso alerta para identificar aquellas pisadas, durante el último año, mis sentidos se habían agudizado tanto que por sus pasos lograba distinguirlas perfectamente

Agosto de 1816. Cada vez que tenía o creía tener la oportunidad, pegaba mi oreja en la puerta, necesitaba saber lo que había más allá, cómo sería el lugar al que mis tías iban cuando me dejaban solo, dónde estaban ellas la mayor parte del tiempo y por qué tanto afán en mantenerme oculto. Desde que recuerdo había quedado clara la absoluta prohibición de acercarme, pero ya había vivido cuatro años bajo las estrictas reglas impuestas por tía Ana y, a decir verdad, me tenía lleno como una garrapata

Febrero de 1820. Ana regresaba a sus aposentos, su postura era clara e irrefutable, sus uñas eran aún fuertes como ella, y aquel fuego que emanaba de sus ojos respecto al tema, me dejaron en claro que debía cuidarme de ella, incluso de mi subconsciente. CLOTILDE ―¿Dónde estás, Matías? ―preguntó con su temblorosa y gastada voz―. Hijo, ¿dónde estás?

Valparaíso, Agosto de 1903 – EL PRESENTE. Cuando la recuerdo me siento mal por ella, no por lo que sufrió, sino por la repulsión que me generaba su aspecto. La mujer no era mala, no era irascible, no me daba miedo en lo absoluto, pero el rechazo que le tenía era tal que prefería la brusca presencia de Ana ante la trémula apariencia de Clotilde; lo único agradable de su aspecto era su prolijo cabello gris peinado en un tomate. La odiaba por varias razones: por ser débil, por acusete, por estar siempre observando todo de manera solapada mientras ponía aquella burlesca sonrisa estúpida, pero esa no era la razón principal, el verdadero motivo de mi rechazo era más simple aún, más superficial: la odiaba porque era fea. 1820. No me importaba quién fuera. Podía demorarme al descartar de inmediato a Ana por los pausados movimientos que lograba oír, luego de tres o cuatro segundos deducía de inmediato la llegada de tía Clotilde, y una de las buenas cosas era que podía quedarme todo el día sin que lograra descubrirme; me divertía torturarla, deseaba que tropezara con algo para verla caer. Si hubiera podido adivinar quién entraría, a ella sin dudas la habría llenado de trampas y obstáculos

La Maldad. Varias bromas pequeñas fueron las que hice a la pobre Clotilde, entre ellas, vaciarle el vaso sobre la falda y hacerlo pasar por accidente, ¡era tan gracioso y placentero verla irse agachada, con las piernas abiertas y rabiando en el camino! Otra de las jugarretas que me gustaba hacerle, aunque un poco más arriesgada, consistía en estornudar encima de su rostro cuanto tenía la boca llena y disculparme de inmediato, ella se quedaba pétrea por unos segundos con los ojos cerrados al momento que arrugaba su cochambrosa cara y presionaba esos delgados labios con intensidad hasta ponerse blancos. Muy de vez en cuando recibía una bofetada, pero el golpe, cosa que casi nunca ocurría, era compensado con creces al verla de ese modo. Por otro lado, el hecho de colocar objetos cerca de la escalera, de plano no funcionaba y aparte me obligaba a ordenar todo. Esconderme mientras la veía rodear la casa era algo bastante trillado y había perdido la gracia hacía mucho tiempo

MATILDE. Matilde, cuánto cariño le tenía, cómo la quería, era la única en quién podía confiar casi de manera plena… casi, una y otra vez me cuestionaba en silencio si acaso ella hubiera podido derrotar a Ana de un solo golpe. Si bien, Ana era un poco más alta, la diferencia era muy poca, casi medían igual, pero Matilde era más gruesa, más contundente y podría ser más fuerte: ese era mi deseo

CAPÍTULO III: Enséñame (LA EMPERATRIZ) Miércoles 15 de Marzo de 1820. Una vez más se abrió el portal mientras permanecía tendido sobre mi cama con la mirada perdida y absorto entre mis pensamientos. De inmediato agudicé el oído para sentir sus pasos, a esas alturas ya me era fácil distinguirlas por el solo caminar. Era ella, Matilde, qué alegría saberlo, hacía varias visitas que no aparecían las otras dos tías

Viernes 31 de Marzo de 1820 ―Hoy te voy a enseñar a escribir los números ―dijo sosteniendo una varilla de treinta centímetros

Abril de 1820. Los días pasaron y de los números pasé a las letras, eran más, pero comprendía con facilidad el modo de usarlas; a las dos semanas estaba comenzando a leer. En una de sus visitas Matilde decidió correr el riesgo y dio un paso más en su lección; para facilitar las clases incorporó nuevos elementos que sentí con el abrazo: algo sonoro, áspero y crujiente ocultaba en un bolso similar al que usaba Clotilde

Lunes 17 de Abril de 1820. Cumpleaños de Ana y Cinco Décadas de Amargura. Ese día bajó las escalas corriendo, pero sigilosa. Yo permanecía en cama, acostado, cubierto por las suaves mantas que mi tía favorita recién me había lavado. Matilde me venía a advertir para que no fuera a decir algo impropio, dado que bajarían todas a celebrar

Sábado 22 de Abril de 1820. Una noche me embargó la inquietud. Me levanté a orinar y, al regresar, noté que algo bajo mi cama brillaba entre la oscuridad. Al principio mi sangre se heló, pensé que al abrirse la puerta uno de esos animales que dibujamos se pudo haber camuflado y sus ojos brillaban en la oscuridad como Matilde me había explicado

Martes 25 de Abril de 1820 ―Sé qué es lo que buscabas ―dijo Matilde

Valparaíso, Agosto de 1903 – EL PRESENTE. Ahora que sostengo este objeto en mis manos, recordé que olvidé en ese entonces, preguntar el significado de aquellas doce pelotitas que usaba de collar, pero ahora sé que, aunque supiera su significado, no me lo hubiera dicho en aquella ocasión

Martes 25 de Abril 1820 ―¡Tía, te quiero tanto, eres la persona que más quiero!

Jueves 27 de Abril 1820. Por fin tenía en mi poder la deseada lámpara, sabía muy bien dónde ocultarla, sabía además que, desde aquel lugar, tenía el tiempo suficiente para apagarla apenas escuchara el crujido de la puerta. Apenas quedé solo, me acomodé en dicho escondite y cogí el libro, pero mi mano rozó aquella cadena con su medalla que tanto me intrigaba

Ταροτ Μ{τιχο. Matías finalmente encontró regocijo dentro de su ser, se sintió amado y protegido como nunca había ocurrido. Aquello fue lo más cercano que estuvo de tener una madre, quien, si bien antes era una mujer solamente acogedora, en ese último tiempo había desarrollado también su parte afectiva. Matilde hizo que Matías armonizara la necesidad afectiva de su corazón y estimulante de su mente. Le enseñó a tomar conciencia del cuidado del cuerpo humano y con él estableció una complicidad que le permitió ganarse su confianza. Sin embargo, con esta actitud, ella lo mantuvo bajo las estrictas reglas impuestas para evitar cambios que afectaran el armado mundo que todas controlaban

CAPÍTULO IV: Ana, la que Manda (EL EMPERADOR)

Tenía estrictas órdenes de usar aquella lámpara durante los primeros días con una sola condición, debía ser solo en presencia de Matilde. Según ella, sabría con certeza cuando estaría capacitado y, por ende, me lo diría. En ese minuto ella era la autoridad al respecto y dejaba claras sus exigencias porque sabía que estaba desobedeciendo en forma descarada los lineamientos de Ana como nunca había ocurrido

Martes 2 de Mayo de 1820, la Segunda Confrontación. Durante ese día, mi obsesión por leer y aprender había llegado a su punto más álgido: escribía, leía, veía la foto, dibujaba, comenzaba con los números, y de ese modo continué las mismas actividades en un gozoso loop que me mantuvo ocupado al límite de perder la noción del tiempo que, sin conocerlo, podía manejar y presentir la llegada de cada una de las tres visitas diarias, porque de tanto vivirlas, podía calcularlas cada vez con más exactitud entre estación y estación

Reivindicándome con Tía Clotilde. El incómodo silencio invadió el cuarto y, lo que era peor, hacía más ruido en mi cabeza. La cama temporal se hallaba en el suelo, mañana de seguro sería reemplazada como ocurrió con las dos sillas y la mesa, donde Clotilde puso una pequeña fuente con una crema verde y semillas de color café; tenía un olor pestilente, pero según ella, era lo mejor para lograr una rápida mejora

La Desobediencia de Matilde. 12 de Junio de 1812. Una vez más, el estridente llanto del tirano lactante cruzó el pasillo con total facilidad, por descuido, la puerta había quedado semi abierta y Matilde de inmediato lo sintió. Como un rayo se levantó antes de que despertara Ana o cualquiera de las otras dos mujeres que habitaban la casa, aún no era medianoche y Matías corría serio peligro de muerte

21 de Junio 1782. La imagen que proyectaba el padre de las tías de Matías acerca de ser un hombre viril y temible gracias al cuerpo alto, robusto y de fuerte estructura ósea que Matilde heredó, le ayudaba a imponer respeto frente a amenazas externas. Su comportamiento ultra religioso le era muy útil para mantener protegidas a las suyas, eso le daba el respaldo de las fuerzas eclesiásticas que complementaban la seguridad de él y de su familia, por ello se mostraban devotos y otorgaban generosos aportes económicos a la institución religiosa

12 de Junio de 1812 ―¿Qué mierda significa esto? ―gritó Ana haciendo retumbar con un fuerte eco las paredes de la cueva, sus ojos que ardían en llamas armonizaban con su desfigurado rostro

Viernes 5 de Mayo de 1820. Permanecí en mi nueva cama acostado en posición fetal, hacía tres días que tía Matilde no se hacía presente y, por mi parte, no me atrevería a preguntar a Ana ni a Clotilde, tampoco me animé a preguntar por aquella mujer de extraño aspecto que me desagradó e impidió la salida. Mis lágrimas corrieron hasta mojar la almohada por la culpa que me causaba la ausencia de Matilde, pensaba con dolor: “A lo mejor Ana la mató” Ταροτ Μ{τιχο. Así, Matías confirmó de una vez por todas lo que siempre había imaginado, lo que siempre había temido; era ella quien tenía el poder, una palabra de solo tres letras que resonaba contundente y fuerte como un trueno, la más dura, la más alta, la más firme, la de uñas más largas y la mirada más penetrante. Aprendió de una buena vez que lo dicho por Ana se hacía sin cuestionar, ni siquiera las otras dos tías se atrevían, por ende, a Ana se le obedecía, Ana es la que ruge, Ana es quien domina, Ana tiene pene, ella es Ana, la que manda

CAPÍTULO V: Granadas y Narcisos (LA SUMA SACERDOTISA) Sábado 06 de Mayo de 1820. La mañana siguiente no aguanté más, la intriga me retorcía las entrañas y necesitaba saber de tía Matilde, por eso, cuando Clotilde bajó fue como un regalo del destino, ya que sería más fácil preguntarle a ella considerando que Ana seguía con su pétrea actitud, la que, hasta hoy, después de tantos años, permanecía tan prístina como el día siguiente al incidente del incendio

Valparaíso, Agosto de 1903 – EL PRESENTE. No me canso de mirarlo a través de mi ventana cuando se oculta en el mar y deja el horizonte con ese vigoroso color anaranjado, no me aburro de ir a la plaza para recibir su calor y luminosidad. Cuando joven aprovechaba los momentos de descanso y ahí, sobre la cubierta, me henchía de toda su energía mientras me acariciaba la brisa marina, y pareciera que ese hábito me hubiera otorgado beneficiosos frutos para mi salud, puesto que todos mis compañeros de entonces hoy están fallecidos. Claro está que considero al verano y a la primavera las más bellas estaciones del año, en las que aquella fuerza vital se hace presente por más tiempo y con mayor intensidad; en verano por su calor, y en primavera porque las calles se repletaban de aquellas maravillosas flores silvestres que adornaban todo con mi color favorito, el amarillo, y los niños jugaban con ellas para ver su suerte: “Me quiere, mucho, poquito, nada”. Soy un agradecido de haber accedido a su presencia, porque pese a su negación durante gran parte de mi niñez, el resto de mis años fue compensado con creces

12 de Mayo de 1820. Luna Nueva. Una vez más, tuve la satisfactoria visita de aquella mujer, quien me llevó de nuevo a la superficie para contemplar el estrellado cielo en el que estaba estampada la luna, que lucía muy diferente a la recordada en mi anterior experiencia onírica. Al pensar en ello tomé conciencia de que, además, de estar en un sueño, los recordaba y relacionaba como si fueran sucesos reales ya vividos, era algo similar a estar en un universo paralelo

19 de Mayo de 1820. Visita de Otra Era. Un rancio hedor me despertó, no era aquella hermosa y misteriosa, mujer estaba claro, entonces pude notar que, en una de las sillas ubicada a los pies de mi cama, permanecía sentada una gran sombra negra que, debido a la oscuridad, apenas lograba distinguir; sin embargo, cuando abrió su boca para esbozar una inquietante sonrisa el brillo de sus dientes se reflejó abriéndose paso

Ταροτ Μ{τιχο. Cuando Matías probó la granada quedó vinculado con su madre en un nivel más profundo, dejó atrás su niñez para aprender a dejar ocultas las cosas que debía guardar en su mundo interior, donde descubrió un mundo fértil y rico de sueños, fantasías e ilusiones. De ese modo, y dentro de lo que su corta edad le permitía, logró moverse tanto en el mundo terrestre como en el de Hades, así como ocurría con las granadas y los narcisos, respetando las estrictas restricciones de ambos lugares

CAPÍTULO VI: Aflora el Conocimiento (EL HIEROFANTE) 21 de Mayo de 1820 ―No quiero que me mienta tía, tuve sueños muy raros ¿usted hizo algo? ―pregunté a tía Matilde en un imperativo, pero respetuoso tono

24 de Mayo de 1820. La Noche de la Revelación. Desde entonces había visto bajar solo a Clotilde, la ansiedad me devoraba por dentro, más aún que cuando ocurrió el violento incidente de la lámpara. Sin embargo, esa noche tía Ana bajó con prisa; me puse alerta; no tenía idea de cuál sería su reacción, quizá me vendía a golpear, a matar o, a lo mejor me llevaría al fin a la superficie deseada; pero luego de medio segundo, el lado racional de mi mente me indicó que era imposible. “Hola Matías” fue lo que oí antes de verla, su tono no era rabioso, pero sí severo, como el que solía usar en su estado normal. Se acercó con la lámpara en la mano y la dejó sobre la mesa, traté de retroceder, pero mi estómago se apretó y contuve la respiración mientras la miraba inmóvil, cuando pude reaccionar respondí con un tímido “Hola”

10 de Junio de 1783 ―Ana, siempre quisiste ver una ejecución, ¿cierto? ―dijo Dante

6 de Enero de 1783, Sorprendida en el Acto. Medio año transcurrió desde aquel atroz acontecimiento en el que la acusada perpetrara tan horrendo crimen. Vivía sola, pero pese a las sospechas de su condición de bruja, no había pruebas que pudieran condenarla. Hoy, el Inquisidor no gozaba del poder que tenían hace doscientos años, por ende, las muertes debían ser justificadas; su labor quedaba sujeta a cierto respaldo de dichas acusaciones

10 de Junio de 1783. Muerte a la Bruja. La aterradora muerte de Dorotea aferró aún más a los fieles religiosos a su credo por dos razones: la primera era evitar ser la nueva víctima de algún hijo de Satán; y la segunda, caer bajo sospecha para terminar siendo condenado por la iglesia a raíz de alguna acusación. Ambas compartían una sola motivación: el miedo

21 de Junio de 1783 ―Ana, sígueme ―dijo Dante

24 de Mayo de 1820. Ana comentó de manera superficial a Matías lo que debía saber, sin embargo, no podía profundizar más. Aquellos rituales, sacrificios, el libro no eran temas de su incumbencia, no podía ser tan explícita como su padre lo había sido con ella hacía casi treinta y siete años en el mismo lugar

28 de Mayo de 1820. Complementando. La tercer y última visita del día era de Matilde. Me arrojé a sus brazos como de costumbre, agradecido porque, de no ser por ella, Ana jamás hubiera cedido de aquel modo; por ello, sin tener certeza alguna de lo que suponía, le di las gracias una y otra vez mientras le besaba las mejillas con frenesí

29 de Mayo de 1820. Clotilde y sus Plantas

Ταροτ Μ{τιχο. De generación en generación, los maestros traspasaron las enseñanzas del Gran Libro a sus descendientes, que era para el linaje familiar, como la Biblia para los católicos. Pese a los poderes que lograban poseer, estar al tanto de sus limitaciones, los hacía más sabios, más prudentes y fuertes para sobrevivir. Matías logró sacar a la luz todo aquello que estaba oculto y dudoso; de ese modo, aprendió, aplicó, relacionó y comprendió gran parte de las cosas que lograba entender. Fue así como pudo darse cuenta de la manera en que aflora el conocimiento

CAPÍTULO VII: Angustia y Placer (LOS ENAMORADOS) Valparaíso, Agosto de 1903 – EL PRESENTE. Mientras terminaba de orinar, sentí un atisbo de placer cruzar mi pene como un rayo de manera vertical, desde mis testículos hasta mi glande mientras soltaba el chorro. Recordé lo que siempre pensaba, pero nunca me atreví a comentar por temor a burlas o ser visto como un degenerado

Valparaíso, 18 de Mayo de 1832. El Sosegado Movimiento Ondulante de los Cuerpos al Compás del Mar. En aquella ocasión, era un delgado joven que deambulaba por las recientes calles del puerto, no obstante, delataba en mi silueta una robusta figura debido al abundante vestuario que portaba a causa de la fría y húmeda noche otoñal. Mi fina cabellera ondulada era protegida por aquel sombrero de copa que solía usar para impresionar, la oscuridad de aquel entonces cubría severamente aquella luz del día que enseñaba la paulatina evolución de lo que sería una prometedora ciudad

Suave, Áspero, Blando, Duro, Húmedo, Cálido y Muchos Aromas y Sabores en la Oscuridad ―Demoraste ―dijo Estela con el relajado tono que había mostrado durante toda la noche

Ταροτ Μ{τιχο. Al no tener claros sus principios, Matías flotó por los aires impulsado por sus inseguridades y necesidades carnales que lograran cumplir sus deseos más primitivos. De ese modo, el joven hizo gala de su inmadurez y, sin pensarlo ni medir las consecuencias de sus acciones que de seguro le traerían en el futuro, se inclinó por entregar la manzana de oro a las decisiones menos sensatas, exponiéndose así a serios riesgos de tipo físico, económico y sentimental que lo llevaron a culpar a los demás sin llegar a reconocer el error como propio

CAPÍTULO VIII: Rabioso (EL CARRO) 30 de Mayo de 1820 ¿Qué se creen estas viejas de mierda?, me retienen, me tratan pésimo, me manipulan, me ocultan información, apenas tuve la oportunidad de aprender después de rogarle por mucho tiempo a Matilde; si insinúo mi interés en conocer el exterior, Clotilde me amenaza con contarle a Ana; ¿y quién se cree Ana?, de todas la peor. Además, no tengo idea de quién es esa horrible mujer que me detuvo en la salida. No sabía que veníamos de una madre y un padre, no sabía que mi madre se llamaba Helga y de mi padre no tengo idea hasta hoy. ¿Por qué mierda tengo que aguantar que me traten así?, y lo que es peor, debo mostrarme agradecido, ¿“agradecido”; porque me dieran información escaza a la que logré encontrarle algo de lógica uniendo las partes que me decían las tres por separado?

El Desayuno, Matilde. Bueno, en el aspecto externo era la más fácil de enfrentar, no obstante, en el psicológico la más difícil, puesto que esa rabia contenida estaba depositada en su gran mayoría hacia las otras dos infames. Sin embargo, a Matilde también le tenía mucho que recriminar, primero que todo, por jugar a dos bandas y conspirar a su favor manipulando todas las situaciones posibles

El Almuerzo, Clotilde. Luego de permanecer en la cama, me dirigí y acomodé en el escondite secreto, mientras cogía el medallón con la foto que no podía ver pensaba en ella, mi madre, Helga. “Si ella estuviera conmigo, no me tratarían así esas perras”, una lágrima de impotencia rodó por mi mejilla, pero la sequé de inmediato, no había ganas ni disposición para mostrar debilidad, incluso en la intimidad

La Cena, Ana. Faltaba poco para que Ana se hiciera presente, estaba casi seguro de que ella bajaría y, por ende, estaba alerta. De las tres era a quien más tenía claro sobre cómo encarar por ser la más predecible. Resistiría sus violentos ataques, de ser necesario, me mordería la lengua para evitar emitir el más mínimo quejido. Estaba mentalizado que, cuando ello ocurriera, regresaría a mi lugar de origen como si nada hubiera pasado, aun así, ella debía escucharme como lo habían hecho las demás, esa era una máxima que me había propuesto desde que amanecí

Ταροτ Μ{τιχο. Aunque de manera errática, Matías logró conducir su agresividad y manejarla a su favor, comprendió que sus actos traían duras consecuencias, pero sobrevivió a sus caídas logrando salir fortalecido. De ese modo, maduró y se generó en él una personalidad más fuerte, personalidad que sus tías notaron y así ganó cierto respeto, independiente de que lo hubiera o no merecido. De alguna manera, el dolor que generó su conducta implicó una recompensa

CAPÍTULO IX: El Inquisidor (LA JUSTICIA) En mi lugar de descanso, no podía dejar de estar pegado a la pared. Mi interés se había convertido en una verdadera obsesión. Ahí estaba la cuarta, Graciela, de quien me había olvidado. Noté que no era una mujer de la familia, estaba para obedecer, su nivel de mando era algo así como menor al de Clotilde, incluso ella también le daba órdenes

Clera y Cluta; Julio de 1777. La envidia, la codicia, la intolerancia, el odio, el rencor, la ignorancia, el miedo y la cobardía eran los factores más recurrentes que llevaban a la muerte durante la ya establecida inquisición. Por suerte, aunque no desapareció por completo, dichas actividades se redujeron de manera severa con la llegada del siglo venidero. Pasar desapercibidos y devotos a la Iglesia, era la mejor manera de sobrevivir a esa poderosa avalancha a la que incluso las familias más linajudas y acaudaladas donaban riquezas a modo de transacción para su salvamento, sin dejar de tener pánico de los Inquisidores y las decisiones eclesiásticas

17 de Julio de 1777. Los lejanos bosques eran el lugar predilecto de los niños para jugar, pese a la prohibición de los padres. Siempre aprovechaban de escapar en grandes grupos para mantenerse seguros, pero ello era algo difícil para las gemelas, a quienes muchos pequeños les guardaban una recelosa distancia; pese a ello, eran muy cercanas a Clotilde quien, por ser cuatro años mayor, la madre de las niñas le confiaba su cuidado

Noche Anterior a la Ejecución, 31 de Julio de 1777. La noche recién había caído y la negrura de los imponentes árboles se desplegaba en la oscuridad mientras las ramas se ondulaban al ritmo del viento; el tétrico escenario era acompañado por la potente voz de su gemido y la incómoda humedad estacional

Ταροτ Μ{τιχο. Mente clara y equilibrada era la premisa del bien actuar, dejar las emociones de lado para tomar las decisiones más justas y correctas. Matías aprendió así a obtener la información necesaria para saber de qué lado estar. De ese modo puso en tela de juicio incluso hasta a su querida Matilde. El juicio reflexivo y pensamiento racional usados para una resolución imparcial, primaron cuando Clora debió decidir entre sus dos hijas, cuando Clera fingió su estado para salvar a su madre y hermana, cuando Clotilde le ayudó a ejecutar el plan y hasta cuando Flora y Dante se vieron obligados a actuar con rapidez, todo aquello se hizo incluso cuando esas verdades rompieran el cálido corazón de los afectados. El Inquisidor también debió valerse de los reglamentos establecidos para realizar su anhelada ejecución sin ser objetado

CAPÍTULO X: Sublime (LA TEMPLANZA) Jueves 01 de Junio de 1820. Sentadas alrededor de la gran mesa, se hallaban las tres mujeres planeando el futuro. Graciela se aparecía en la habitación y cerraba la puerta tras ella para servir alimentos y bebidas. Un plato con muchas frutas de todo tipo y cortadas de bellas formas en las que se lucían coloridas, frescas y muy apetitosas, eran el centro de la reunión. Ana, Matilde y Clotilde, no hacían otra cosa más que organizar el semestre venidero, en el que iban a requerir el apoyo de Graciela como solían hacerlo

Viernes 02 de Junio de 1820. Durante la noche, mi obsesión por saber más al respecto sobre los sacrificios había crecido de manera abismal; estaba claro que mis tías cometían crímenes, pero algo en mi corazón las quería, algo las justificaba, como si quisiera mantener la paz en la relación, quizá sería mejor dejar las cosas como estaban

Sueña Este Dulce Sueño, mi Amor

Madrugada del 03 de Junio de 1820. Recuerdos de Amor Fraternal. Cada una en su dormitorio pensaba acerca de la visita en cuestión, el limitado tiempo para actuar exigía rapidez y claridad, no obstante, en el corazón de cada una de las hermanas gritaba una voz exigiendo que se detuvieran, que aquella no era la persona que debían sacrificar; había muchos vagos y borrachos para actuar, pero ella, pese a estar sola, era especial. El Agua Enseña la Consideración y del Fuego Aprende la Acción

El Agua Enseña la Generosidad y de la Tierra se Aprende la Practicidad

El Agua Enseña la Intuición y del Aire Aprende la Razón

Al Día Siguiente. Sábado 03 de Junio de 1820. Las tres hermanas comentaban su inquietud, no mencionaron sus recuerdos nocturnos, pero sí nombraron a Helga sin saber que desde mi claustro extraía toda la información que mi razonamiento infantil podía comprender. De ese modo, me sentí mentalmente acompañado al percatarme que relacionaban a Violeta con mi madre

Ταροτ Μ{τιχο. La llegada de Violeta a la vida de las mujeres puso paños fríos entre las hermanas, quienes rememoraron aquella tranquilidad que lograban cuando Helga estaba con ellas. Por su parte, Helga, cual Diosa Iris, no era una mujer de mando, pero mantenía el equilibrio preocupada de la entrada y salida de las emociones, elemento con el que complementaba a sus hermanas mayores, las que a su vez la retribuían, todo aquello sucedía en total armonía. Por su parte, Matías se sintió muy a gusto esos días, pero tenía cada vez más claro que no podía seguir vegetando el resto de su vida en ese estado de ambrosía

CAPÍTULO XI: Persuasiva y Tenaz (LA FUERZA) Matilde atropellaba sus palabras a causa de la velocidad con que salían confusas de sus labios, aquella intensidad no hacía otra cosa que delatar su nerviosismo, lo que confirmaba un grado de subordinación ante Ana una vez más

14 de Julio de 1811. Helga estaba cansada de su monotonía, después de todo, era la más joven y en su cumpleaños número veintinueve no se iba a resignar a tener una fiesta del té con sus aburridas hermanas que, a parte, eran mucho más viejas. Sabía que necesitaba estar rodeada de personas con su misma edad, además, tampoco estaba dispuesta a morir virgen y soltera por aquella mal llamada dignidad que los miembros de la Iglesia acostumbraban a usar. “Debo estar casada con alguien antes de los treinta”, era su máxima para ese entonces

Lunes 05 de Junio de 1820, Ana y Matilde. Matilde y Ana preparaban el almuerzo mientras que Clotilde se encontraba cosechando en el jardín con Graciela. Era el momento preciso para continuar con su idea

Noche del 23 de Diciembre de 1811, Ana y Helga. Helga se aproximó sigilosa a la puerta de la habitación de Ana, la abrió y entró; ahí estaba, durmiendo profundamente sin saber que su hermana menor le iba a dar una sorpresa. Durante todo el día había estado maquinando la mejor manera de abordarla, deseaba sobre todo mantener en su vientre la única esperanza de vida que le había dejado su amor

Nochebuena de 1811. Ana y Helga se encontraban frente a frente en la ostentosa mesa, listas para dar la noticia, sin embargo, esperarían la sobremesa; justo luego del postre la noticia sería rebelada a todas

Noche del Lunes 5 de Junio de 1820; Persuadida. Esa cena Ana se sentó frente a sus dos hermanas, Graciela, como era de costumbre, arreglaba la mesa para la última comida y yo, con el estómago recién lleno, me disponía a observarlas con atención. Ana hizo un anuncio que me dejó intrigado: “Como saben, mañana es el cumpleaños número ocho de Matías y de la partida de nuestra querida Helga, y Matilde me ha propuesto un regalo especial que no voy a mencionar porque aún tengo serios reparos al respecto, sin embargo, la respuesta es sí. ―Matilde aplaudió y sonrió agradecida―, pero será primero una prueba por una semana. Si las cosas están en orden y mejora la situación, podrá quedárselo. No se hable más del tema, mañana será otro día, ahora comamos” Ταροτ Μ{τιχο. Matías observó y recordó el modo de abordar los problemas de Matilde y dedujo que era una artista en el manejo de la tenacidad y convicción para lograr hasta lo imposible. La aparente impermeabilidad de Ana no podía traspasarse de manera frontal como lo había intentado en un inicio; había que buscar otras vías para llegar a ella, manipularla, convencerla y lograr el objetivo. Del mismo modo como lo hizo Helga cuando festejó su cumpleaños: conoció un joven, se entregó a él y protegió e hizo proteger su embarazo para ser madre y continuar la descendencia, esa era su misión como mujer del elemento agua, ser fértil y dar vida, así como el de Matilde que era entregar la luz del conocimiento como representante del aire. Solo con sus respectivas habilidades, las dos hermanas menores, esa vez, vencieron al León de Nemea

CAPÍTULO XII: Regalo para un Solitario (EL ERMITAÑO) 6 de Junio de 1820, El Regalo Perfecto. Mientras se acercaban los pasos junto a la entonación que anunciaba mis ocho años, poco a poco la luz se fue revelando, la diferencia con las veces anteriores fue que esta vez lo esperaba de antemano. Las esperé feliz sentado en mi cama y ellas se hicieron presentes con un delicioso pastel, como era de esperar, Matilde fue la primera que se presentó y me alzó en sus fuertes brazos para besar mis mejillas: “Feliz cumpleaños, corazón”, dijo y continuó hasta abrazándome hasta dejarme en el suelo. En seguida llegó el saludo de las otras dos, un beso en el rostro mucho menos efusivo que el primero

Cronos. 4 de Enero de 1762. La alegría llegó al hogar y las bendiciones de los sacerdotes estrecharon la relación con la Iglesia. No había preocupación alguna de que el Inquisidor, el Padre Francisco, sospechara en lo más mínimo de tan fiel familia; el patriarca imponía respeto absoluto y, pese a su juventud de aquel entonces, el religioso estaba consciente de que Dante lo podría acabar en cuestión de minutos solo con sus manos si se viera amenazado de alguna manera

Noviembre de 1764. La casa fue inundada de dicha durante tres años; una primogénita daría paso a la continuación familiar, lo que redujo la tensión y el pánico que atormentaba a Flora. Sin embargo, aquella tranquilidad y felicidad se vieron vulneradas cuando Flora quedó embarazada nuevamente y se abrió la posibilidad de la llagada de un varón. Conforme pasaban los meses, Flora se angustiaba cada vez más

Enero de 1765. Bajo la catacumba, el alarido silenció a los ansiosos y aún jóvenes padres, y aquellos gritos se estrellaron y perdieron contra las impenetrables paredes de la imponente estructura. Clotilde dormía en la parte superior, Dante respiró con profundidad mientras Flora lloraba con la entrepierna ensangrentada, el terror los cogió de sorpresa cuando ambos se percataron de que el recién nacido tenía un pene

El Astuto Engaño de Flora, la Manipuladora. Se levantó rápidamente y, aunque estaba recién parida, bajó a las catacumbas. En ese entonces la pequeña Clotilde no tenía idea de la existencia de ese lugar y debido a ello era cuidada por su padre mientras este fabricaba el cajón

Alimento para el Dios Cronos. Dante sabía que las posibilidades de que aquello ocurriera eran altas. No se habían adelantado a abortar porque no podían saber con certeza cuál sería el sexo del nonato y existía la posibilidad de que pudieran errar

Abril de 1770. La confianza embargaba aquella casa, Flora se sentía llena de regocijo al percatarse de que una cuarta integrante ocuparía un lugar en la familia, aquella integrante que años después se iba a transformar en el eje principal para la nueva generación. Clotilde, a pocos meses de haber cumplido los ocho años, sentía, como toda niña de su edad, con total satisfacción la pronta llegada de aquella hermanita, alguien a quien cuidar y amar

Mediados de Abril de 1773, Otra Vez No

13 de Octubre de 1775. Matilde y sus rebosantes mejillas rosadas, y piel blanca como la nieve, irradiaban pura ternura. Era la bebita más hermosa que habían tenido, superada solo por Helga muchos años después

Mediados de Octubre de 1778. A estas Alturas ya me Da Igual, Pero ¿Cuántas Veces? Ni siquiera Dante tuvo la necesidad de matar al bebé esta vez, la propia Flora desde su lecho terminó el trabajo, lo cogió y, al ver su miembro expresó: “pene”; con frialdad y deliberación le giró la cabeza tal como lo hacía con las gallinas. El recién nacido no alcanzó a reaccionar, solo emitió un agudo chillido de dolor durante una fracción de segundo. Dante, impactado cayó de espaldas inconsciente y su mujer debió esperarle tendida en su cama hasta que se recuperara para ser atendida antes de continuar con la labor

6 de Junio de 1820, Noche Antes del Primer Retiro. Durante el día, Matías recorrió todos los recónditos lugares de la profundidad en la que estaba inmerso, observó por un largo rato las plantas de Clotilde, ya que estaba encantado de poder apreciar por tanto tiempo sus colores y texturas con tanta claridad. Como era lógico, su lugar secreto iba a ser explorado una vez que saliera de ese estado de obnubilación en el que aquel vegetativo atril le dejaba, sin embargo, a medida que se fue acercando dedujo con terror que aquel regalo podría haberse transformado en su peor pesadilla, el perderlo todo. Si la luz se traspasaba desde aquella ínfima fisura donde él podía ver todo, la oscuridad era la ventaja de no ser descubierto, pero con la lámpara, parte del fulgor escaparía por aquel mismo hoyo delatando su secreto, de manera instintiva puso su dedo índice ahí y buscó aquel collar de esferas de madera que cabía justo en aquel hueco

Ταροτ Μ{τιχο. El presente que Matías recibió no era algo esperado, puesto que había aprendido a resignarse y aceptar las limitaciones a las que había sido sometido. Había cumplido un nuevo año de vida en el que, aun siendo un niño, le acercaba a una nueva etapa de madurez. El aislamiento lo había llevado a adquirir una postura reflexiva y gracias a ello desarrolló aún más la responsabilidad, la paciencia y la prudencia. A su vez, las tías captaron que nada es inmutable ni permanece en el tiempo, Ana terminó por entenderlo de su hermana menor y actuó de acuerdo con ello. Flora se resignó y aprendió que nada permanece más allá de su espacio, y al aceptar el limitado tiempo, aprendió a actuar por su cuenta sin esperar que por arte de magia llegue algo o alguien que le solucione o aliviane su pesar, y Dante, asumió su designio cual Cronos con total humildad

CAPÍTULO XIII: Una Nueva Alianza (LA RUEDA DE LA FORTUNA) “Cuando se juntan cuatro mujeres del linaje con distintos elementos (fuego - tierra - aire - agua), se forma la más poderosa unión que pueden juntas tener, más todavía si ellas son hermanas sanguíneas, pero cuando una de ellas muere, el poder se disminuye y solo puede recuperarse con el reemplazo de otra integrante del linaje con la condición de que reemplace al mismo elemento, el cual no necesariamente implica ser el mismo signo solar”

El Nacimiento de Matías; 06 de Junio de 1812. Los caballos relincharon alterados ante la luz y el ruido de los imponentes truenos y sacudieron bruscamente el carruaje obligando a las mujeres a sostenerse entre sí para lograr mantenerse firmes. De pronto, los animales se detuvieron sin lograr retomar su camino, estaban a pocos minutos de llegar a casa y el extenuante viaje valía la pena, harían todo lo que fuera posible para continuar el linaje y evitar desgraciar al nacido o caer ellas mismas en desgracia, pero era lo último que había por hacer; ya no había vuelta atrás

Ταροτ Μ{τιχο. Con la llegada de Matías y la desobediencia de Matilde, las mujeres debieron hacer los cambios necesarios y adaptarse a su nueva forma de vida con tal de mantenerse poderosas. La muerte de Helga hizo que pasaran de ser el cuartero cardinal, integrado por aries (fuego), cáncer (agua), libra (aire) y capricornio (tierra), que completaba los cuatro elementos, al triunvirato formado por Clotilde (Clotos) la que hila, Ana (Láquesis) la que mide y Matilde (Átropos), la que corta, dando así origen a una nueva fase en sus vidas

CAPÍTULO XIV: Violeta, La Inocente (EL COLGADO) Miércoles 07 Junio de 1820. Ahí estaba otra vez, igualmente hermosa como la recordaba, tan igual a mi madre, pero más frágil y delgada. Se movía de la misma manera, caminaba como si fuera a quebrarse, como si el viento pudiera aporrearla y derribarla con su caprichoso impulso. Su ropa blanca, amarilla y verde claro la hacía lucir como un tallo de hinojo, pero con mucha gracia

Matilde Despeja las Dudas y Llega a la Verdad. Desde la penumbra, mientras miraba el espectáculo, no podía dejar de pensar en el destino de la dulce Violeta. Por un lado, estaba tranquilo al saber que la necesitaban, pero por el otro me inquietaba saber que ellas requerirían también sacrificar una víctima para mantener su fuerza, fue entonces que comprendí que la vida de Violeta no volvería a ser la misma

Clotilde, Manejo de Hierbas, el Tiempo y la Historia. Como era de esperarse, el tema del día siguiente era el modo de convencer a Violeta sin que ella lo notara. Las mujeres ojeaban el libro y se turnaban la lectura para encontrar entre su amplia dimensión y eternas hojas lo que pudieran necesitar, de ese modo, Clotilde encontró la solución; calzaba como la perfecta horma de su zapato, no había duda alguna de que a ella le tocaba realizar este ritual. Su experto manejo de las plantas alucinógenas y del tiempo la transformaban en la pieza indicada para ejecutar el siguiente acto: la regresión

Noche del Viernes 09 de Junio de 1820, Viaje al Pasado. Mientras estaba en cama, arrebatado por la cena y ya sin la luz, algo me inquietó, era un sonido muy particular, profundo e intermitente de cuatro ritmos: TÚM TUM TUM que se repetía de manera incesante y circular en mi cabeza y retumbaba con suavidad; lejos de molestar, era un sonido placentero. Un sueño, pensé al inicio, pero al entrelazar mis manos en la oscuridad, supe que algo importante estaba sucediendo, aquello que prometieron a Violeta se hacía realidad, la “regresión” como ellas llamaban, aquel acto en el que Clotilde preparaba hierbas Incas que apenas a mi edad lograba pronunciar correctamente. De inmediato me puse en pie, no iba a dejar pasar la oportunidad de ver otro de los extraños actos que ejecutaban ellas a mis espaldas

El Pasado de Violeta. La joven estaba en pleno trance cuando abrió los ojos, estaba de cabeza y de inmediato se acomodó. Las tres mujeres continuaban con el acto, Clotilde fumaba aquella hierba y las demás, una a cada lado de la veterana, proseguían con la música. Cerró los ojos y al abrirlos de nuevo las percibió en la misma posición, no obstante, estaban desnudas y posaron una libidinosa mirada sobre ella, lo que provocó que se cubriera el pecho. Al mirarse, pudo percatarse de que también estaba desnuda, por lo que se sentía avergonzada, intimidada y vulnerable, como si la tersidad de su piel fuera el preciado objeto que ellas arrancarían con sus manos. De sopetón, la música se detuvo, Matilde alzó aquel cascabel artesanal que, al agitarlo, producía su peculiar sonido y este se volvió más intenso. Violeta acercó su vista más y más a aquel objeto que tiritaba por la hábil manipulación hasta que comenzó a volverse borroso y desaparecer en la nada

Sábado 10 de Junio, Luna nueva, Nueva Vida, Nuevos Proyectos, Nuevas Relaciones. Un agudo chillido brotó de aquel recuerdo y se extendió a la realidad en la que, luego de dieciocho horas de trance, Violeta regresó de manera abrupta; tanto así, que por la traumática experiencia no podía dejar de gritar. Matilde la contuvo con fuerzas para evitar su huida o que pudiera auto flagelarse a causa de un arranque violento y luego de varios minutos de alaridos de terror, se calmó. Tiritaba como si la hubiera invadido la fiebre y se mantuvo en silencio hasta que comenzó a balbucear para luego poder articular sus primeras palabras tras el viaje: “Malditos, ellos los colgaron, ellos los colgaron, esos malditos de la Iglesia, ellos los mataron”. No había nada más que decir, la verdad había salido a la luz. Ana asintió satisfecha y se dirigió a su hermana mayor: “Buen trabajo, Clotilde” Recuperar el Poder de Antaño. Las dudas abrumaban a las hermanas, aun cuando Violeta había visto la verdad existía la posibilidad de que saliera asustada, se volviera más pacata o, peor, huir directo al Inquisidor y hacerles correr la misma suerte. Era eso o bien, se uniría a ellas; pero si algo estaba claro, era que ya nada seguiría como antes. El viaje había fracturado la mente de la joven de tal manera, que no existía cura que pudiera borrar aquellas secuelas por completo. Desde su descanso, pude ver que Ana se hincó y acomodó la cabeza de la paciente en su regazo, mientras Matilde la cubría con una manta

La Decisión. Violeta despertó por completo luego de su trance, estaba en una cama, con seguridad no era la suya, de inmediato recordó todo y quedó así, tendida a la espera de Ana, Matilde o Clotilde. Los minutos pasaban y el tiempo se volvía eterno mientras pensaba en aquel viaje del que trataba de cosechar todos aquellos recuerdos y confusas imágenes que la invadieron durante el largo trance. En su estado de sopor recordaba también gran parte de lo que Ana le había comentado: “Somos familia de sangre, no somos brujas, nunca, pero nunca comentes esto que viste”. Esas tres frases se colaban una tras otras en su inquieta mente. Como si por telepatía la hubiese evocado, apareció Ana con su dura mirada, desde antes que aquella puerta se abriera de manera intempestiva, Violeta supo que era ella por los pasos rápidos y firmes. Cara a cara, ambas mujeres de opuestas personalidades estaban listas para hablar

El Sacrificio “La inclusión de una integrante sanguínea que no sea hermana directa al linaje, debe recurrir por voluntad propia y convencida, ya que, renunciará a su libertad para someterse al lazo familiar, no obstante, sus poderes se manifestarán con el correr de los días y serán elevados de manera exponencial, tal como en el del resto de sus integrantes. El ritual se iniciará con todas las mujeres completamente desnudas dentro del cuarto, la postulante debe ubicarse en posición invertida, con los pies en alto y amarrados, será empapada con miel y aceites de oliva calientes con romero y laurel, asimismo deberá estar rodeada de algunas velas

Martes 13 de Junio de 1820, La Ceremonia del Sacrificio. Si bien el día anterior habían hablado de sacrificio, supe que Violeta estaba al tanto, por lo que deduje que dicho acto debía ser algo simbólico, algo que no implicaba su muerte o algo relacionado. De todas maneras, Ana no habría dudado en atravesarle la garganta con un cuchillo apenas se hubiera negado a apoyarlas

Ταροτ Μ{τιχο. Violeta se sometió con total mansedumbre y humildad a las exigencias requeridas, luego de enterarse acerca de su pasado, decide renunciar, así, a toda seguridad física que creía tener con un ritual netamente griego, cual sacrificio hizo Prometeo cuando decidió dejar todo por un bien mejor: El reunirse con su clan. Al mismo tiempo, las hermanas sacrificaron su seguridad y salvación ante una mujer joven y desconocida para recuperar el poder del cuarteto perdido hace ocho años atrás

CAPÍTULO XV: Poderosa Mutación (LA MUERTE) Miércoles 14 de Junio de 1820. Cuando abrí los ojos, no tardé en recordar el horrendo acto en el que mi erección había sido cortada de manera súbita. Violeta de cabeza, la deformación de su cuerpo y aquel pedazo de carne que botó, me estremecieron al hacerme pensar que había muerto; al final lo habían hecho, habían matado a Violeta y desde mi lecho me puse a llorar con todo el desconsuelo propio de un niño. Mi llanto ahogado venía con una punzada en el pecho, nunca imaginé sentir tanto dolor por la muerte de alguien con quien nunca había hablado, alguien a quien le había cogido mucho cariño. No obstante, luego de unos minutos llegó a mi memoria la frase de Clotilde: “Recuerden que el libro dice que lo recuperará poco a poco en treinta días”, entonces, podía recuperar esa carne perdida, lo que significaba que estaba viva y que en treinta días estaría sana. El consuelo vino a mí acompañado de una genuina risa de satisfacción

Cambios Internos. Los días se sucedieron y tal como el designio lo ordenaba, Violeta vomitaba trozos de su hígado durante la claridad, mientras que en la noche lo recuperaba al dormir. Pese a ello, en su interior notaba su percepción de las cosas agudizarse de manera compleja y difícil de describir, las punzadas que sentía desde sus adentros iban más allá de la mera ceremonia del sacrificio; estaba consciente de que algo había cambiado y por su parte, las demás mujeres percibían aquella sensación cuando sentían sus vísceras latir al compás del incremento de su poderío

Matías y el Sabor de la Nueva Comida. Matilde bajó sin prisa. El delicioso almuerzo parecía tener vida propia mientras ostentaba su aroma. Los colores se notaban más intensos; esas rodajas de tomates con una textura carnosa, pero jugosa se avistaban en un rojo furioso. Los espárragos estaban mucho más gruesos que lo habitual y, pese a no ser de mis favoritos, no hubiera dudado en comerlos con gusto. Las papas gratinadas con romero se lucían con ese leve tono dorado, y la carne, ese tipo de bistec que pocas veces llegaba a mí y le llamaban filete, estaba jugoso, pero bien cocido; no presentaba ese color rojo con sangre que me solía asquear, esta vez estaba con la cocción perfecta y fue el causante de que al abrir mi boca escapara un cuajarón de saliva hasta estrellarse en mi pecho, provocando que Matilde estallara en una larga carcajada que la dejó casi sin aliento

Domingo 18 de Junio de 1820, Visita Inquisidora. El agotamiento punzaba en la cabeza de Violeta, quien no lograba despojarse de su mal. Llevaba solo cinco días y ya estaba harta de estar en cama, aún le restaban veinticinco días volver a tener su salud restablecida y, aunque estaba más fuerte y convencida de pertenecer y ser fiel a la descendencia, su deseo de rebelarse contra los infames era intenso también, lo que la convertía en un peligro

22 de junio de 1820; Krzysztof y el Último Descendiente. Desperté en mi cama producto de un intenso fulgor verde agua azulado que reflejaba con severidad la catacumba. Ahí estaba, sentado en la silla ubicada al fondo y próximo a las plantas. Permanecía con los brazos y piernas cruzados, en su rostro se reflejaba una severa mirada proveniente de esos verdes ojos. Su piel, estaba lisa y brillante, pero más pálida con ese toque verde agua luminoso que contrastaba con la dureza del tono negro y opaco de sus cejas, bigote, barba y el resto de pelo que rodeaba su calvicie. Era aquel hombre que una vez me regaló aquellos pútridos ojos que deposité bajo la tierra y me prohibió salir. Su presencia era la de alguien que había sido cosechado de las profundidades, alguien que no pertenecía al mundo que normalmente habitaban mis tías, Violeta o Graciela, tampoco el Inquisidor; era un mundo extraño, como el de mi madre, pero obviamente no era el mismo, y tenía la facultad de deambular entre mi catacumba y su propio subterráneo. Pensé entonces, ¿y si ambos pertenecemos al mismo mundo?

1903, el Presente. Con la vista fija hacia la sucia ventana, recordaba aquel encuentro con mí antepasado. Ahora deduzco con claridad que aquella información estaba manipulada, contada a medias. Krzysztof Galanopulos fue el único quien se auto sentenció al crear un linaje que se desprendiera de los opuestos polos universales, había querido quebrantar las leyes del más allá y ello tenía un alto costo, ya que era él quien debía saldar dicha deuda por todas las atrocidades que se cometieron en nombre de dicha creación por lo que su casta se vio obligada a cumplirlas y traspasarlas de generación en generación. Así, la culpa era solo de él y era el único que debía ser condenado por ello, no sus descendientes, ni siquiera la hermosa Wayra Inka tenía que pagar los platos rotos del griego

22 de Junio de 1820, Ana Obedece. La misma visita recibió Ana aquella noche, el mensaje era menos confuso, más concreto y simple de entender. Era una visita urgente que el griego necesitaba hacer, tenía prisa dado que, por su temperamento práctico, pero precipitado, temía que Ana cometiera un error fatal al pensar erróneamente que estaba haciendo lo mejor para su familia

Ταροτ Μ{τιχο. Desde las profundidades de sus vísceras, las mujeres acudieron al llamado de sus latidos y de ese modo, se transformaban sin cesar. Este cambio satisfactorio, aunque aterrador por su carácter de irrevocable, les causó una revolución interna que se reflejó en el exterior. La medicina era amarga, por ello los cambios necesarios generaban en la casa un intenso dolor, tal como Violeta se encontró con la verdad, y murió así, su recuerdo falaz, no obstante, era dulce por dentro, sanadora y veraz por otorgar una nueva mirada clara y poderosa para continuar. La visita del inframundo que Matías y Ana recibieron, no hicieron más que evitar su destrucción, no obstante, ambas opciones revolucionarían la estirpe, ya fuera fortaleciéndola o destruyéndola. Tal como ocurre cuando se decide entrar al infierno y cruzar el Río Estigia, ya no hay viaje de regreso, por ende, no había manera de retornar a la vida anterior

CAPÍTULO XVI: Descubriendo el Horror (El DIABLO) Matilde despertó repentinamente, su cerebro amaneció aletargado, pero en pocos segundos se activó y recordó su preocupación y, lo peor de todo, la única solución concreta que podía tener ese problema

25 de Julio de 1786 ―Padre, nosotras vamos a misa y nos hacemos amigos de la gente de la Iglesia, pero ¿por qué nunca hemos tenido contacto en secreto con el otro?

Madrugada del 25 de Junio de 1820. En mi cama estaba dormido plácidamente, un flash de imágenes se coló entre mis desvaríos hasta que la última se plasmó entre estos, era Helga, mi madre, pero lejos de estar serena como solía ocurrir, reflejaba una gran preocupación en su mirada, sus palabras confirmaron el miedo de sus ojos: “Está a punto de ocurrir algo espantoso. ¡Despierta!”, un movimiento sacudió mi cama como si ella hubiese saltado sobre mí en un desesperado intento por sacarme de mi profundo sueño

Domingo 25 de Junio de 1820, El Mendigo. Clotilde asistía a Violeta, quien continuaba con su grotesco mal. La llevó al dormitorio y, con un té de hierbas, la indujo al sueño para mitigar sus espantosos dolores post vómito. Mientras se aprontaba a preparar la gallina para el almuerzo, la puerta sonó: “Vaya, aún es muy temprano para que lleguen de la Iglesia”, pensó

El Almuerzo. Clotilde hojeaba en la habitación el famoso libro que ocultaban en un rincón fuera de mi vista permitida. Se veía bastante agitada y ruborizada, como si estuviese con la cabeza cerca del fuego. Pasaba con velocidad las páginas hasta que se detuvo en una de ellas, sus ojos se detuvieron ahí y brillaron de felicidad: “El poder de la flauta de juncos”, fueron las palabras claves que salieron de su boca. Deseaba tener en mi poder aquel objeto tan preciado por ellas porque al ser parte del linaje aquel libro debería, tarde o temprano, llegar a mis manos. Después de varios minutos de observación y detención, en lo que había encontrado: “Juncos, necesito juncos para hacer la flauta, obvio lo dice arriba”, dijo mientras seguía avanzando con detención y murmuraba lo que iba leyendo, hasta que volvió a expresar con claridad: “Complementa la parálisis que dan las hierbas y asegura el olvido total de lo ocurrido, sin levantar sospecha ni atisbo de recuerdo alguno. ¡Eureka, esto es justo lo que necesito!”, dijo contenta, pero dentro del jolgorio tuvo un pequeño bajón: “Pero el poder de olvido dura una sola vez, de ahí en adelante, la flauta tendrá un efecto meramente musical. ¡Buhhh!, bueno, no se puede tener todo en la vida”, sentenció. Cerró el libro y lo dejó en su lugar para abandonar el cuarto

Madrugada del 27 de Junio de 1820, Pan. Clotilde salió de su habitación con extremo sigilo para evitar cualquier alteración nocturna, caminó descalza hasta el comedor, aquella habitación oculta tras la puerta que daba a la cocina, sin cometer la torpeza de cargar una lámpara por lo que se ayudaba de su excelente orientación y tacto. Con calma, pero sin problemas, logró dar con el mueble que ocultaba el sagrado libro bajo el falso fondo del cajón inferior

Viernes 30 de Junio de 1820, la Invitación. Clotilde había sido lo suficientemente astuta como para convencer a todas en menos de tres días sobre la persona correcta para el sacrificio. Pese a que era un adulto y que el acto debía ejecutarse dentro de la casa, el deber las obligaba a cumplir con su misión a mitad de año. Para la próxima vez esperaban más de algún un nacimiento para saber a quién acudir el 31 de diciembre, pero para ello necesitaban acercarse a un matrimonio que estuviera a la espera de un hijo

El Horror de Matías. En la mesa noté que habían unos panecillos y una taza de té, cuando vi aquella imagen pude deducir que llegaría el Inquisidor o alguna otra visita nueva, sin embargo, a juzgar por la lámpara y el tiempo pasado desde mi tercera comida, ya debía estar oscuro, y ellas eran reacias a recibir hombres por las noches; incluso cuando fuera un religioso, por otro lado, Violeta de seguro dormía en su cama mientras se recuperaba gracias a los sedantes de Clotilde que calmaban su dolor. Entonces pensé en alguna visita de la que pedirían ayuda, alguien de quien pudieran sacar ventaja y que de seguro peligraba como había ocurrido con Violeta

Ταροτ Μ{τιχο. Pese a que se requería el acto sagrado del sacrificio cada seis meses, Ana y Clotilde no pudieron resistir a la tentación y cayeron en lo más recóndito de sus sentimientos, sucumbieron a los fuertes impulsos carnales que no podían ser expuestos ante los demás por ser despreciados por la Iglesia, por ello gozaron escondidas y avergonzadas. Ese aspecto más oscuro e instintivo de la naturaleza humana la experimentó Matías cuando sintió una gran excitación al ver el pecho descubierto de su tía, sin embargo, la vergüenza también lo atormentaba sin que lograra comprender del todo el porqué; solo sentía que aquello era muy tentador, pero muy sórdido a la vez, y lo atribuyó a la magia que ellas poseían. “No nos dejes caer en tentación”, repetían cada domingo las mujeres que fueron capaces de intentar pactar con el enemigo y fornicar con el prójimo

CAPÍTULO XVII: La Verdad (LA TORRE) “Para mantener sus poderes, la energía del linaje debe nutrirse con la sangre de una persona viva hasta matarla, ello debe realizarse cada seis meses, de demorarse más, los poderes se verán seriamente mermados con el pasar de los días y vendrán acompañados de fuertes dolores de cabeza y extrema debilidad, lo que dificultará la ejecución del acto los días siguientes y, de seguir así, dentro de un mes las integrantes morirán producto de un dolor de cabeza que detonará en un estallido cerebral

Domingo 02 de Julio de 1820, El Inquisidor Ronda. Las mujeres ya estaban perspicaces a tener visitas inesperadas, y la llegada del Inquisidor junto a un sacerdote, estuvo lejos de tomarlas por sorpresa; muy por el contrario, al verlos se mostraron agradecidas por su servicio hacia Violeta

En el Sabor del Peligro. Ahí estaban las desgraciadas, todas alrededor de la mesa invitando al Inquisidor y al otro hombre de Dios. Graciela era la cómplice perfecta que servía para ellas y la pared impoluta, sin ningún rasguño ni vestigio de lo ocurrido, les ocultaba su siniestra cara también. En un minuto pensé en alzar la voz y develar los ocultos secretos incluyéndome, de ese modo, aquellos hombres en nombre de la Iglesia pondrían las cosas en su sitio para ajusticiarlas, sin embargo, no tenía la certeza acerca de la bondad de los hombres de Dios; quizá al relacionarme como parte de la familia me sacrificarían sin piedad e iría a parar a las llamas como me habían dicho. Lo mejor entonces, era morderme la lengua y tener fe en que las cosas poco a poco mejorarían, ya no quería saber de ellas, había perdido la confianza en absoluto. Sabía que eran malas, no por el hecho de ocultar el desmembrado cuerpo, sino porque realizar el terrible ritual les generaba placer y hasta reían sin piedad. No podía dejar de preguntarme a cuántas personas habrían matado juntas y cuántos de ellos terminaron atrapados en esa pared

03 de Julio de 1820. Me pasé todo el día tratando de tenerlo, pero era tan grande mi temor que no me atreví a escalar más allá de la segunda tabla de la repisa, ya que, mientras más me aproximaba a aquel envoltorio de tela roja, también se aproximaban mis amenazas. No sabía a esas alturas qué era mentira y qué era verdad, todo lo que había visto tras la pared era real: esos conjuros, asesinatos y visitas extrañas no eran producto de mi imaginación. La pared se abría y devoraba un cuerpo trozado y ensangrentado, esa imagen vívida en mi mente me obligaba a mirar las paredes a mi alrededor cuando estaba acostado para cerciorarme de que estuvieran inmóviles, tal como las conocía

04 de Julio de 1820, El Libro. Esa noche me encontraba en la cama. Inquieto. De pronto escuché la cruel risa de Matilde mientras se divertía con los órganos del hombre, cerré mis ojos de pánico y el viscoso ruido envolvió la catacumba. Recordé entonces el muro devorador, aquel muro que había despertado y se notaba más amenazante, pero cuando abrí mis ojos el ruido desapareció. Entonces pensé que aquella cosa me iba a devorar apenas me durmiera, me levanté y me fui a mi lugar secreto porque estaba seguro de que, si algo me hubiese despertado, era algún acto espantoso que se estaba realizando nuevamente en ese cuarto. No me equivocaba, vi a Matilde sostener un corazón aún palpitante en sus manos, lo apretaba y reía de aquella manera escandalosa que me había sorprendido. De inmediato noté que el corazón pertenecía a una mujer, “Violeta, no puede ser”, pensé, Matilde se había vuelto loca y había acabado con la última de su clan, concluí que su maldad había comenzado con su intento de pactar con el ser prohibido y, por ende, era la más peligrosa de todas. Las cosas empeoraron cuando su vista se fijó en dirección hacia donde estaba yo y me sonrió, dejó caer un cuajarón de sangre tan espesa sobre la mesa que parecía un coágulo. Sin piedad metió un cuchillo por la nuca de Violeta y abrió una gran herida, en la que metió mano, luego giro el rostro del cadáver hacia mí, tenía sus ojos blancos y semiabiertos. “Matías, si intentas leer el libro te pasará lo mismo”, dijo con la misma voz que había usado para imitar al borracho después del ritual. Estaba perdido, ella me había descubierto, no había caso en intentar ocultar la verdad, grité a todo pulmón y me aferré a la pared, pero mi brazo entero se hundió en un viscoso barro en el que me atrapó. Mis gritos se hicieron más intensos y al forcejear una fuerte presión me causó un dolor extremo, en pocos segundos, la pared tragaba mi brazo y yo gritaba sin él, sentía el calor quemante de mi sangre brotar a borbotones y de mi sitio de descanso caí. De pronto, desperté bajo la cama transpirado completo

Julio 1820

Ταροτ Μ{τιχο. Matías al fin tuvo las dos herramientas que destruyeron las paredes de su mundo, aquel mundo que sus tías habían construido perfectamente para su propia conveniencia, mostrándole solo lo que ellas querían para poder controlarlo, pero así como la pared se había abierto, también las paredes de la ignorancia de Matías dejando al descubierto todos los secretos vergonzosos que ocultaban, sus deseos, su maldad, su manipulación y sus mentiras. La luz y el libro le otorgaban el conocimiento necesario y le mostraban una aterradora verdad acerca de su linaje y podía ver día a día por esa pequeña abertura, el verdadero comportamiento y naturaleza de sus tías. La imagen que enseñaban se había derrumbado frente a sus ojos

CAPÍTULO XVIII: La Llegada de un Amigo, Mateo (LA ESTRELLA) 02 de Agosto de 1820, La Estrella de la Esperanza. Cuando noté que la puerta del cuarto se abrió, apagué la luz intempestivamente, de seguro ellas se juntarían para hacer sus escabrosas conspiraciones en las que incluirían hierbas, vísceras y sangre o se trataría de la habitual visita de los hombres de Dios, pero esta vez, mi sorpresa fue enorme cuando vi a alguien de mi porte entrar al cuarto, cerró la puerta tras él y recorrió la pieza a hurtadillas, al parecer, la casa estaba vacía porque ellas no permitirían bajo ninguna circunstancia deambular a alguien en su territorio, el que yo consideraba ahora, una trampa mortal

Domingo 13 de Agosto de 1820, La Prueba de Confianza

Lunes 14 de Agosto de 1820, Enseñanza de Otros Aires. Después del desayuno que Ana entregó y, pese a que todas aumentaron sus raciones y dejaron comida y agua, Mateo ya había perdido unos pocos kilos. Del instante en que la puerta sonó, corrí de mi cama para invitarlo a compartir los alimentos y alcanzar la reliquia de vastas páginas, pero algo me detuvo al aproximarme al mueble: “quiero saber cómo funciona esto”, le mostré la flauta que saqué de su escondite y Mateo sonrió: “Mi padre me enseñó cómo suena”, dijo mientras la miraba con atención

Ταροτ Μ{τιχο. Tras el desesperanzador derrumbe, Matías se hallaba inserto en medio de las dificultades, se presentó un frágil destello esperanzador en la forma de un niño que le enseñó la verdadera amistad. Aquello era un soplo de aire fresco por ser una experiencia agradable para Matías, quien comenzaba a vislumbrar el camino a seguir para lograr su libertad. Daba paso, de ese modo, a algo que para él era realmente valioso. Si bien, la estrella de la esperanza era tenue, suave e impalpable al no asegurar una solución concreta, era a la vez poderosa, dada la fe que presentaba en medio de la nada como una gran fuerza de voluntad en su interior, lo que se traducía en: las ganas de vivir

CAPÍTULO XIX: Dudas (LA LUNA) Durante la madrugada, un agudo grito me despertó, conocía aquella voz, pero no recordaba de quién se trataba, era la voz de una mujer. Al lado Mateo roncaba, de seguro con la boca abierta, ya que parecía ahogarse entre sus ruidos; mi primer impulso fue despertarlo, pero me detuve porque sentí que se trataba de algo que debía ver solo. Quizás él no estaría preparado y gritaría a todo pulmón, arruinaría mi escondite, todo lo que había conseguido y lo asesinarían. Pese al tiempo que habíamos compartido aún tenía mis dudas y pensé que quizás sería mejor que se muriera

01 de Septiembre de 1820, La Visita Amenazante. Los niños caen con más frecuencia, pero se levantan y recuperan con la misma rapidez, aquella era la misma situación aplicada a nuestra amistad, así que en pocos días volvimos a ser amigos como antes, aunque yo aún no me decidía sobre el camino que debía tomar. Seguíamos compartiendo la comida, la cama, los juegos y los estudios, seguíamos observando, por consiguiente, el comportamiento de las mujeres a través de la pared y Mateo se calmaba cuando veía a su familia preguntar de vez en cuando por él o, al menos, lograba manejar de mejor manera la tensión. Pero hubo una visita que le causó un pánico que aterrizó de manera punzante en mi estómago, tal parecía que la profecía de Mateo se había cumplido cuando vimos a Violeta sentada junto a un hombre, que aparentaba ser de su edad, y era presentado como su novio. Posteriormente vinieron las felicitaciones de las cómplices cuyo interés era mantener el linaje, la clara intención de una mujer que les proporcionara la continuidad. Ambos nos turnamos para observar, pero, aunque cada uno veía la mitad de lo ocurrido por las intermitentes interrupciones, el mensaje fue bastante claro, al retirarse los presentes, la habitación quedó a oscuras, cubrí la pared y encendí la lámpara solo para darme cuenta de que Mateo me miraba con piedad

17 de Septiembre de 1820, El Compromiso ―Señora Clotilde, señora Ana, señora Matilde, vinimos a visitarlas porque queríamos anunciar algo importante ―Cogió la mano de Violeta, aun así, no lograba ver su rostro―. Dado que Violeta no tiene familia y ustedes la acogieron, la cuidaron cuando se enfermó… cosa que ni siquiera yo hice…

19 de Septiembre de 1820, Parecen Cuatro, pero Cerbero Continúa con Tres Cabezas. Estaban reunidas las cuatro brujas, era una ocasión de privacidad en la que algo importante tenían que decir. Violeta era la mujer que recientemente se había unido al clan familiar y Mateo a esas alturas lo sabía

20 de Septiembre de 1820, La Precipitación. Las visitas de la familia de Mateo se hicieron frecuentes, y aunque permanecían cada vez más resignados a la idea de no encontrarlo, continuaban en su empresa de recorrer el pueblo casa por casa. No obstante, el pequeño hermano de Mateo entraba en confianza cada vez más y, sin que las demás lo advirtieran, recorría la casa con los ojos puestos en cada rincón que podía permitirse

21 de Septiembre de 1820, Intento Fallido. Me desperté muy temprano y preparé las hierbas adormecedoras de Clotilde, había de todo y me sabía esa página del libro que había leído múltiples veces con mucha atención, solo me podía valer del tacto para sentirlas y la luz de la pared que, al estar oscuro, era casi inútil. Mateo estaba decidido y a la hora del desayuno iba a buscar la oportunidad de escapar, pero no sería tan fácil, en mi fuero interno, sentía que eso debía armarse con tiempo, con cabeza, porque de fallar los dos íbamos a morir sin miramientos

Noche del 22 de Septiembre de 1820, La Tenue Luz de la Luna Llena Logra Aclarar Muchas Dudas. Una brillante luz blanquecina plateada me obligó a abrir los ojos y de inmediato adiviné de quién se trataba, me levanté sigiloso y me dirigí a la estructura de las plantas. Asombrado, no dejaba de mirar al percatarme de que la misteriosa luminiscencia provenía de los blancos narcisos cuyos tamaños eran similares al de mi mano empuñada, eran más grandes de lo habitual; sus corolas amarillas como el descrito sol que yo imaginaba y sus hojas alargadas y bien erectas de un tono verde oscuro relucían de manera notoria. Aquellos narcisos estaban cultivados en una tremenda maceta que llegaba a la altura de mi cintura y estaba ubicada a los pies de la estructura

Ταροτ Μ{τιχο. Las amedrentadoras dudas que acosaban a Matías, lo empujaban a tomar una dura decisión, lo único que se manifestaba con claridad, era el espantoso resultado al que llevaba cualquiera de los caminos que emprendiera, donde la separación, el dolor y las lágrimas eran inevitables. La caprichosa luna alumbraba de manera parcial lo que deseaba mostrar en su momento, solo estando llena manifestó como tal el escenario que se presentaba, aun así, lo hacía con una débil luz. Las tías eran tres y pretendían seguir siéndolo, pero aprovechando el beneficio del cuarteto, cual Cancerbero continuaba vigilando el infierno

CAPÍTULO XX: Bella Luz de Divinidad (EL SOL) ―Esto no tiene sentido, esto no tiene lógica, es una estupidez, ¿sabes? ―reclamaba Mateo, pese a que le había dado la razón―. Estoy atrapado por algo que no tiene sentido, es ridículo

13 de octubre de 1820, La más Amada Cumple 45. Solo una línea de cicatriz se apreciaba donde hacía dos semanas había una abertura en la mano, lo inquietante no fue el grato resultado, sino que el libro se había recuperado también de su herida y la hoja permanecía intacta. Mateo aludió a la lógica al sostener que aquellas hierbas se usaban para hacer remedios y que tenían propiedades para sanar, que nada tenía que ver con la magia y, respecto a la página, simple, según su punto de vista, la hoja no se había roto, había sido una ilusión a causa de los nervios. El sonido de la hoja había sido en realidad su mano al herirse por haberla manipulado con tanta brusquedad. El tema estaba zanjado y por un lado mejor, porque cierto halo de calma y estabilidad rodeó la catacumba durante los días sucesivos, pese a que el plan de huir estaba claro, lo que nos ayudó a conspirar la mejor manera de ejecutar una salida victoriosa

El Plan. Nos levantamos y vestimos, no había que esperar la lámpara, estaba disponible para que pudiéramos recorrer el sector antes de que bajaran con la primera comida del día. De ese modo, observamos cada rincón del sitio sin mayor éxito, nuestra mente no lograba acertar una buena escapatoria, pero luego de una tormenta de ideas, todas en el aire y tan estúpidas e imposibles de concretar, reímos a carcajadas por un largo rato y lo dejamos de lado. No obstante, todos los días y en más de alguna ocasión comentábamos respecto al tecnicismo que podríamos ocupar; el espectro abordaba desde matarlas, adormecerlas, romper el muro, gritar a todo pulmón para ser escuchados, hasta convencerlas, pero nada de ello era satisfactorio al converger en el hecho de que había un alto riesgo de que una de las tres nos atrapara

Primero de Noviembre de 1820, Mantente Oculto, Fermín. Mientras el hermano mayor estaba atrapado en la casa junto a Matías, el intruso Fermín se coló a través de una las ventanas, Mateo lo observó y entró en desesperación; era la oportunidad de hablarle, sin dudar lo nombró con voz seca y clara, pero el niño no se había percatado, parecía estar nervioso de que llegaran de manera intempestiva, como si en casa no hubieran habitantes, por ello, Mateo llamó por segunda vez y más fuerte, entonces Fermín alzó la vista al techo y de inmediato se fijó en el suelo y por las paredes, no había que explicar con detalle lo que sabíamos, el niño recorría la misma travesía que Mateo, su hermano mayor

La Atrocidad “¡Ih!, dos semanas de suplicio” fueron las palabras que Ana dijo desde el dintel de la entrada de su casa, no tenía sentido ir a buscar a los fugados, el fin del linaje comenzó a accionar tal como lo señalaba el designio del libro

Ταροτ Μ{τιχο. El brillante sol, tan potente y luminoso que aterraba y alejaba a las mujeres, dejó en visto frente a todos los macabros actos realizados por años, todo aquello que la familia quería ocultar, por fin fue descubierto y le daba a Matías la oportunidad de una nueva vida alejado de la oscuridad, la ignorancia, la impotencia, la servidumbre, el sometimiento, la ceguera y la desesperación gracias a que Matilde logró vencer a Ana por primera vez para romper con esa prisión en todo sentido. Las maldiciones nocturnas se disipaban para Matías y ahora él debía enfrentar una nueva vida, una nueva realidad instalada sobre cánones más concretos, objetivos y realistas, Matías recupera su fe y está listo para conocer su propósito como humano

CAPÍTULO XXI: La Gran Cruz (El JUICIO) La prisa era una máxima en el actuar, por ello y aprovechándose de la ventaja que le daban las dos semanas de suplicio, Fernando se dedicó a leer gran parte del libro junto a mí, cada una de las dudas que yo esclarecía lo ayudaban a fortalecer sus certezas, las que presentaría ante el temido Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Lima. De ese modo y durante tres días, se reunió toda la información obtenida para la declaración. Lo mismo tendría que hacer cada una de las acusadas, sus familiares, testigos y aludidos a sus poderes malignos

22 de Noviembre de 1820; La Sentencia. Como todos los presentes estoy aterrado ante la evidencia, tanto de lo visto estas dos semanas como de lo expresado por las mismas acusadas, y, por ende, me veo en la obligación cristiana de ejecutarlas

28 de Noviembre de 1820; La Gran Cruz. En pleno día y, sin piedad, llegó la hora del juicio. El sitio donde se iba a realizar la horrenda actividad estaba completamente dispuesto; era un lugar circular semiabierto de treinta metros de diámetro, dos tercios del perímetro estaban ocupados con bancas de madera ubicadas de manera escalonada formando seis filas para que todos los espectadores pudieran apreciar el evento. Yo tiritaba ubicado en la tercera fila, justo en la parte del medio, en el punto más lejano, pero al mismo tiempo con el panorama más completo del sitio donde iban a acabar con las herejes, según las palabras de los jueces, o el linaje, según las de ellas. Aquella cruz inmensa sobresalía de una fosa y en uno de los bordes había una gran roca que la apoyaba y mantenía a cuarenta grados. Por su otra parte, estaba sostenida por cuerdas y al parecer algo enterrada para que se mantuviera en esa posición. “Debieron trabajar todos y muchos para hacer algo tan grande”, pensé al momento que no terminaba de comprender completamente cómo iba a ser el sacrificio sin dejar de sospechar acerca de la ignorancia que ocultaban al respecto muchos de los presentes sentados ahí

Ταροτ Μ{τιχο. El juicio de la inquisición terminó con el linaje, pero haber acabado con ello implicó también el fin de la Inquisición en Perú ese mismo año

CAPÍTULO XXII: Ciclos Interminables (EL MUNDO) Luego del traumático evento, nadie quería saber de mí, todos me temían a causa de mi linaje, incluso cuando decidí seguir el camino del catolicismo con todas sus exigencias. Frente al peligro de quedar abandonado a la deriva y transformarme en un futuro vagabundo, como aquel hombre que terminó destrozado, apareció un acaudalado matrimonio de mediana edad, devoto de la religión y que pedía cada domingo por un hijo, solicitud que el “creador” les negaba desde hacía diez años, entonces entendieron el llamado y pudieron, al fin, sanar su dolor y de paso, mi temor. Sin mayores trámites, la solicitud fue aceptada por el nuevo religioso a cargo. Mis nuevos padres, eran nada menos que Isabel e Ismael, aquellas personas acaudaladas que formaron parte del tribunal voluntariamente, solo para evitar mi sacrificio y no solo salvaron mi vida, sino que también se comprometieron a guiarla y contenerla con todo su amor. Fueron conmigo unos benditos y, con el corazón henchido, decidí emprender con mis nuevos padres un nuevo camino despejado de toda duda, porque con ellos sentí una calidez tan parecida a la que recibía de Matilde, que me dieron la confianza necesaria como para desear quedarme a su lado

Matías se Marcha al País del Sur. Pese al respeto y reconocimiento de la familia que me había adoptado como religiosa y bondadosa, las cosas cambiaron para el matrimonio desde su decisión de adoptarme. Si bien el saludo cordial por parte de los miembros de la Iglesia que antes los apoyaron, como era de suponer, sutilmente se fue volviendo hipócrita. Poco a poco el pueblo los apartó y, sin necesidad de recibir un ataque directo, mi nueva familia comprendió que aquella ciudad de Perú era un lugar inhabitable para ellos, incluso mucho antes del último sacrificio que trajo consigo la abolición absoluta de aquella terrible Inquisición y el justo cierre de una etapa tan oscura para el país

25 de Septiembre de 1903, el Presente. El clima gentil que desplegaba la primavera me daba la chance de salir a la intemperie a mi muy avanzada edad. Me sentía dichoso de sobrevivir al espantoso frío de la estación anterior porque de morir, prefería hacerlo en un lugar abierto, soleado y espacioso, y pese a que hace más de ochenta años había escapado de aquellas prisioneras cuevas, ya de oscuridad y humedad había tenido suficiente. La pluma, el papel y los libros fueron mis aliados de vida y mientras sentía que tenía mi mente aún intacta para recordar pasajes de mi pasado, los plasmaba de inmediato en el papel, cada suceso, sensación que recordaba, impulsaba mi puño contra la hoja de algún nuevo librillo de los que en el último año ya había llenado bastantes

22 de diciembre de 1820; Adiós Lima, Adiós Vieja Vida. Una profunda melancolía me invadió desde muy temprano al momento que desperté, la gente tan hipócrita como solía comportarse en estos casos sentía alivio de vernos partir, pero al mismo tiempo un gramo de remordimiento los obligaba a despedirse con obsequios para el camino y alguna que otra lágrima. Isabel se limitó a sonreír, agradecer y recibir cuanto vituperio llegaba a sus manos

06 de Diciembre de 1903, El Presente. Aquella primavera estaba siendo grandiosa y prometía un verano muy caluroso, no me perdería la oportunidad de ver las amarillas flores silvestres que rodeaban una famosa Plaza de la Victoria, que ahora estaba sufriendo una hermosa remodelación. No sé por qué, pero hoy decidí llevar conmigo ambos collares en el cuello, el de mi madre y el de esferas que Matilde me obsequió, salvo aquella diferencia, me presenté en el mismo lugar al que cada tarde desde mediados de septiembre visitaba para escribir algo más de mis memorias, disfrutar del clima y el ambiente o intentar encontrar, una vez más, a aquella bebé, pero esto último parecía ser en vano, ya que nunca más los divisé por lo que especulé que no vivían en la ciudad. De pronto, sentí un profundo arrepentimiento por no haber querido formar una familia como el resto de mis compañeros. En fin, era momento de escribir…

06 de Diciembre de 1903. La Caída del Lápiz. En ese minuto, Matías alzó la vista hacia el resplandeciente sol y anonadado observó en las alturas a Helga, quien vestida de su habitual traje blanco lo llamaba con un ademán, mientras que sus largos cabellos ondeaban por los aires: “Llegó la hora de reunirnos”, le dijo. Matías se limitó a ver el cielo mientras desde ahí observaba a su madre, hasta que el lápiz que empuñaba rodó por el suelo. Ταροτ Μ{τιχο. La vida continúa y el tiempo, con su inflexible paso, nos hace sentir insignificantes. Todos los ciclos se cierran para iniciar uno nuevo y es así como se comporta durante toda nuestra existencia terrenal. De ese mismo modo, el círculo se cerró con el fin del linaje y el pago de su creador, la despedida de Matías con Mateo, el abandono del pueblo, la abolición de la Inquisición, la destrucción de la vieja Plaza de Armas en Valparaíso para iniciar la nueva estructura. Los recuerdos son solo eso, y quedan plasmados en nuestra memoria como aprendizajes, ya sea en forma de dicha o de trauma, pero los ciclos no se detienen por ello y no lo harán jamás

Epílogo. Primavera de 1906. A tres años de la muerte de Matías, la primavera hacía gala de su reinado en el lugar, atrás había quedado el frío y las personas disfrutaban de las bondades de la estación. El designio del doctor fue acertado, Matías no llegó a los noventa y dos años, tampoco tuvo la fortuna de probar las granadas en marzo ni de volver a ver a aquella bebé que rescató y que tanto despertó su curiosidad

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Cabe destacar que esta obra está narrada por tres entes que realizarán la narración según el prisma que les corresponda. El primero concierne a Matías, el protagonista, quien será el encargado de contarnos en primera persona los sucesos ocurridos desde su propio punto de vista a lo largo del relato, tanto desde su niñez como de su adolescencia, vida adulta y vejez; desde sus emociones, sentimientos y percepciones del dolor tal como lo vivía en carne propia. El segundo es un narrador en tercera persona que nos contará lo ocurrido mientras Matías se encuentra ausente, sucesos de los cuales el protagonista no se entera en su momento. El tercero es el narrador esotérico, que integra y comenta, en tercera persona, los sucesos del capítulo con la carta del tarot correspondiente; aparece al final de cada uno de estos capítulos con letras cursivas para cerrarlo y pavimentar un puente hacia el siguiente.

Debe dejarse en claro que se trata de una novela netamente narrativa, no es un estudio esotérico acerca del tarot, un análisis astrológico, tampoco de brujería ni rituales Incaicos, aunque estos aparezcan como parte fundamental de las causas que llevan a cometer dichos actos a los protagonistas. Tampoco hablamos de un documental de historia, ni siquiera es una novela histórica, aunque esté ambientada en Perú de 1820 y en Valparaíso de 1903, y, por ende, haya situaciones y lugares que ameriten ser expresados.

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―Cómo es afuera

Listo, lo dije.

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