Las voces de la locura
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José María Álvarez. Las voces de la locura
Créditos
Índice
Prólogo
El automatismo mental. Del lenguaje como sustancia del alma
1. La historia y el sujeto
2. La sustancia del alma
Las voces y su historia: sobre el nacimiento de la esquizofrenia1
1. Pregunta
2. Hipótesis
3. Espíritus intermedios
4. Lo imposible y las voces
5. Un lenguaje extraño
6. Pathos y lenguaje
7. De las imágenes a las palabras
8. Palabras rotas y desamparadas
9. Ecos de un fracaso
Origen histórico de la esquizofrenia e historia de la subjetividad26
1. Planteamiento
2. Definición del sujeto
3. Historia de la subjetividad
4. La esquizofrenia como enfermedad histórica
5. El lenguaje y las alucinaciones
6. Las voces son el síntoma revelador de una época
Entre voces63
El hombre hablado. A propósito del automatismo mental y la subjetividad moderna64
1. El hombre hablado
2. Visionarios, charlatanas, ventrílocuos y xenópatas
3. Automatismo mental
4. Xenopatía
5. Insultos e injurias
6. El automatismo mental generalizado
Sustancia y fronteras de la enfermedad mental137
1. Paradigmas
2. Enfermedades mentales
3. Continuo y discontinuo
4. Artificios
5. Ejes
El sujeto de la melancolía172
1. Enemigos de la melancolía
2. Dolor del alma
3. Opiniones y consecuencias
4. Delirio parcial
5. Incapacidad de amar
6. Melancolía y deseo
7. Saturno, el dios lejano
8. Saturno en lo más alto y en lo más central
9. Saturno, el dios lento
10. Saturno y la opulencia
11. Saturno se deprime
12. Saturno, el dios voraz
13. Saturno deudor
14. Saturno culpable e inocente
Bibliografía citada
Sobre los autores
Notas
Отрывок из книги
Colección La Otra psiquiatría
Dirigida por José María Álvarez y Fernando Colina
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La temible aberración de los modernos —continúa Benjamin— consiste en considerar irrelevante y conjurable esta experiencia, y dejarla en manos del individuo para que delire y se extasíe al contemplar hermosas noches consteladas. Pero lo cierto es que se impone cada vez de nuevo, y los pueblos y razas apenas logran escapar a ella, tal como lo ha demostrado, y del modo más terrible, la última guerra, que fue un intento por celebrar nuevos e inauditos desposorios con las potencias cósmicas10.
En efecto, el psicótico actual carece de esa experiencia con la que rellenar fácilmente su potencial mundo delirante. Nuestro psicótico no dispone de un mundo sobrenatural compartido con otros seres. Está falto de una experiencia cosmológica que le posibilite tratar la inmensidad del universo, y no acierta a revestir ese mundo mudo y temible que se ha despertado con la escisión del hombre moderno, atrapado y descoyuntado entre la ciencia y el Romanticismo. Un mundo volcánico capaz de reventar las frágiles palabras que entran en contacto con él, esas mismas palabras que comprometen al psicótico hasta desencadenar la locura y ocupar su cabeza con las nuevas voces del automatismo mental, tan inclinadas más tarde a dar testimonio de un supuesto asesinato del alma o a erigirse en el campo de batalla de dos fuerzas cósmicas que comprometen a su oidor.
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