Отрывок из книги
Conocí a José Mora O por el año del 2002 y en nuestra primera conversación explotó de sus labios una frase que resonó con todo su sentido: “El camino de la iluminación está plagado de situaciones divertidas”. Y ante tal afirmación, mi respuesta, plagada de curiosidad, fue una pregunta: ¿cómo es que el camino de la iluminación puede ser divertido? “Por experimentar momentos como este en donde ahora conversamos y que miro tu rostro, al que presumo asombrado ante la inminencia de saber que basta este momento divertido para saber que ya estamos iluminados”.
Y atrapado por esta aparente fuga de sentido hacia los laberintos de mi mente, caí en la cuenta de que José se refería al eterno presente, a esa esfera donde la verdad es pura y que, al traducirse a través del código neutro que une la no dualidad a la dualidad por el intersticio de la conciencia plena, nos permite curiosear los detalles del espejo universal, del cual habrá que limpiar el vaho del sufrimiento para que nos muestre el verdadero sentido de la vida.
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Cuando llegamos a la ciudad de Tepic, mi padrino atendió de forma directa los asuntos de esa ciudad y luego, por consenso, visitamos a unos familiares que nos invitaron a comer. Por la tarde, conociendo los movimientos y lugares de la ciudad, fuimos a las afueras de un mercado en donde había un tianguis permanente de libros usados. “Recorre los puestos y escoge dos libros, te los voy a regalar. Te recomiendo que escojas libros que te hablen. Deja que ellos decidan por ti”. Así de clara y enfática fue su recomendación.
Eran solamente cinco puestos con libros acomodados en el piso, distribuidos sin criterio alguno. Al principio no tenía ni una idea sobre qué elegir. Buscaba algún título que me dijera algo, que me fuera familiar. Y al no tener ningún punto de referencia, me sentí francamente ignorante.
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