La necesidad de reformar la Iglesia
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Juan Calvino. La necesidad de reformar la Iglesia
Introducción a la Edición Castellana del 2009
Introducción a la Edición en Inglés de 1995
Introducción
Sección I. Los Males que nos Obligan a Buscar Remedios
Sección II. Los Remedios Empleados para Corregir los Males
Sección III. Reforma Requerida Sin Dilación Alguna
Notas
Отрывок из книги
La Necesidad
de Reformar la Iglesia
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Condenamos el error que impone a los hombres tener más en cuenta sus propias obras que a Cristo, como un medio para hacer a Dios propicio, para merecer su favor y para obtener la herencia de la vida eterna: en resumen, como un medio para llegar a ser justos ante Sus ojos. Primero, ellos se enorgullecen a sí mismos con los méritos de sus obras, como si ligasen a Dios a ellos mismos. Tal orgullo como éste, ¿qué es sino una embriaguez fatal del alma? Pues en lugar de Cristo, ellos se adoran a sí mismos, y sueñan poseer vida mientras que están sumergidos en el abismo profundo de la muerte. Se puede decir que exagero en este punto, pero ningún hombre puede negar la doctrina trillada de las escuelas e iglesias, que afirma que es por obras que debemos merecer el favor de Dios, y por las obras debemos adquirir la vida eterna; que cualquier esperanza de salvación no apoyada por buenas obras es atrevida y presuntuosa; que somos reconciliados con Dios por la satisfacción de buenas obras, y no por una remisión gratuita de pecados; que las buenas obras son meritorias de la salvación eterna, no porque ellas nos sean imputadas gratuitamente como justicia por los méritos de Cristo, sino por el pacto de la ley; y que los hombres, tan a menudo como ellos pierdan la gracia de Dios, son reconciliados con Él, no por un perdón libre, sino por lo que ellos llaman obras de satisfacción (estas obras siendo suplementadas por los méritos de Cristo y de los mártires) a condición de que el pecador merezca ser ayudado. Es cierto que, antes que Lutero llegase a ser conocido por el mundo, estos dogmas impíos cautivaban a todo el mundo; e incluso hoy en día, no hay parte de nuestra doctrina que nuestros adversarios ataquen con mayor intensidad y obstinación.
Finalmente, había otro error muy pestilencial, que no sólo ocupó las mentes de los hombres, pero que fue considerado como uno de los artículos principales de la fe, y que era impío dudar: a saber, que los creyentes debían ser mantenidos perpetuamente en suspenso e incertidumbre en cuanto a la obra de la gracia de Dios en ellos. Por esta sugerencia del Diablo, el poder de la fe fue extinguido completamente, los beneficios de la redención de Cristo extinguidos, y la salvación de los hombres destruida. Porque, como Pablo declara, esa fe sólo es la fe cristiana que inspira los corazones con confianza, y que nos anima a presentarnos ante la presencia de Dios (Rom. 5:2). En ninguna otra perspectiva la doctrina (que se halla en otro pasaje) del apóstol Pablo podía ser mantenida, sino en que5 «hemos recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos ¡Abba, Padre!» (Rom. 8:15).
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