Отрывок из книги
Amigo lector. ¡Gracias por tener este libro entre tus manos! Vaya por delante que no soy ningún gurú, ni coach, ni psicólogo, ni uno de esos grandes escritores de libros de autoayuda. Soy una persona normal, sencilla, como tú, que únicamente he sentido la necesidad de transmitir mi experiencia vital y cómo, de manera autodidacta, he llegado a conseguir que la FUERZA me acompañe siempre, en cada segundo de cada día de mi vida. No, tampoco soy ningún Jedi, ni nadie especial, ni raro por derrochar optimismo, positividad y disfrutar con PASIÓN de todo lo que hago. Lo bueno de todo es que cada uno de nosotros −sí, tú también−, podemos tener la FUERZA que yo siento en mi interior y canalizarla para lograr nuestros objetivos. ¿Cómo? No te preocupes. A lo largo de las páginas de este libro, te iré dando las claves para llegar a conseguirlo; claves que a mí me funcionan y que quiero compartir contigo.
Quizá estás pensando que eso es imposible; que ya lo has intentado a veces y no has obtenido resultados; que has leído libros de autoayuda y todo es charlatanería, y que decirlo es muy fácil, pero luego hay que llevarlo a la práctica. Todo eso lo sé, porque a mí me ha pasado. Por eso he seguido mi propio camino, mi propio instinto, partiendo de mi interior y ayudado en este caminar hacia la FUERZA por distintas experiencias y por la lectura de un libro que me sirvió de catapulta hacia lo que soy hoy: «El monje que vendió su Ferrari», de Robin Sharma, que he recomendado muchas veces y que he releído en cinco ocasiones y regalado bastantes más. Desde esa base, y desde la interiorización personal, he llegado a mi meta final: ser quién realmente quiero ser y cómo quiero ser.
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-Escribe y enfócate en lo que realmente no te gusta de ti y repítele a tu mente que lo quieres cambiar, que lo vas a cambiar. Convierte esa repetición y ese deseo de cambiar en un hábito, hasta que se interiorice y poco a poco irán llegando los cambios.
Yo era una persona muy tímida y sabía que un periodista tímido es como un espía sordo, así que sabía que eso lo tenía que cambiar sí o sí. Y fui dando pasos para ser más extrovertido, menos reservado. No fue de la noche a la mañana, pero sí empecé a hablar más con los demás, a abrirme, a preguntar en clase, a hacer una entrevista por teléfono… cosas que antes me daban verdadero pavor y que fui asimilando en mi interior y convirtiendo en un hábito, hasta derrotar definitivamente a esa timidez.
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