Las convicciones
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Juan Ignacio Sapia. Las convicciones
LAS CONVICCIONES. Juan Ignacio Sapia
Como pocos autores argentinos, Juan Sapia se zambulle en el gran mercado psicosexual de los cuerpos que es nuestro presente, en los flujos de narrativas que nos invaden, en un mundo donde las categorías temporales y espaciales comienzan a perder sentido y se desvanecen entre la punta de nuestros dedos
Los personajes que pueblan Las convicciones, primer libro de cuentos de Juan Sapia, se sitúan en las fisuras del tejido social: hombres y mujeres obesos que viven encerrados en sus casas y se someten a fármacos novedosos para bajar de peso, científicos perseguidos que crean drogas de diseño comunistas, empresarios new age de dudosa respetabilidad, hombres tímidos que optan por cambiar de cuerpo. Cada una de las 10 historias que componen Las convicciones avanzan dentro de su propia lógica narrativa a través de una estructura rizomática que se expande y se alimenta de entradas de Wikipedia, raccondos de un futuro posible, piezas de marketing y reseñas musicales
Si en la narrativa clásica el camino del héroe llevaba a la sabiduría, la venganza o la redención, en tiempos del capitalismo tardío lo que abunda, entre promesas de éxito fácil, nuevas experiencias vitales, y links hiperbólicos hacia la estabilidad económica, es el absurdo, la desazón y la risa descontrolada
Las oportunidades
1. En tres semanas y dos días perdí mi trabajo, corté una relación de seis años con mi novia y me peleé más o menos definitivamente con mi papá, así que me tuve que ir de mi casa. Agarré lo poco que había podido ahorrar y me mudé a lo de un amigo que vivía bastante apretado con su novia en un ph que era unos metros más chico que un monoambiente. Los primeros días me recibieron contentos, pero de a poco la cordialidad empezó a desaparecer. A medida que el tiempo pasaba empecé a sentirme como esos prisioneros de guerra a los que se los tatúa, pero en vez del número de prisionero, yo me imaginaba que a mí me escribían la palabra lumpen en la frente. Con una tinta espesa y fosforescente. 2. Sin embargo, me aferraba a la idea de un trabajo redentor. Tuve una entrevista en un local de comida por peso atendido por coreanos. Era un lugar sucio y con un olor muy fuerte a carne cruda. Uno de ellos me recibió y me hizo pasar. Faltaba poco para el mediodía y había mucho trabajo, y el coreano me pidió que me quedase junto a la caja, como un cliente más que esperaba un pedido. Cuarenta minutos después, en un castellano básico, carente de artículos y de adjetivos, me preguntó cuántos años tenía y dónde vivía. Le respondí y me explicó que no sabían hablar muy bien el idioma y que necesitaban a alguien que atendiera los pedidos. Me dijo que la idea era pagarme con comida. Lo pensé un poco y sentí como el olor a carne cruda invadía mis fosas nasales y acepté. Nos dimos las manos y quedó en llamarme
3. Tenía algunos consuelos, cosas que me recordaban que no estaba tan al margen de la sociedad como imaginaba. Hombres que acuchillaban a su familia, banqueros y políticos corruptos, pibes que hacían malabares en los semáforos: todos ellos me acercaban al núcleo cálido de las instituciones sociales y me convertían en un ciudadano modelo, en sintonía con las obligaciones y derechos cívicos. Pero seguía sin trabajo, viviendo con otras dos personas en un lugar donde se suponía que podía vivir solo una, y con un estándar higiénico que una persona normal habría calificado de dudoso. 4. Recordaba a Gonzalo Marías por un viejo mito escolar que decía que había llevado a una chica a ver Monsters Inc. al cine y le había colado los dedos durante la hora y media que duraba la película. Todo lo referido a Gonzalo era así: desafiante, desmesurado, heroico. En una escuela pública del conurbano bonaerense este tipo de personajes generalmente termina en la cárcel o con dos hijos antes de los dieciocho años. En el peor de los casos, las dos cosas juntas. Por eso me sorprendió tanto verlo bien vestido, con un reloj gigante y anteojos. Yo estaba en una de mis recorridas diarias, dejando currículums en locales de venta al público
5. Suplemento dietario: en una época de sedentarismo y alimentos bajos en nutrientes, la dieta diaria se convierte en un campo de batalla. La mayoría de las veces nuestro cuerpo no recibe los nutrientes básicos que se corresponden con el gasto diario de energía. Si esto se sostiene en el tiempo, produce daños que pueden llegar a ser irreversibles. Es necesario entonces complementar la dieta con vitaminas y minerales, preferentemente en forma de batidos o de pastillas, para acelerar el metabolismo y acelerar los resultados
6. Mi primera reunión HierbActivePower fue un evento caótico, donde las sensaciones se encadenaban sin que tuviera tiempo para procesarlas: de la desolación por mi sombrío panorama profesional pasé a la curiosidad por este sistema donde cada uno era su propio jefe, a la admiración por las personas que habían triunfado, y a la esperanza de que esta fuera, por fin, la posibilidad de superar la vida que estaba teniendo. Mientras un pelado contaba su vida de millonario construida exclusivamente a través de la venta de suplementos dietarios basados en el aloe vera, tuve ganas de ir a cada uno de los negocios donde había dejado mi currículum, pero en lugar de dejar la hojita que delataba mi prácticamente nula vida profesional, la prendería fuego mientras les gritaba a los empleados que mi tiempo era demasiado precioso para malgastarlo en un local de mierda del conurbano
7. Vivo en un país que, por ese entonces, gracias a la sustitución de importaciones y a los créditos blandos para empresas, había alcanzado una relativa estabilidad económica. Después de varios años de convivir con el ajuste, la gente quería salir a comprar cualquier cosa que le pusieran adelante. Además de eso, los suplementos dietarios eran una franquicia novedosa, una solución futurista y milagrosa para adelgazar y vivir mejor. El primer mes vendí cuarenta y siete packs HierbActivePower, que incluían pastillas, polvo proteínico, y licuados de aloe vera. Como dijo Gonzalo Marías mientras brindábamos con licuados proteicos, una verdadera bestialidad. 8. HierbActivePower fue fundada en 1990 por Chang Williams, un asiático de Michigan que inventó la idea de suplemento dietario natural, éxito rotundo en plena época de New Age y de terapias y dietas alternativas. Seis años después, la compañía era una de las diez empresas más lucrativas de los Estados Unidos. La empresa tardó bastante en desembarcar en la Argentina, lo hizo recién en 2005, pero cuando llegó prácticamente creó el segmento de nutrición suplementaria y multinivel, con un sistema de comercialización en el que cada vendedor actúa por su cuenta. Gonzalo Marías había armado un grupo de venta muy bueno, muy motivado. No tengo manera de demostrarlo ahora, pero es muy probable que durante el segundo semestre de 2006 la zona sur del conurbano bonaerense haya sido la zona con el nivel más alto de consumo de productos HierbActivePower en todo el mundo, por encima incluso de Portugal y Hungría. Dos meses después de empezar a trabajar, pude mudarme a un departamento en el centro de Banfield. 9. El núcleo de la imagen corporativa de HierbActivePower era la actitud positiva. Gonzalo Marías nos insistía mucho a todos para que sostuviéramos esa actitud, que se manifestaba en detalles físicos como mantener la columna vertebral lo más recta posible, apretar fuerte la mano del cliente potencial, mostrar los dientes al sonreír o usar un reloj más o menos grande, preferentemente deportivo. Yo cumplía con todo lo que me decía Gonzalo Marías, y lo admiraba: de ser un repetidor de una escuela pública del conurbano había pasado a coordinar un grupo de ventas muy exitoso. Soñaba con tener, algún día, mi propio grupo de juniors y enseñarles, con la paciencia y la sabiduría del buen maestro, los secretos de la venta de productos HierbActivePower. 10. El grupo de venta de Gonzalo Marías estaba integrado por siete personas. Yo los dividía en dos grupos. El primer grupo estaba conformado por Miriam, Silvio y Manuel, tres jubilados que se repartían el mercado geriátrico de HierbActivePower de Zona Sur. Los tres eran viejos, sanos y vitales, como si hubiesen salido de una publicidad de pañales para adultos. HierbActivePower tenía una línea de productos especialmente dirigida a la tercera edad. Manuel y Silvio habían estado vinculados con la ejecución de los fondos de la obra social del municipio de La Matanza y, según me fui enterando de a poco, los habían echado por manejos turbios y sobresueldos. Creo que entendían su trabajo en HierbActivePower como una forma de expiación por su pasado de corrupción en el sector público. El segundo grupo lo conformábamos los desesperados
11. Un miércoles terminé temprano el recorrido por la casa de los clientes, y fui caminando hasta el ph de mi amigo. Los encontré, tanto a él como a su novia como a la casa, más sucios de lo que recordaba. Les empecé a contar de HierbActivePower, de qué manera me había ayudado no sólo monetariamente, sino en todas las dimensiones de mi vida. Les conté de la enorme admiración que me causaba Gonzalo Marías, y sobre cómo ayudábamos a la gente a mejorar su calidad de vida. Vi que no me escuchaban y para interesarlos les expliqué que HierbActivePower buscaba gente permanentemente, y que se podían unir y salir cuando quisieran. Les ofrecí pasarles algunos de mis clientes para que empezaran. La novia de mi amigo se rio y me dijo que estaba bien, que no les interesaba participar. Le contesté que había mucha gente que se hubiera matado por tener una oportunidad de entrar en un negocio tan lucrativo como el que les proponía, además de tener clientes ya asegurados. La única que respuesta que obtuve fue que se miraron entre ellos con fastidio. Entonces, inundado por una ira que me resultó un poco ajena, les dije que eran unos inútiles de mierda, que siguieran viviendo en ese departamento con olor a culo, que se iban a pudrir ahí. Me fui sin escuchar su respuesta. 12. Seis meses después de empezar a trabajar en HierbActivePower estaba en el mejor momento profesional de mi vida. Era la mano derecha de Gonzalo Marías, y ese mes había vendido más productos que nunca. Para esa época murió Chang Williams. Lo grave no fue su muerte -que lo podía haber dejado como un mártir del American Dream- sino las condiciones en las que su muerte había ocurrido: practicándose asfixia erótica mientras sodomizaba a una niña vietnamita llamada Duan. Chang Williams era, además del fundador, la cara visible de la compañía. En la oficina de Gonzalo Marías había tres posters de él, en diferentes situaciones: en el primero caminaba en la playa, en otro posaba en la puerta del edificio central de HierbActivePower, en Michigan, y el tercero lo mostraba en la puerta de su mansión en Miami, donde, según se supo después, organizaba orgías sexuales sadomasoquistas con asiáticas menores de edad. 13. Los sistemas de difusión de la información no estaban tan desarrollados en aquel entonces: la muerte de Chang Williams, y en especial su pedofilia, pudieron haber pasado más o menos desapercibidas. De hecho, durante algunas semanas, todo siguió como estaba. Gonzalo Marías despegó los posters de su oficina. Se habló de poner etiquetas en los tarros de suplemento dietario para ocultar la cara sonriente y, en vista de los acontecimientos, perversa de Chang Williams, pero se decidió dejarlo y directamente hacer de cuenta que era un modelo genérico, un asiático anónimo
14. Además de su actitud poco motivadora, y una capacidad nula tanto de socialización como de comercio, Romina Scaglia había tenido algunos episodios violentos en la oficina de HierbActivePower. Había sido una escalada de dos o tres días, que terminó con ella agarrando un tarro extra grande de Polvo Proteico de Aloe Vera y tirándoselo a Marcos Sánchez por la cabeza. La extraña razón que dio Romina Scaglia después, llorando y completamente cubierta de polvo, era que le molestaba la manera en que Marcos Sánchez hablaba, el tono de voz y las palabras que usaba. Después de eso, Gonzalo tuvo una charla con ella y la obligó a pedirnos perdón a todos. Romina Scaglia empezó a hablar más, a vender más productos, y hasta vino a un evento de la empresa, en el que se emborrachó y nos contó que salía con Rubén, un tipo casado y con dos hijos que se dedicaba a la compraventa de autos. La información nos pasó desapercibida hasta un par de días después del incidente de Chang Williams, cuando la Policía Bonaerense vino a buscarnos con el motivo de la muerte de Rubén Casares, un vecino de Lanús. En el momento en que su cuerpo fue hallado, Casares llevaba tres días muerto por envenenamiento. En su casa encontraron dos tarros del Tonificador Energizante de Cítricos, nuestro producto estrella. 15. El día que vinieron los policías estábamos todos menos Romina Scaglia, que no había ido a la oficina. Eran dos oficiales gordos y morochos que nos miraban con perplejidad y pena. Silvio, pensando que los habían venido a buscar a él y a Manuel por el antiguo episodio de fraude municipal, tuvo un ataque de pánico. Se desmayó y por un rato pensamos que había muerto. Laura Derno gritaba que respetaran a una embarazada. Marcos Sánchez estaba catatónico, cuando los policías le preguntaron el nombre empezó a tartamudear, y se largó a llorar. Gonzalo fue el único que actuó como un profesional. Acompañó a los uniformados por el departamento que funcionaba como oficina de HierbActivePower. Abrió un tarro de Batido Multiproteico y les explicó como si fueran niños de jardín de infantes los componentes y los beneficios de ese batido. También narró la trayectoria de cada uno de nosotros, remarcando nuestra profesionalidad y la calidad de los productos que vendíamos
16. Pese a lo inconsistente del testimonio de Romina Scaglia, y a lo fácil que resultó probar que ella había envenenado a Rubén porque se negaba a abandonar a su familia, la Bonaerense se llevó todos los productos que teníamos en la oficina. Gonzalo Marías se desesperó y golpeó a uno de los policías, por lo que terminó unos días preso. Mientras veía como la fuerza policial incautaba uno a uno nuestros productos, yo intentaba hacer un cálculo más o menos minucioso de cuánta plata se iba a perder. Cuando llegué a los cien mil pesos, me deprimí, pedí permiso y abandoné la oficina. 17. Viví un tiempo más en mi departamento en Banfield. En la televisión gigante que había comprado vendiendo suplementos dietarios alertaban a la gente para que no consumiera esos suplementos dietarios. Hubo un par de casos de intoxicación, supongo que por sugestión mediática, porque nunca me citaron a declarar, ni tuve más inconvenientes con la Bonaerense. HierbActivePower pasó de ser un modelo de negocios exitoso, que otorgaba autonomía financiera a sus vendedores y un estilo de vida saludable a sus compradores, a ser una estafa internacional, que ofrecía productos peligrosos y lavaba dinero, y que había sido orquestada por un oriental pedófilo. Pero yo tenía mis propios problemas. Para evitar el desalojo, intentaba existir de la manera más reducida posible: no hacía ruidos, casi no salía del departamento, no hablaba con nadie. Tenía la certeza de que mientras más etérea fuera mi presencia en el departamento, más tiempo podría vivir sin pagar. Pero exactamente dos meses y siete días después del episodio de Romina Scaglia, me desalojaron. El tipo que me alquilaba me había comprado un par de tarros de Proteína Personalizada en Polvo (PPP), y ahora pensaba que lo había intentado envenenar. Le vendí lo único caro que tenía en mi casa, el televisor, y me fui caminando al monoambiente de mi amigo y su novia. 18. Desde que les había gritado no había vuelto a comunicarme con ellos, no tenía idea si me iba a animar a golpearles la puerta cuando llegara. De hecho, ni siquiera sabía si seguían viviendo ahí. Por las dudas, imaginé un discurso para usar en caso de que las cosas se pusieran complicadas: la gente de HierbActivePower me había extorsionado para que participara en el negocio y ahora, por suerte, la verdad había salido a la luz y yo me había liberado. La presión de participar en un negocio semi legal, con todo el riesgo que eso implicaba, me había llevado a un cuadro de histeria, que me había hecho perder el eje y tratar mal a mis verdaderos y únicos amigos. Ellos siempre habían tenido razón. Les iba a pedir perdón, haciendo énfasis en lo peligroso que había sido formar parte de una organización fraudulenta, y les iba a suplicar que me dejaran vivir ahí hasta que encontrara otro trabajo. Mi discurso terminaba ofreciéndoles dramáticamente toda la plata que me quedaba, exactamente cuarenta y cinco pesos. Estaba por llegar, caminaba lento, decidiendo si al final del discurso convenía que llorara o no, cuando un Peugeot 206 blanco y brillante me tocó bocina. 19. Gonzalo Marías me contó que había pasado unos días en la cárcel y que después había tratado de recuperar todos los productos que se había llevado la policía
20. Medicina tradicional china: en una época de medicina híper especializada, al borde de la deshumanización, la tradición china ofrece un acercamiento medicinal integral, que concibe al cuerpo como una totalidad y que tiene en cuenta los factores afectivos, emocionales y psíquicos. Esta sabiduría milenaria es fundamental para lograr un sanación completa, un cuerpo verdaderamente balanceado, un organismo luminoso
La experiencia Tracketk
1. El once de agosto de 1991, cuando la disolución de la Unión Soviética ya es un hecho consumado, el doctor Yuri Meerjevski se dirige al Aeropuerto Internacional de Moscú. No tiene idea de cuál será su destino, sólo sabe que tiene que irse. A la inestabilidad económica y la crisis política que azota a su país se le suma otra razón. Meerjevski sabe demasiado. Tiene en su poder documentación correspondiente a dos décadas de psiquiatría represiva. Experimentación pavloviana sobre pacientes humanos, diagnósticos experimentales, lobotomía, medicación punitiva. Meerjevski fue discípulo de Marat Vartanyan, el hombre que transformó la psiquiatría soviética en lo que fue durante casi todo el siglo veinte: un anexo de la KGB. Estudiante destacado de la universidad de Omsk, toda su carrera estuvo relacionada a los abusos clínicos por parte de las autoridades soviéticas
2. A diferencia de Vartanyan, que realmente creía que la oposición al régimen comunista era una dolencia psíquica y una razón suficiente para la internación, Meerjevski sabía que era un operador político, un instrumento de represión ejercida por un Estado totalitario y burocrático. Por eso mismo reconocía la dimensión esquizofrénica de su propio trabajo, que consistía en diagnosticar enfermedades inexistentes. Esta conciencia respecto de su posición fue lo que le impidió asumir el lugar de Vartanyan como líder absoluto de la psiquiatría soviética cuando, a principios del ´91, su antiguo mentor murió. Meerjevski se negó a asumir el cargo aún cuando varios de sus colegas se lo reclamaran
3. El 14 de agosto de 1991, el día que llega a Rotterdam, Meerjevski es un hombre soltero de cincuenta y cuatro años, que nunca había salido de su país. A simple vista se confunde con los miles de turistas de la ciudad holandesa. Por supuesto, no había llevado los uniformes oficiales, pero su traje pasado de moda lo hace parecer un personaje de una obra teatral del siglo anterior. Camina un poco, aterrado por los ruidos y el movimiento vertiginoso de la ciudad holandesa. Divisa una edificación que le resulta un poco menos amenazante que el resto, por su construcción clásica, y que resulta ser un hotel, el Breitner. Se hospeda allí con un nombre falso. Los primeros días no sale de su habitación. Además de que existe la posibilidad cierta de que lo estén buscando, Meerjevski siente pánico por el exterior. Camina por su cuarto, se asoma por la ventana, mira la televisión holandesa sin entender demasiado, se baña varias veces al día. Entre su equipaje trae algunas decenas de unidades de hidroxantina. Tras unos días de aburrimiento decide tomar un poco
4. Desde el lanzamiento de su single Drogenreferenz, Paul Tracketk pasó de ser un skinhead holandés con un expediente policial que incluía hurtos y tráfico de alcaloides a brillar como uno de los referentes de la exclusiva escena de la música electrónica europea de la década de los noventa
5. Gabor Molevick tenía la seguridad de ser un hombre leal. O más bien lo había sido los veinte años durante los cuales había trabajado para Yuri Meerjevski. Pero sabía que los tiempos habían cambiado. Tenía en su poder decenas de miles de testimonios sobre la represión psiquiátrica. Cada vez que entraba al galpón donde había guardado los expedientes que le había dejado Meerjevski, se le venía a la cabeza la palabra evidencia. Se imaginaba a sí mismo como el Aleksandr Solzhenitsyn de la psiquiatría, aclamado por todo el hemisferio, el campeón de la denuncia humanista contra sus ex jefes. Pero necesitaba apurarse: la Unión había caído, y sabía que, pasado un tiempo a nadie le iban a importar los abusos de los antiguos jerarcas. Por eso, trabajaba varias horas por día para organizar y sistematizar los expedientes. Luego del suicidio de Olszevicki y la huida de Meerjevski, nadie había asumido el cargo de autoridad máxima de la psiquiatría. La situación era un reflejo de lo que pasaba en todas las dimensiones del país: un caos absoluto, y la desaparición casi total de cualquier figura política que pudiera poner orden. La dacha donde Molevick se había refugiado con su esposa y sus dos hijos había pertenecido a su padre. No pensaba volver a Moscú hasta que tuviera alguna garantía de vida normal, o al menos sin riesgo. Y, por lo menos a corto plazo, no parecía que eso fuera a suceder. Molevick había encontrado un buen sistema: resumir cada una de las historias en pocas páginas. Se imaginaba una edición grande, de tapas duras, con cientos casos monstruosos que iban a escandalizar a todo el mundo y lo iban a llevar al Nobel. Lo único que le preocupaba era su participación en las torturas. Molevick había sido compañero de Meerjevski en la universidad de Omsk. Cuando comenzó a ascender, Molevick se había incorporado como una especie de secretario privado. Veía cómo, a través de los diagnósticos y la hidroxantina, la carrera de su compañero se disparaba. Incluso él mismo había escrito alguno de los expedientes, bajo la firma de Meerjevski. Por eso, sabía que su condición de secretario y colaborador debía mantenerse en las sombras. Salvo, pensaba, que se lo considerara una especie de arrepentido, que luego de años de colaborar con el régimen, buscaba la redención a través de la confesión. El galpón donde trabajaba Molevick estaba en el fondo de la dacha. Trabajaba todos los días entre diez y doce horas. Algunos días ni siquiera hacía un alto para comer
6. A través de un sistema que incluye señas y gritos, un Meerjevski completamente drogado le explica a Tracketk los efectos de la hidroxantina. El dj lo escucha con escepticismo: además de no entender el idioma, está acostumbrado a las perfomances enérgicas de los turistas de Europa del Este. Pero cuando Meerjevski saca una pastilla, se la traga enfrente de él y empieza a gritar la palabra Lenin, Tracketk lo empieza a mirar con atención. El mensaje es bastante claro: el hombre le está mostrando una droga nueva. Mientras lo ve temblar y gritar cosas en ruso, Tracketk ordena que revisen al viejo. Femke, uno de sus hermanos, lo agarra para que se quede quieto y le mete la mano en los bolsillos. Saca cinco pastillas del tamaño de una bala, triangulares y de color gris. Mira a su hermano. Debido a su triple condición de hermano mayor, dj en ascenso y dealer experimentado, Tracketk ejerce una autoridad total sobre su clan. Femke tiene miedo, no conoce esa droga. Su hermano no le dice nada, solamente lo mira. Con los gritos del ruso en los oídos y la mirada penetrante de su hermano clavada en él, Femke se mete la pastilla en la boca. Es grande, le cuesta tragarla. Finalmente lo hace. Diez minutos después está cantando a los gritos Es kommt ein Schiff, una antigua canción sajona, mientras golpea la pared con los puños. Tracketk se convence. Algunos días más tarde, en la habitación del hotel Breitner, Tracketk y Meerjevski cuentan las pastillas que le quedan: en total son veintitrés. Los efectos, que fueron debidamente probados en varios hermanos de Tracketk, son aún más potentes que los del goedemmidag, y la ingesta mucho más sencilla. El dj se emociona: tiene la música y la droga para conquistar Europa. Pero con veinte pastillas no puede hacer nada. Mientras tanto, el ruso le habla. Le señala las pastillas y repite palabras incomprensibles. Tracketk ordena conseguir un traductor. Unos días después le traen a Dima, un hijo de soviéticos exiliados. Meerjevski empieza a contarle su comprometida situación política, perseguido por las más importantes instituciones de salud del mundo, pero Tracketk lo frena y le pregunta dónde se puede conseguir más. Meerjevski le cuenta que la Asociación Psiquiátrica Soviética guardaba miles de unidades de kamen en su edificio central, en Moscú. El psiquiatra sigue hablando, pero el dj ya no lo escucha: tiene en sus manos la posibilidad de que la experiencia Tracketk sea mucho más poderosa de lo que jamás había imaginado. Mientras Meerjevski explica el origen del Kamen y Dima lo traduce, Tracketk los detiene a los dos y les dice que van a viajar a Rusia a buscar todas las unidades de Kamen que puedan. Meerjevski, sorprendido, intenta explicarle que no va a poner su vida en riesgo, pero Tracketk le dice que no les está proponiendo hacer el viaje: los está obligando. Cinco días después los tres están en un avión con rumbo a Moscú. 7. Lo primero que piensa Dima al ver el territorio ruso desde la ventanilla del avión era que todo eso era su padre. Volodia Popov se había exiliado con su esposa en Holanda luego de que casi lo mataran en una protesta pública contra Brezhnev
8. Durante el trayecto a Meerjevski lo atacan los recuerdos de su trabajo y de su vida con Gabor Molevick. Recuerda cuando se conocieron en la universidad, y la manera en la que se hicieron amigos a pesar de lo diferentes que eran. Molevick era metódico y disciplinado, preparaba cada examen de manera minuciosa. Él era talentoso e intuitivo: sin estudiar demasiado sabía cuáles iban a ser los contenidos, identificaba con facilidad lo más importante. A los dos les iba igual de bien, pero Molevick utilizaba el doble o el triple de tiempo en prepararse para los exámenes. La incredulidad y la envidia de Molevick acerca de las capacidades y el crecimiento profesional de Meerjevski fueron cediendo hasta que, finalmente, había aceptado el puesto de secretario privado, rindiéndose ante su amigo
9. El primer paso del plan, el más difícil, es eliminar a Tracketk. Dima tranquiliza a Meerjevski, que se inquieta: tiene miedo que el holandés los mate a los dos. Le dice a Dima que una vez que se concrete el traslado de Kamen, ya no le van a servir para nada. Entonces, contesta Dima, hay que matarlo antes. Deciden actuar con normalidad, y esperar la oportunidad
10. Meerjevski se despierta sobresaltado. Parado frente a su cama está Dima, que le dice que se levante y se cambie, porque el primer paso del plan está completo. El ruso no hace preguntas, agarra su ropa y sigue a Dima por el pasillo del hotel
El soviet hardcore: cuando el comunismo llegó a la electrónica
Uno de los secretos mejor guardados en toda la historia de la música electrónica fue el soviet hardcore, un género que combinaba toda la potencia del hardcore holandés con la iconografía comunista
El Show del Mediodía
1. Ayer adopté otro. Es un vendedor de panchos. El tren estaba muy lleno y con mucho olor, y mi nuevo compañero empujaba para pasar entre los cuerpos de la gente y decía panchossuper panchossuper. Me corrí para dejarlo pasar porque me educaron bien y soy respetuoso y mi mamá siempre dice que no hay que molestar a quienes están trabajando, y los pancheros suelen ser trabajadores honestos y dignos de respeto. Pero cuando pasó por mi lado, en lugar de seguir su camino, se quedó quieto. Dijo panchossuper panchossuper algunas veces más, pero a volumen más bajo. Las últimas veces era como un susurro. Como si eso fuera un secreto que pocos podíamos saber. Creí que era una estrategia para que le comprara, aunque yo no le iba a comprar porque la comida que venden en el transporte público suele ser de calidad baja y tener una higiene defectuosa, pero después se quedó callado, y muy despacio empezó a frotar su cabeza contra mi hombro. En un principio lo hizo con un poco de temor. Frotaba su cara contra la campera de algodón delicada y elegante que yo tenía puesta. Es de una tela muy suave, y me parece que fue eso lo que le gustó
2. De nombre le puse Pancho. Eric Walabi, mi amigo y compañero en la conducción de El show del Mediodía, aspirante a ganar un Martín Fierro este año por Mejor Conducción Masculina o Premio Revelación, vio la foto de Pancho que le mandé y me dijo que me deshiciera de él. También me dijo que yo era una persona con una sensibilidad y una sofisticación demasiado elevada como para tomar el tren, y que por esa razón me pasaban cosas como estas. Según Eric, debía comprarme un auto o directamente vivir en Capital Federal. Yo le expliqué, lo había hecho varias veces antes, que me gustaba vivir en el sur, que en el conurbano encontraba una cuota de realidad y de salvajismo y de aventura que complementaban mi personalidad cultivada y extrovertida
3. Unos días después terminé los trámites del geriátrico y vinieron a buscar a mi mamá. Ella no sabía nada y cuando le dije que se la iban a llevar a un lugar donde iba a estar más tranquila y más cómoda, se puso a llorar, se arrodilló y me rogó que la dejara vivir conmigo. Le expliqué que había cumplido su tarea materna de forma muy competente y eficaz, pero que no podía dejar que se quedara más tiempo. Le dije que aunque El show del Mediodía era un programa muy exitoso y yo era una figura televisiva en ascenso, todavía no ganaba mucho dinero. Y que no podía mantenerla a ella y también a Pancho, Sarita, Georgi, Braulio y Flavio. Mi mamá siguió llorando y yo le aseguré que en el geriátrico iba a tener mucho espacio para sus cosas. Mi mamá colecciona adornos de porcelana. Tiene más de trescientos. Le dije que en el geriátrico iba a conocer gente que coleccionara lo mismo que ella. Eso le gustó. Le dije que la colección de adornos en porcelana fría es un pasatiempo practicado en su mayoría por señoras de su edad. Entonces, estadísticamente, era bastante probable que fuera a encontrar otros pacientes que tuviera sus mismos gustos. Además, estaba convencido de que en el geriátrico iba a vivir de una forma más confortable y alegre que en mi casa, porque ahí había gente a la que le pagaban para que la quisieran y la cuidaran mucho mejor que yo. Todo esto se lo dije muy lento, para hacer tiempo a que le hiciera efecto el somnífero que había puesto en su té unos minutos antes, que facilitaría el trabajo de los enfermeros del geriátrico. Cuando llegué a la palabra estadísticamente, ella ya tenía los ojos entrecerrados
4. Unos días después hablaba al aire del compromiso que tenemos que tener con el medio ambiente, porque es importante utilizar nuestro lugar de comunicadores sociales para generar conciencia en nuestro público, y vi que Eric Walabi, detrás de cámara, con un movimiento brusco, se levantaba, le pegaba a Juan Bambex en la cabeza, y se iba. Por supuesto, tengo mucha destreza para actuar frente a cámara y no dejé ni un segundo de hablar ni de transmitir seguridad y conciencia con mi mensaje: El Show del Mediodía es el magazine más visto en su franja horaria, con picos de siete puntos de rating. Cuando terminé y el programa se fue a un corte comercial, Juan Bambex me mostró la razón de la reacción de Eric Walabi: además de a él, el jurado de la Asociación de Periodistas de la Televisión y la Radiofonía Argentina me había nominado a mí para el Martín Fierro por Mejor Conducción Masculina o Premio Revelación. Yo soy cinco meses y veinte días más chico que Eric, así que, en caso de ganarlo en forma conjunta, yo me iba a convertir en la persona más joven en ganar un Martín Fierro. Considero que el jurado de los Martín Fierro está compuesto de personas honradas, con una trayectoria respetable, y que seguramente sabían lo que estaba haciendo cuando me nominaron. Eso fue lo que le dije a Eric Walabi, pero él me respondió que no le importaba, y que yo tenía que renunciar a la nominación si quería seguir formando parte de su programa. Le dije que si el jurado me había elegido era porque tenía condiciones de convertirme en el ganador del Martín Fierro por Mejor Conducción Masculina o Premio Revelación, y que no quería ofenderlos rechazando su nominación. Eric Walabi se enojó y arrancó de la pared el poster de los cuatro integrantes de El show del Mediodía. Es un poster muy lindo: estamos nosotros dos, Sabrina Lumpencio, que habla de moda, y Charly Xandr, un homosexual muy reconocido experto en cocina naturista, los cuatro abrazados, riéndonos y mirando a la cámara. La expresión que Eric Walabi tenía en ese momento era muy diferente a la del póster. Sus ojos arrugados, como dos tumores malignos, me miraban fijo. Me dijo que si no rechazaba la nominación al premio, él se iba a encargar de arruinarme la vida. En ese momento nos avisaron que el programa volvía del corte comercial, y que teníamos que salir al aire
5. Esa noche no la pasé bien. Cuando lograba empezar a adormecerme, el rostro de Eric Walabi aparecía con una expresión de odio que nunca le había visto, mientras prendía fuego mi casa. A la madrugada seguía sin poder dormir, y decidí tomar una de las pastillas de Juan Bambex. Pocos minutos después de haberla tomado, sentí que mi cuerpo empezaba a desaparecer. Si cerraba los ojos, los ruidos de Pancho, que estaba acostado junto a mí se escuchaban lejanos, como si me llamara desde otra dimensión. Los jueves en El Show del Mediodía, Charly Xandr, que además de ser un homosexual muy reconocido por sus dotes culinarias es experto en la práctica del yoga, le enseña al público cómo relajarse. Además de la risa, el yoga es una de las herramientas más eficaces para reducir el estrés, que es uno de los grandes dramas de nuestro tiempo, junto con la depresión y la obesidad mórbida. En sus clases, Charly Xandr suele hablar de un estado de relajación total, en el que dejamos atrás la materialidad del cuerpo, y nos fundimos con nuestro entorno, como si fuéramos luz, sonido o viento. Después de haber tomado el somnífero de Juan Bambex, me sentía exactamente así. Gracias a su espíritu sensible, Pancho notaba que, aunque yo estuviera quieto, me desplazaba mentalmente por toda la habitación. En ese estado mental comenzaron a desfilar recuerdos de mi vida. Mi primer papel secundario en la televisión, a los siete años, en una tira infantil donde hacía el papel de Sebi, un huérfano al que la desaparición de sus padres había dejado al borde del autismo, pero que gracias a la amistad de sus compañeros se salvaba. Luz en el Orfanato era la historia de un grupo de chicos que, pese a las dificultades y las privaciones, salían adelante gracias al amor y la amistad. Varios años después, un periodista de espectáculos dijo que Luz en el Orfanato “representó un verdadero hito televisivo, un antes y un después en la televisión para niños, y marcó a toda una generación”. El programa salió de lunes a viernes durante cinco años seguidos, y pudo haber seguido durante mucho más tiempo, pero el suicidio de Valeria Roytman, la protagonista, hizo que lo cancelaran. Para ese momento, a los doce años, yo tenía casi diez de experiencia en televisión. Mi mamá me había llevado a castings casi desde el día de mi nacimiento. Aparecí en publicidades de pañales, de autos, y de un banco
6. El día siguiente fue una sucesión de imágenes y luces que no podía decodificar del todo. Recuerdo estar grabando una entrevista, con Charly Xandr enfrente mío haciéndole preguntas a un nadador olímpico. Recuerdo estar al lado de Sabrina Lumpencio, que le enseñaba al público cómo usar un cepillo de dientes viejo como pincel. Pero lo que más recuerdo era la sonrisa de Eric Walabi. Era como si el día anterior hubiera ganado el Martín Fierro por Mejor Conducción Masculina o Premio Revelación. Por momentos, cuando le hablaba a la cámara, me miraba, y en sus ojos veía a Pancho y a Flavio torturados y probablemente violados por el calvo que medía dos metros. Si me concentraba podía escuchar el sonido de la violación. Eric Walabi manejaba los tiempos del programa, hablaba con el público, con Charly Xandr. La última vez que recordaba verlo tan alegre y relajado había sido durante los primeros programas de El Show del Mediodía. La idea del secuestro flotaba en mi cabeza, por momentos pensaba que no había pasado realmente, que todo había sido una pesadilla hiperrealista provocada por los ansiolíticos semilegales de Juan Bambex. No podía asociar la imagen de Eric Walabi hablándole sonriente al público sobre la importancia de cerrar la canilla durante el cepillado de dientes con los matones que había mandado golpeando mi heladera con furia. Cuando terminó el programa, y todavía sentía los efectos de la droga, Eric Walabi se acercó adonde estaba, y con la misma cara que tenía en el poster, me dijo, en voz baja: “Si querés volver a verlos, renunciá al Martín Fierro”. Quise contestarle, pero no supe qué decirle
7. Los días siguientes fueron iguales: iba a grabar El Show del Mediodía con la percepción entumecida por las pastillas de Juan Bambex y volvía a casa, donde todos lloraban enfrente de la foto, les daba de comer, tomaba los ansiolíticos y me dormía
8. Norberto Dragones había sido compañero del padre de Juan Bambex en una guerra. No sé exactamente en cuál. De hecho, cuando le pregunté en qué guerra había peleado, me contestó En todas. Tenía alrededor de sesenta años, era muy alto y muy fuerte, y era manco. No hablaba mucho. Juan Bambex me había contado que hasta hacía pocos años, era uno de esos hombres que arrastraban locomotoras con la mandíbula. Ataba una punta de una soga a una locomotora, y la otra punta la mordía, mientras avanzaba y arrastraba el tren. Era campeón mundial de eso
9. En el discurso de aceptación del Martín Fierro a Mejor Conducción y Revelación le agradecí a mi mamá, que había sido la que me había inculcado la pasión por la actuación y la conducción, y a toda mi familia. También agradecí a Juan Bambex, el nuevo productor general de El show del mediodía, y a Norberto Dragones, mis dos amigos que me habían acompañado en momentos muy duros, y les dije que podían contar conmigo para siempre
El imperio Frankie Glass
1. Arthur Samo intenta reducir el sonido de sus respiraciones al mínimo. Está parado junto a una puerta y el arma que sostiene le da una sensación de pesadez, como si cada ruido de su cuerpo, voluntario o no, pudiera ser escuchado por todas las personas del hotel. Despacio, acerca su oído. Adentro no se escucha nada. Cierra los ojos, imagina la secuencia una vez más: abre la puerta, camina decidido hacia donde esté durmiendo, carga el arma, y le pega nueve balazos. Cuatro en la panza, uno en cada pierna, uno en cada brazo, y uno en la garganta. Nueve agujeros. Termina la operación, y se va. 2. En 1964 parecía que la carrera profesional de Frankie Glass estaba acabada. Diez años antes había colocado a Hasbro en la cima de la industria de los juegos para niños cuando ideó a Mr. Potato Head, una figura de plástico con forma de papa, que podía ser adornada con varias piezas, desde bigotes y ojos hasta orejas y sombreros. En el primer año se vendieron más de ochocientas mil unidades, y Hasbro registró ingresos por más de veinte millones de dólares: una cifra sin precedentes en la naciente industria de los juguetes infantiles. Durante toda la década, la empresa siguió explotando la franquicia, a través del lanzamiento de los distintos miembros de la familia Potato Head, además de sus casas, autos y otros objetos cotidianos. El éxito inmenso convirtió a Glass en uno de los creativos principales de la marca. Sin embargo, durante los diez años siguientes se limitó a seguir viviendo de su gran idea. Cuando terminaron los muchos coletazos de éxito de la franquicia, los directivos de Hasbro se pusieron serios: Glass debía presentar un nuevo proyecto viable o iba a quedarse sin trabajo. Pocos días después, cuando estaba seguro de que su carrera como creativo estaba terminada, un joven con la barba crecida tocó la puerta de su oficina. 3. Arthur Samo se concentra en los ruidos que escucha dentro de la habitación: son sonidos lejanos, como una respiración agitada que sucede a varios kilómetros de ahí. Piensa en la cadena de sucesos que acabaron con él agazapado en una habitación de un hotel con un revólver en la mano. Hace sólo dos años era un prometedor estudiante de ingeniería de la Universidad de Illinois. La idea se le ocurrió al recibir una descarga eléctrica mientras soldaba una pieza de metal
4. El chico que entró a la oficina de Frankie Glass no tenía más de veinte años. Lo saludó con un gesto tímido y empezó a desenvolver el paquete de madera que había llevado. Mientras lo hacía, hablaba con términos muy técnicos. Aunque no escuchaba o no entendía lo que el chico intentaba decirle, Frankie Glass miraba atento el paquete de papel madera. El chico terminó de desenvolver una plancha metálica, con una bombilla de luz en uno de sus costados. La puso encima del escritorio de Marvin Glass y sacó un cable que terminaba en una pinza de tamaño reducido. Lo conectó y empezó a explicarle el juego que había creado a Frankie Glass, que lo escuchó al principio desconfiado, después entusiasmado, y al final, cuando entendió que ese juguete iba a salvar su carrera, visiblemente emocionado. Abrazó a Arthur Samo, y le dijo que sí, que Hasbro iba a comprar su idea, y no solo eso, que le iba a dar un trabajo como creativo. Le adelantó quinientos dólares y le dijo que ese mismo día iba a presentar el proyecto a los ejecutivos de la empresa. Lo que no le dijo fue que lo presentó como una idea propia. Hasbro empezó a fabricar Operation, que se convertiría en su primer juego importante de destreza e la compañía. Pocos meses después, para la Navidad de 1964, se llegaron a fabricar novecientas mil unidades, que fueron agotadas en menos de una semana. Cinco años después, la franquicia le había hecho ganar a Hasbro más de diez millones de dólares. Frankie Glass fue ascendido a jefe de creativos de la empresa. 5. Arthur Samo recuerda el día que salió Operation: 10 de diciembre de 1964. Casi cuatro meses después de su reunión con Frankie Glass. Durante ese tiempo había intentado comunicarse de todas las maneras posibles con Glass: había hablado con su secretaria, que le dijo que no lo podía atender, había regresado a su oficina, pero dos guardias le impidieron la entrada, y hasta había conseguido el número de su casa, pero no contestó nadie. Recuerda que hizo una lista con las cosas que Hasbro había cambiado de su versión: había puesto tarjetas para que la gente sacara un hueso por vez, había colocado la lámpara en la nariz del enfermo, y había hecho tres aberturas más, en total habían quedado doce. Mientras el Operation alcanzaba las dos millones de unidades vendidas, la familia Spinello inició procesos legales contra Hasbro. Larry Samo, el padre de Arthur, veía buenas posibilidades de ganar. Tenían evidencia fotográfica: Arthur con sus hermanos jugando a algo similar al Operation, Arthur con el premio universitario por su proyecto. Todo eso había sucedido varios meses antes de que el juego fuera patentado por Hasbro
6. Arthur Samo rompe la cerradura y consigue entrar a la habitación. Adentro hay una oscuridad casi total. Es probable que los ruidos hayan despertado a Frankie Glass, así que no le importa encender las luces mientras camina hasta la habitación. Solo piensa en las nueve balas que tiene que ubicar en el cuerpo de Glass: cuatro en la panza, uno en cada pierna, uno en cada brazo, y uno en la garganta. El número de aberturas de su juego, antes de que se lo robaran y agregaran tres más. En una pared, ve una foto enmarcada de Glass con la colección completa de Mr. Potato Head: una mesa llena de figuras de plástico de papas y otros vegetales antropomorfizados, y en el fondo está él, con la sonrisa orgullosa de un padre primerizo. Abre una puerta que resulta ser un baño. Samo se sorprende de que Glass no haya aparecido: sabe por una fuente confiable que debería estar en su casa, y los ruidos que hizo desde que ingresó debieron alertarlo de que alguien había forzado la entrada
7. Los días posteriores al asesinato, Arthur Samo los pasa encerrado en el hotel donde vive con dos de sus hermanos. Teme que en cualquier momento la policía venga a buscarlo. Mi idea no había sido matarlo, trata de convencerse a sí mismo, sino amenazarlo para que confiese que me había robado mi juego. Tiene pesadillas constantes con el grotesco cadáver de Frankie Glass, con su bombín y su bigote
8. George Simmons era un diseñador de Atlanta, que a mediados de la década del 50 se había acercado a Hasbro para presentarles una serie de juguetes basados en vegetales. El encargado de recibir esa idea había sido Frankie Glass. A partir de ese día, dijo Simmons en su confesión, su vida había sido un completo infierno. Había visto cómo Glass y toda la compañía Hasbro se enriquecían con su idea sin poder hacer nada. Durante diez largos años Glass había vivido de su idea. Lo justo, sostuvo Simmons en su confesión, era que muriera por ella. Por eso, luego de asesinar a Glass le había rasurado la cabeza, y le había colocado un bigote y un bombín, como Mr. Potato Head
Los tratamientos
1806. Lewis Daniels, 36 años, 360 kilos. Desesperado ante las dificultades para conseguir un empleo, Daniels decide abrir las puertas de su diminuto departamento en Londres y ofrecerse como una atracción para sobrevivir. Pese a su peso descomunal, Daniels era deportista, no tomaba alcohol, y no comía cantidades excesivas de comida. Pocos años antes, cuando vivía en Leicester, había luchado contra un oso, y lo había matado a mano limpia. Además, era un excelente entrenador de perros y de gallos de pelea, y dominaba el francés y el alemán. El éxito fue rotundo: toda la sociedad londinense quedó conmovida por el caso del hombre gordo y culto. El fenómeno es muy similar al que Joseph Merrick, el hombre elefante, protagonizaría algunas décadas después
1979. Geoffrey Klein, 34 años, 204 kilos. El doctor Ángelo Rebelo y su hijo se miran, alarmados. Además de la cantidad de sangre, los asusta el resultado de la liposucción: su paciente tiene grasa de un color amarronado que cuelga de la parte izquierda del abdomen. De la parte derecha se suma un tajo grande del cual no deja de manar sangre. Es el octavo paciente que los Rebelo atienden desde que realizan la operación. Ninguno fue tan desastroso como este. Ángelo Rebelo le indica a su hijo que detenga la hemorragia
2002, Santiago Millán, 27 años, 298 kilos. La fama de Millán empezó en la época de especialización de los subgéneros pornográficos. Su doble condición de latino y de híper obeso lo convirtió en una estrella de la pornografía protagonizada por gordos. Los consumidores de este género, hombres heterosexuales en su inmensa mayoría, parecían preferir el tándem hombre gordo – mujer flaca antes que mujer gorda – hombre flaco. La especialidad de Millán son los tríos: el video que lo catapultó a la efímera fama a la que puede acceder un actor porno en la época de internet lo retrataba teniendo sexo con dos mujeres rubias. Por supuesto, él no se movía: estaba acostado en un sillón mientras las mujeres se turnaban para cabalgarlo. En ningún momento del video se muestra su cara. Sólo puede verse su panza, enorme, donde las mujeres apoyan sus brazos mientras el pene gigante de Millán las penetra. Al final del video, luego del facial, las dos rubias se quedan dormidas sobre su panza, como si su abdomen fuese una incubadora o una almohada eléctrica
2010, Nikolas Serdev, 23 años, 176 kilos. La Sibutramina hizo efecto: hace cuatro días que no tiene hambre. A la hora de comer, Nikolas traga algunos pedazos fríos de carne de pavo, pero no los necesita. De hecho, le caen pesados. Decide que no va a comer más hasta, por lo menos, desmayarse. De vez en cuando siente un estremecimiento, o ve borroso durante algunos minutos, pero elige no preocuparse. Este mes planea bajar veinte kilos
1987, Joselina Figuereido, 40 años, 189 kilos. Mario apoya la tarta en la mesa de luz. Es un bizcochuelo de vainilla con chocolate. Todavía está caliente. Mario observa a Joselina, acostada en su cama, y quiere decir algo pero no puede. Apenas tapados por unas sábanas, los muslos de su mujer se doblan sobre sí mismos, formando intrincadas redes de carne. En pocas semanas, Joselina aumentó casi cuarenta kilos. El tratamiento de la Granja de la Grasa de Chaçara, la única clínica de adelgazamiento de todo el estado de Goiás, Brasil, se había revertido en mucho menos tiempo del que duró. Empezó en el 1984, cuando Joselina ingresó con 200 kilos. Para sacarla de la casa, los bomberos tuvieron que derribar una de las paredes de su habitación
2036, Francisco Morán, 25 años, 158 kilos. Al levantar el brazo derecho para hacer los estiramientos, Francisco tiene especial cuidado de que la cámara no capte sus muecas involuntarias. La distrofia muscular, que en un principio le impedía mover la mano, se había extendido a todo el brazo. Es un pinchazo intermitente: Francisco siente descargas instantáneas desde su hombro hasta su mano. Los músculos de su brazo derecho se licúan, como si envejecieran a una velocidad mayor a la del resto de su cuerpo. Quisiera poder ir al médico, pero si se llega a conocer la enfermedad de su brazo, Francisco va a quedarse sin empleo
1954, Beatriz Donoso, 29 años, 180 kilos. La superficie de la estatuilla es áspera y porosa. Cuando la agarra, siente cómo el polvo rojo se le pega en la palma de la mano. La figura mide quince centímetros de largo y cinco de ancho, por lo que no tiene problemas para agarrarla con fuerza
1316, Jaubert Froment, 22 años, 147 kilos. Llueve ininterrumpidamente desde hace dos semanas. Jaubert está tirado en el suelo, respirando ruidosamente con los ojos cerrados, como un inmenso animal agonizante. Escucha voces que lo rodean, pero no logra entender qué dicen. Ni él ni nadie de su familia comen de manera regular desde hace seis meses. El frío en el invierno y la lluvia en el verano arruinaron la siembra en Flandes. Cuando se les acabaron los animales para matar, comenzaron a comer raíces que encontraban en el bosque o semillas que no podían ser usadas para la siembra. A pesar de la dieta, Jaubert aumenta de peso. Mientras el resto de su familia está cada vez más flaca, él tiene el estómago hinchado y los brazos más gordos. Nadie puede entender el fenómeno. Como si el alimento que su familia no puede comer apareciera milagrosamente dentro del cuerpo de Jaubert. Milagro: esa palabra da vueltas por la cabeza de Jaubert. Sin embargo, aunque aumente de peso, está tanto o más debilitado que el resto de su familia. Además, cinco o seis veces por día, siente un dolor que lo paraliza. Siempre es igual. Empieza con un cosquilleo en las manos y en los pies. Pocos minutos después, su estómago empieza a hacer un ruido parecido a un ladrido. Y, de a poco, cada uno de sus músculos le empieza a doler, como si una mano invisible se le metiera dentro y lo estrujara. A veces, el dolor termina con unas convulsiones secas, en las que Jaubert siente que lo aplastan contra el suelo. Se despierta y pide agua. No hay respuesta
Fragmentos de un sueño americano
Chang Williams, un milagro inesperado (Selecciones del Reader's Digest, abril de 1997) Detrás del suceso mundial que hoy es HierbActivePower, se esconde la conmovedora historia de un muchacho de Michigan que convirtió su sueño en realidad
Testimonio de Lihn (Agosto de 2006) “Me pedía que le dijera daddy y que le apagara los cigarrillos recién prendidos en la espalda. Esa era una de las cosas que más le gustaba. Pasó un tiempo explicándome cómo tenía que hacerlo. Había que acercar el cigarrillo muy cerca de su piel y retirarlo rápidamente. Tenía que hacer eso exactamente quince veces, y después sí, quemarlo. De a poco, empezaba a haber olor a carne quemada, y él decía que lo excitaba mucho. Una vez me perdí en la cuenta, y lo hice menos veces. Se puso muy nervioso y me pidió que no se volviera a repetir. En total éramos cinco, y cada una se encargaba de una tarea. Yo le apagaba los cigarrillos en el cuerpo, Duan lo ahorcaba, Thuy lo ayudaba cuando se vestía de mujer, Phuong lo envolvía con papel plástico y Ngu, que era la única que sabía leer en inglés, le relataba fábulas de los Hermanos Grimm cuando se iba a dormir. Al principio no venía mucho, sólo una vez por semana, y en la mansión estábamos sólo nosotras y unos guardias de seguridad. Después empezó a venir más, y el último año prácticamente vivió en la casa de Miami. Le gustaba que comiéramos todos juntos, y nos decía que éramos su familia, que estaba muy orgulloso de nosotras” Los 100 más ricos de América. Número 23: Chang Williams (Forbes Magazine, noviembre de 2001) Motivación, crecimiento y audacia: esos parecen ser los pilares del imperio HierbActivePower, la creación de Williams que continúa creciendo. Tras una rotunda salida a Wall Street, y la expansión de la franquicia a España, México, Portugal y Rumania, la empresa parece estar en su mejor momento. Por otro lado, este último año incorporó a más de diez mil vendedores en todo el mundo
Testimonio de Consuelo Smedley, secretaria privada de Chang Williams (Agosto de 2006) “Era un hombre muy generoso, probablemente el más generoso que conocí en toda mi vida. También era el más millonario, y quizás esas dos cosas estuvieran relacionadas. Aunque dudo que todos los millonarios sean tan generosos como el señor Williams. Pero también era muy extraño. Muchas veces dormía en su oficina: yo llegaba y él estaba durmiendo ahí. Esperaba a que se despertara para entrar, para no incomodarlo. Le decíamos que su familia era su trabajo, porque, además de trabajar mucho, nunca le conocimos a nadie que se pareciera a un familiar. Yo sabía que tenía madre, padre y hermanos, pero él nunca hablaba de eso. Creo que no tenían relación. Sin embargo, en HierbActivePower se organizaban veinte días familiares al año, cuando lo normal es hacer uno, o a lo sumo dos. El señor Williams asistía y se lo veía muy contento, pero nunca llevó una mujer, ni hijos. Ni siquiera hermanos o padres. Una vez, en uno de estos festejos, mientras daba el discurso de cierre, se emocionó y nos dijo que le hubiera encantado estar ahí con su familia pero que desgraciadamente no podía. Yo me acordé de esas palabras cuando aparecieron las vietnamitas menores de edad en su casa de Miami. Pobre hombre. Le gustaba que le contáramos sobre nuestras vidas. De hecho, se acordaba el nombre y la fecha de cumpleaños de mis tres hijos” Chang Williams: ¿miembro del Movimiento Raeliano? (revista Incógnitas, marzo de 2005) Seguramente lo conoces. Chang Williams es una de las personas más importantes de Estados Unidos. Fundador de HierbActivePower, motivador profesional, y uno de los empresarios más ricos de América, Williams anunció recientemente que su empresa comenzará a dedicarse a las terapias celulares. ¿En qué consiste esto? “El trasplante de células madre, la implantación de tejidos y la clonación reproductiva”, según las palabras del propio Williams. Además, anunció la creación de un laboratorio que se dedicará a producir los materiales necesarios para estas terapias. Este anuncio encendió las alarmas debido a que se produjo pocos meses después de que Brigitte Boisellier, una científica perteneciente al Movimiento Raeliano, anunciara que había conseguido clonar, por primera vez en la historia, a un niño. Todo indicaría que los nuevos planes que Williams tiene para su empresa estarían vinculados con los raelianos
Chang Williams, fundador de HierbActivePower, hallado muerto por un accidente sexual (Diario Libertad, junio de 2006) El famoso empresario, de 46 años de edad, fue hallado muerto en su mansión de Miami. La policía encontró el cadáver acostado, con una soga atada en el cuello, y la cabeza cubierta por una máscara de látex, lo que sugeriría una probable muerte involuntaria por razones eróticas. Fuentes policiales informaron que la muerte se produjo por la compresión directa de la laringe, debido a la presión de la soga
Fragmento de Felicidad, vocación y futuro: autobiografía de Chang Williams (Marzo de 2003) A lo largo de la historia, muchas personas intentaron definir qué es la vocación
Chang Williams, fundador de HierbActivePower, involucrado en la trata de personas (Boletín de Amnistía Internacional, enero de 2000) Luego de que se probaran las reuniones que Chang Williams, fundador de HierbActivePower con Trần Đức Lương, el presidente de Vietnam, varias organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos, entre ellas Amnistía Internacional, denunciaron al empresario de colaborar con redes de trata de personas
HierbActivePower se retira del mercado mexicano y de Europa (Diario El Financiero de México, noviembre de 2005) Luego de un año particularmente malo para la empresa, en el que se combinaron escándalos y malas decisiones corporativas, el vocero de HierbActivePower anunció la salida del grupo de los mercados europeos y mexicano, para concentrarse en los países de América del Sur (Argentina, Uruguay, Paraguay y Ecuador) y los de Europa del Este (Rumania, Hungría y Bulgaria). Esta decisión, según aseguraron en la conferencia de prensa, se tomó “luego de un profundo análisis de las circunstancias actuales de la empresa, y de sus condiciones de supervivencia”
¿Chang Williams de HierbActivePower vive en Asunción del Paraguay? Por racing_8f1 - Hace dos semanas - 14 Favoritos (Taringa, mayo del 2010) Hace unos días que volví de Asunción, viajamos con mi viejo para visitar a familiares y comprar unas cosas. La familia de él vive cerca del Mercado 4, que es el más importante de la ciudad. Al día siguiente que llegamos nos fuimos a recorrerlo. Estuvimos todo el día dando vueltas, comprando. Mi viejo es reumático, cuando volvimos le dolían mucho las piernas, no podía caminar. Mi tío nos dijo que había un tipo que vivía cerca de ahí que era curandero. Le fue a tocar la puerta y al rato vinieron los dos. Era un tipo de cincuenta y pico, medio japonés. Mi tío nos lo presentó, se llamaba Shao. No hablaba muy bien el idioma, así que se comunicaba por sonidos, señas, y alguna que otra palabra. Mi tío le explicó que a mi papá le dolían las piernas, y el tipo fue a su casa y volvió con un pote chiquito con unas píldoras. Les explicó que tenía que tomar dos, que con eso se le iba a pasar. Ledimos las gracias y le quisimos pagar, pero no aceptó. Nos dio la mano y se fue. Mi viejo las tomó con un poco de desconfianza, pero al día siguiente no le dolía nada. Le preguntamos a mi tío por Shao, y nos dijo que había llegado hacía unos años, él y sus hijas. Tenía cinco hijas que eran idénticas entre sí. Tenían un puestito en el Mercado 4, vendía hierbas y píldoras. Unos días después, volvimos al mercado, y buscamos su puesto. Estaba Shao sentado, y sus cinco hijas alrededor, algunas sentadas, y otras atendiendo a los clientes. Me sorprendió que, además de ser iguales, estaban vestidas todas con la misma ropa. Las cinco tenían puesto el mismo vestido blanco. Sin que me vieran, les saqué una foto
Normatividad
Año 338 A.C – Queronea, Beocia. Kozma retrocede aterrado: los soldados macedonios avanzan y la mitad del ejército formado por tebanos y atenienses, el mejor del mundo civilizado, el más profesional, se hunde bajo las patas de los caballos. Mira cómo los macedonios, un ejército de bárbaros comandado por Filipo, un bruto que apenas sabe hablar, pasa literalmente por encima de sus compañeros. Entre ellos está Arsen, su maestro
Año 3 A.C – Yunnan, Antiguo Imperio Chino. El señor Fujian Hu se enamoró de un hermoso, inteligente y joven magistrado llamado Qi Zi. Comenzó a perseguirlo de forma obsesiva. Fujian Hu se escondía entre el público en cada juicio en el que Qi Zi participaba, y miraba con admiración su bello rostro. Por las noches tenía vívidos sueños en los que Qi Zi lo aceptaba, y se iban a vivir juntos a las orillas del mar Chihli, donde llevaban una existencia romántica, pacífica y feliz. Por la mañana se despertaba con la frustración de saber que sus sueños nunca se cumplirían. Cegado por su pasión, empezó a espiar a Qi Zi en las calles. Lo seguía desde lejos: sabía que el objeto de su amor era un funcionario público muy celoso de su privacidad, y que si descubría que había alguien siguiéndolo, iba a responder con ira
Año 348 - Imperio Romano. La noche del atentado contra Heliogábalo, Corvus se esconde dentro de un barril de aceite de oliva. Sabe que tanto el Senado como la Asamblea romana están complotados para terminar con la vida del emperador, y de toda la Guardia Pretoriana. Él, como el custodio preferido de Heliogábalo, es uno de los objetivos principales de los asesinos. Desde adentro del barril, escucha los gritos que retumban en el palacio imperial
Año 1670 – Isla de Tierra del Fuego. Según la mitología del pueblo selk'nam, en la antigüedad los hombres vivían sometidos por las mujeres. No sólo debían cumplir con la caza y provisión de alimentos necesarios para la vida de la tribu, sino que además debían ocuparse de los niños y desempeñar todas las tareas domésticas. Esto había sido así desde siempre: lo habían ordenado los Cuatro Cielos, que controlaban todo lo que existía en el mundo. Cada año, durante el solsticio de invierno, en una ceremonia llamada Hain, el espíritu Xalpen se aparecía para reafirmar el pacto de las divinidades con las mujeres. Debido a su condición subalterna, los hombres no podían participar del ritual. Si algún hombre veía alguna vez a Xalpen a los ojos, decían las mujeres, ese día iba a ser el fin del pueblo selk'nam. Sin embargo, finalmente los hombres descubrieron el secreto: las mujeres se disfrazaban de Xalpen para mantenerlos dominados y trabajando para ellos. El secreto se descubrió cuando un hombre escuchó a las mujeres riéndose, mientras se disfrazaban para representar a Xalpen. A partir del descubrimiento, los hombres tomaron el control. Las mujeres fueron expulsadas, y el pueblo selk'nam pasó a ser uno de los pocos formados exclusivamente por hombres. Para evitar su desaparición, secuestraban a niños de otras tribus. El ritual Hain se convirtió en un rito de iniciación para los niños propios y ajenos
Año 1949 – Edam, Holanda. La medicina experimental para erradicar la homosexualidad masculina alcanzó su punto más alto en el siglo XX con el trabajo del cirujano holandés Magnus Kinsey y de sus dos hijos, el obstetra Günter Kinsey y el endocrinólogo Dörner Kinsey. En el trabajo de los tres Kinsey en su disciplina específica se reflejan las creencias, la biopolítica y las persistencia médicas frente a la homosexualidad masculina que atravesaron el siglo
Año 2021 – Oslo, Noruega. La vocación política de Juholt Kallstrom (Rogaland, 1972) empezó cuando era un adolescente: a los quince años empezó a trabajar para el Partido Socialdemócrata noruego, escribiendo los discursos de algunos legisladores. Algunos años después, fundó su propio partido: el Sosialistisk liberal ung, que combinaba la ideología política socialista con un fuerte compromiso por los derechos homosexuales. Kallstrom fue el artífice y el principal impulsor de la ley que permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo en Noruega, promulgada el primero de enero de 2009
Año 2023 – Riverside, California. Estados Unidos de América. El 23 de agosto, un equipo de genetistas de la Universidad de California anuncia los resultados de un extenso trabajo de investigación sobre los condicionantes genéticos de la condición homosexual. Según el estudio, liderado por el doctor Andrew Bleio, la homosexualidad masculina está determinada por un grupo de genes ubicados en el cromosoma X, el Xq28. La investigación, que duró más de siete años, confirma una hipótesis que la comunidad científica había estudiado durante algunas décadas. “Los resultados de la investigación concluyen que la orientación sexual es un fenómeno completamente genético. Estos resultados terminan con la idea, erróneamente extendida, de que la orientación sexual, al menos la masculina, es una opción. Las circunstancias ambientales y culturales son condicionantes menores, con una incidencia relativa o inexistente. Este estudio prueba que los varones homosexuales poseen un marcador genético ineludible, que determina su singularidad desde la vida intrauterina”, sostiene el genetista Andrew Bleio
Año 2024 – Ciudad del Vaticano. Aunque se desconoce con certeza su origen, se supone que el Zoldotriptán, conocido popularmente como Gayless, el medicamento que revierte la homosexualidad en hombres, se sintetiza por primera vez en laboratorios de Hong Kong, uno de los pocos países del mundo que mantuvo su postura de penalizar las prácticas homosexuales con prisión perpetua o castigos físicos. Al principio, se distribuye exclusivamente a través de internet, en distintos portales de venta de países orientales. Algunos meses después, cuando el mundo occidental conoce el medicamento, las ventas se disparan. A partir de la masificación de su uso, varias farmacéuticas empiezan a comercializarlo. Desde la comunidad científica y desde organizaciones de derechos homosexuales se intenta establecer un debate ético sobre el uso del Gayless, pero es demasiado tarde. El medicamento se ofrece a precios muy accesibles en todo el mundo. A pesar de la enorme presión de los miembros de la comunidad LGBT, la venta y el consumo del medicamento se dispara. Algunos países empiezan a incluir el fármaco en sus planes de salud social, obligando a sus ciudadanos a consumirlo
Año 2025 – Oslo, Noruega. El presidente de Noruega, Juholt Kallstrom, el primer y hasta ahora único presidente homosexual del mundo, propone realizar una prueba para demostrar la ineficacia del medicamento. “La identidad homosexual es una decisión autónoma, que no depende de variables hormonales o neuronales. Yo elijo ser quien soy, más allá de mis condiciones biológicas, formativas o históricas. Yo soy más que la suma de mis circunstancias. Yo soy mis elecciones”, sostiene Juholt Kallstrom. Para aumentar el interés del público y demostrar que el Gayless no funciona, decide aumentar la apuesta y filmarse cada día tomando el fármaco y confesando a cámara cómo se siente. El primer capítulo del reality, seguido por millones de personas en todo el mundo, es un éxito. La imagen de Kalstrom tomando el medicamento de la boca de su pareja, un economista francés, se convierte en una imagen icónica para toda la comunidad LGBT. Cada día, Kallstrom se filma a sí mismo consumiendo el fármaco y besando a su pareja. En una entrevista, comenta provocativamente que en lugar de disminuir sus impulsos homosexuales, la pastilla no hace más que aumentarlos
Marbles
1. Acf57cjan. Ese era el nombre. Consultó con un amigo con “estudios” (apenas un año de biología), para ver si respondía a una nomenclatura química, si cada una de las consonantes, vocales y números coincidían con las moléculas que, enraizadas, daban como resultado la droga: simetría léxico – molecular. Pero no. Aparentemente, sólo eran letras puestas de manera aleatoria, aunque en conjunto sonaban parecidas a alguna canción de Aphex Twin. Tal vez en la traducción se había perdido algo, tal vez era un código (eso se le pasó por la cabeza: un enigma, un acertijo que tenía que resolver), lo cierto era que llegaría en uno o dos meses. 2
3. Era como una tabla de Excel: había que escribir, en principio, cuántas bolas quería. Ese término (marbles) lo sorprendió un poco. Le sonaba juguetón, cálido, contrario a lo quirúrgico de las celdas y las columnas vacías de la página web
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5. El único recuerdo cierto que tiene de los tres días nebulosos que siguieron a la ingesta de Acf57cjan es una alucinación inexplicablemente física. La metamorfosis de su cuerpo lo convertía en una mujer madura, adulta. La luz que entraba por la ventana le recortaba el cuerpo. Tenía miedo. Un miedo vago, abstracto, que finalmente se hizo real, una punzada de horror, cuando se abrió la puerta. Un hombre con una máscara de payaso se acercaba con pasos aterradoramente lentos. En sus dos manos tenía consoladores rojos, que blandía como armas. La sensación posterior (porque a partir de ese momento todos sus recuerdos se transforman en eso: sensaciones más o menos físicas, más o menos placenteras, más o menos dolorosas) era que cada uno de sus poros se dilataba. Dos semanas después, todavía se asustaba al acordarse de la cara del payaso, las arrugas alrededor de la boca, la nariz fruncida, la sonrisa violenta. 6
7. La ingesta era milagrosamente fácil, las pastillas eran iguales que un tic tac. Incluso, pensó ya con una en la boca, se siente igual: las texturas lisas, las pequeñas dimensiones. Lo único distinto era el sabor, un gusto que estaba entre lo salado y lo ácido. Pero sólo el salado era constante, lo ácido se manifestaba en oleadas. ¿Esa será la verdadera droga?, pensaba cada vez que el sabor ácido invadía, por algunos segundos, su boca. Se imaginaba la corriente de sangre regando su cerebro con esos destellos ácidos y fosforescentes. Le pasaba lo mismo que cuando comía verdaderos tic tac: lo invadían unas ganas irrefrenables de morder las pastillas. Se imaginaba a los químicos japoneses estudiando la composición de un tic tac y comprimiendo droga en paquetes similares. Y entiende, una vez más, el “marbles”: hay una intención de remitir a la infancia, hay una intención nostálgica, hay una intención lúdica, juguetona. Imagina a los chinos en bata, encerrados en catacumbas, ocultos del gobierno comunista, haciendo droga para gente que nunca van a ver. Le resultan utópicos, como esos presos que cavan túneles aun cuando saben que no van a ser ellos quienes escapen de la cárcel, sino otra gente, gente que tal vez ni siquiera cometió el delito por el que van a ser encerrados. rtoup.jpg. La imagen se me apareció sola, se descargó sin que yo hiciera nada. Pensé que era un virus. La borré, pero me volvió a aparecer. Me negaba a abrirla. Establecí una convivencia pacífica: no abría el archivo, me negaba a abrirlo, pero lo dejaba existir en Mis Documentos. Pero me molestaba, cada vez más. La imagen me irritaba, existía delante de mí, me provocaba sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo. A la semana, me decidí y la abrí
El método del Dr. Lunes
1. G era como uno de esos empapelados que cubren la pared de la forma más discreta posible, o como la música de espera funcional de un consultorio odontológico. Todo en él era convencional, monótono, destinado a ser olvidado: su baja estatura, su cara corriente, sin ningún rasgo que la distinguiera, la ropa que usaba, demasiado común para llamar la atención. Era una especie de hombre invisible, pero a diferencia del original, él no tuvo que realizar ningún experimento: ya había nacido así
2. Finalmente, Sebastián Suller consiguió su primer trabajo: a través de internet, contactó a Maxxculin, una agencia de strippers masculinos, y les mandó algunas de sus fotos. Pocos días después, lo llamaron para ofrecerle trabajar de stripper en un boliche de mujeres only. No le pagaban mucho, pero el trabajo era semanal. “Si sos bueno, con las propinas vas a ganar el doble o el triple de lo que te pagamos nosotros”, le dijeron. Se había impuesto como límite profesional y moral no participar en películas porno, pero ser stripper estaba dentro de esos límites, así que Sebastián Suller aceptó y esa misma semana se presentó en el boliche. Fue con una campera y unos pantalones de cuero negro y abajo se puso unos calzoncillos ajustados, de animal print. Estacionó su moto en la puerta del boliche, un lugar chico con menos de diez mesas
3. El doctor Lunes era un viejito elegante, con los modales aristocráticos de una antigua familia patricia. Su consultorio era un departamento muy grande y muy bien decorado pero bastante oscuro. Cuando entró, G pensó que de todas las cosas que había probado, y había probado muchas, esa era definitivamente la más rara, porque no tenía ni la menor idea de qué iba a pasar. El doctor lo hizo caminar por algunas habitaciones semioscuras, hasta que finalmente le indicó que tomara asiento, y le empezó a hablar:
4. Después de descartar el trabajo como modelo de striptease, Sebastián Suller hizo algunas pruebas de cámara más, pero sin suerte. Ahora, a la ansiedad que le producían los castings se le sumaba la inquietud de no tener más ahorros. Sin embargo, lo peor de todo era la sensación de que él mismo era la causa de su fracaso. No importaban las circunstancias: estaba predestinado a vivir como un ser anónimo, con un trabajo y una vida mediocre. Sebastián Suller se miró en el espejo. Se despeinó el pelo, flexionó los músculos. Tenía todo para ser un triunfador, pero seguía desempleado. Ese mes se había demorado en el pago al doctor Lunes. Pensó que no iba a haber problema: había sido puntual durante casi cuatro meses, incluso los primeros dos los había pagado por adelantado
5. G miró a la cámara, entrecerró los ojos y flexionó los músculos. Durante los últimos quince minutos había hecho eso mismo unas treinta veces, así que sentía que le dolía la cara. Un hombre le indicó que se pusiera serio. G obedeció. Las cámaras y las luces se apagaron
6. El sistema, que Sebastián Suller perfeccionaba semana a semana, era sencillo: elegía un local pequeño, que podía ser un almacén o una verdulería, y entraba a preguntar una dirección. Lo hacía rápido, de forma brusca, para que su víctima se sobresaltara por su aparición. Esperaba pacientemente que la otra persona terminara de darle la explicación de cómo llegar a ese lugar, y después sacaba una pistola. La combinación de su cuerpo gigante, su cara golpeada y una pistola, eran suficientes. El vendedor lo miraba asustado y le daba toda la plata que tenía, que generalmente no era demasiada. Guardaba los billetes, salía del local y caminaba hasta su moto, la única cosa a la que se negaba a renunciar, porque entendía que en ese objeto se concentraba su verdadera esencia: sin moto no había Sebastián Suller. Claro que mantenerla tenía sus costos, y entre eso y el pago al Doctor Lunes, la cantidad de locales que tenía que robar se duplicaba. Pero eso no le preocupaba, Sebastián Suller había descubierto que no era nada difícil. O que tenía talento para eso: más de una vez se había pensado como un ladrón elegante, como si toda la torpeza de su época de mozo, tirando platos y vasos, hubiera sido necesaria para que ahora se moviera con soltura, como un ladrón experimentado
7. Finalmente, la cara de Sebastián Suller se había hecho famosa. De hecho, ahora mismo la veía en la televisión. Pero no como él se había imaginado: en lugar de ser conductor del magazine más visto de la televisión, su cara aparecía en el noticiero, con una placa roja debajo que decía: “Robó, mató y huyó”. El contraste entre el texto de la placa, contundente y violento, y el video de él en calzoncillos poniendo caras a la cámara era muy notorio. Ese hombre musculoso, en calzoncillos blancos, acostado frente a la cámara, había robado un kiosco por la zona de Colegiales y luego había matado a sangre fría a un vigilante. Casi parecía que había hecho una cosa inmediatamente después de la otra: volvió de matar a un hombre, y se puso en calzoncillos a hacerle caras a una cámara
8 —Señor G, no lo esperaba hasta dentro de algunos días
La convicción
1. Al adelgazar tan bruscamente, Mario quebró la simetría que servía de soporte a su relación con Marina. El equilibrio perdido no se manifestaba sólo en el peso corporal sino que, a partir de ahí, funcionaba como modificador de muchas otras variables: el buen o mal humor, la predisposición a no hacer algunas cosas, el uso de un tipo de ropa en particular y en especial una conciencia compartida, un acompañamiento mutuo basado en la diferencia entre un nosotros plural y una otredad ajena y hostil. Todo eso desapareció cuando Mario bajó treinta kilos en dos meses. 2. Se habían conocido por amigos en común. Mario estudiaba Administración de Empresas en una universidad privada. No trabajaba y no planeaba hacerlo hasta recibirse. Marina estudiaba arte y trabajaba como secretaria. Tenía veintiséis, tres más que él. Se veían tres o cuatro veces por año, estrictamente en cumpleaños. Mario medía casi un metro noventa y era muy torpe. No tenía control sobre su cuerpo, no tenía conciencia de lo grande que era. Era de temperamento callado y en las reuniones sus intervenciones eran más bien escasas y discretas. En cambio,
3. Cinco años después eran la pareja oficial de su grupo de amigos: estaban juntos desde siempre e iban a estarlo, probablemente hasta el final de los tiempos
4. En una cena, una amiga de ambos sostuvo en chiste que Marina estaba engordando a propósito a Mario, y que él no se animaba a contradecirla. Que era una déspota culinaria. Marina, que estaba amasando ñoquis, tardó unos segundos en responder
5. El segundo chispazo se le apareció a Mario en la televisión. Un noticiero destacaba el personaje del día. El de esa edición era Brian Reiss, un oficinista estadounidense que había bajado cien kilos en cinco meses. En un video levantado de YouTube contaba lo bien que se sentía ahora que era flaco, mientras aparecían fotos de su versión gorda en diferentes situaciones: manejando un auto, vestido de traje, acostado con su gato también gordo. Mario estaba solo en la casa, Marina había salido, y frente a la televisión sintió un malestar, como si Brian Reiss le estuviera hablando exclusivamente a él. Pensó que ese momento de debilidad era culpa de ella: no lo tenía que dejar solo e indefenso frente a este tipo de cosas. Su convicción, que era el punto de apoyo de Mario, se había ido con ella. El ánimo y la vitalidad de Brian Reiss agujereaban el entusiasmo alimenticio con el que Marina lo había inoculado. Cada una de las palabras que Brian Reiss utilizaba para describir su vida pasada se le aparecían exactos y dolorosos: malestar, pesadez, irritación. No se podía dormir, así que caminó hasta la heladera, buscando algún soporte anímico, algún argumento a favor de la vida que llevaba con Marina. Pero sólo encontró comida. 6. Al día siguiente la presencia de Marina le devolvió la fe en la vida que llevaban, pero la duda se le había derramado en la cabeza como brea caliente y espesa. Mario comenzó a investigar en internet y descubrió que, más allá de los platos de Marina y de sus consumos cotidianos, vivía una época en la que uno de los relatos de heroísmo más comunes era el del obeso rehabilitado. La sociedad narraba la epopeya de los renegados con diferentes estrategias: realities y ficciones televisivas, libros de testimonio y de autoayuda que coronaban a los ex gordos como ganadores sociales. Era casi como un deporte: mientras más rápido y más kilos se bajaran, más mérito tenía el logro
7. Todos los relatos de los ex gordos que había visto lo habían convencido: no podía seguir viviendo de esa manera. Pero sabía que ella lo iba a tomar como una renuncia a toda la vida que habían llevado juntos. Mario decidió actuar progresivamente: no le iba a revelar su decisión a Marina de forma directa, sino que se lo haría entender de a poco. Empezó a comer cada vez menos, a establecer pequeñas guerrillas gastronómicas. Los platos llenos de comida que le servía Marina le empezaron a parecer excesivos. Al principio comía tres cuartos del plato, después sólo la mitad, y por último se limitaba a pinchar la comida dos o tres veces. Al principio Marina no reaccionaba, pensaba que eso era una situación temporal, un momento de debilidad de Mario, pero a medida que la situación se mantenía en el tiempo empezó a pensar que era algo serio. Era imposible ignorarlo: mientras ella comía, él movía el tenedor en el plato y miraba para otro lado. Los momentos de comida, que tan importantes habían sido en su vida de pareja, empezaron a convertirse en situaciones incómodas, con Mario levantándose a cada rato, o mirando fijo la pared, sin decir una sola palabra
8. Marina estaba confundida: más que la decisión de Mario en sí, le molestaba el hecho de no haberse dado cuenta de la metamorfosis. Ella había creído que su entusiasmo alcanzaba para los dos, que iba a irradiar a Mario. Pero de manera subterránea, oculta, habían aparecido dudas que ella no había sabido leer. Por eso, luego de la revelación, Marina estuvo convencida de que eso que pasaba había sido exclusivamente su culpa. Había abandonado a Mario a su suerte, y ahora eso regresaba en forma de planteo de dieta, de cambio rotundo en sus vidas. Pero por otro lado, la propuesta de Mario respetaba lo que ella consideraba más importante en su vida en pareja: el acompañamiento mutuo, la capacidad de mantenerse iguales y juntos a través del tiempo y los acontecimientos. Sin embargo, Marina se había dado cuenta de una cosa: disfrutaba siendo gorda
9. Como alguien que entra en la sala de cine equivocada, Marina veía los cambios de su vida en pareja con Mario con desconfianza, sin entender del todo qué hacía ella ahí. Las comidas, que habían sido los momentos centrales de su vida juntos pasaron a ser trámites cortos, discretos. La ropa que vestían cambió: de los tonos pasteles pasaron a los colores fluorescentes y se fueron haciendo cada vez más ceñidas al cuerpo. Ahora el momento importante era el del deporte. Mario la despertaba los fines de semana, y se iban juntos a correr. Marina no había hecho ejercicio en su vida. Nunca, y menos en los últimos años, había entendido que la gente buscara el bienestar haciendo algo tan poco placentero. Encontraba una contradicción neurótica y algo sádica en el hecho de disfrutar haciendo algo tan incómodo y doloroso
10. Ese primer mes Mario bajó quince kilos. Tenía una rutina sólida que incluía salir a correr todos los días antes del trabajo, y después una visita al gimnasio. Pero lo más impresionante para Marina había sido el cambio en su personalidad. Mario hablaba cada vez más, estaba más sociable, más extrovertido. Se había hecho un grupo de amigos de fitness. Marina los veía desfilar por su casa, veía a Mario ya sin barba atenderlos y hablar con ellos sobre máquinas de correr y sobre las vitaminas y minerales de las aguas saborizadas. Ese mes, Marina había bajado dos kilos. Mario le había dicho que no iba a presionarla, que él iba a entender si ella quería romper la dieta. Ella lo hacía, pero de forma clandestina: cada vez que comía algo dulce se escondía en el baño o en el balcón. Para Marina era cada vez más claro que a medida que él se fuera adentrando en ese nuevo mundo, iba a empezar a dividir a la gente en fuertes y débiles. Todo el mundo, en mayor o menor medida, juzga a las personas a partir de criterios propios, construidos a partir de la propia experiencia
11. Durante los meses siguientes, Marina presenció cómo se volvían cada vez más concretas dos cosas que poco tiempo antes ni siquiera se hubiera imaginado que podían llegar a existir. Por un lado el proyecto de gimnasio: Mario ya había encontrado espacio físico para convertir en realidad su idea, y existía la posibilidad de que renunciara a su trabajo para dedicarse tiempo completo a su emprendimiento. Por otro lado, como causa o consecuencia de su proyecto, la idea de que el entrenamiento no era sólo un ejercicio físico sino de voluntad, y que la gente gorda lo era sólo porque ellos mismos lo decidían. Marina había visto a Mario sostener convencido esta idea e incluso pelearse con uno de sus amigos porque no pensaba igual. Mientras él seguía bajando de peso, ella continuaba con su régimen contradictorio, de esfuerzo de día y comidas clandestinas de noche. Marina no sabía si él se daba cuenta de que ella no seguía el régimen. Probablemente sí, pero no le daba importancia
12. Unos días después, como si hubiese estado esperando el momento adecuado, la duda de Marina se confirmó. Fue en una de las cenas que Mario tenía con sus amigos de running. Normalmente no era con parejas, pero Mario le había insistido en que fuera. Eran seis parejas en total. Marina se confundía los nombres así que evitaba nombrarlos. Mario estuvo un rato largo hablando de su proyecto. Su restaurante, decía, iba a ser algo parecido al lugar donde estaban, pero con una oferta culinaria más diversa, que ofreciera carne para quienes hicieran crossfit, pero también un menú vegano. Marina dejó de escuchar y, para enfrentar el hambre que sabía que iba a pasar, intentó reconstruir mentalmente una porción de cheesecake con todos sus detalles
13. Mientras Marina cocinaba ravioles de espaldas al living, escuchaba a Mario sacando todas sus cosas del departamento. Intentó concentrar sus pensamientos en cada uno de los pasos de la receta. Hizo la masa con cuatro huevos y el relleno con pollo, cebolla colorada y crema. Detrás de ella escuchaba los pasos ágiles de Mario entrando y saliendo de la casa. De vez en cuando escuchaba su respiración agitada. Cortó la cebolla con fuerza, intentando tapar el sonido que escuchaba a su espalda
14. Volvió a ver a Mario tres años después, en la televisión. Estaba respondiendo preguntas de una periodista de espectáculos, vestido de blanco y con una soltura que Marina nunca le había visto. Su proyecto del gimnasio había prosperado. La idea de Forever Green era concentrar todas las inquietudes del fitness y de la buena alimentación en un solo lugar. Además del ejercicio y la comida integral, el proyecto de Mario, según él mismo, captaba todas las manifestaciones de lo natural y estaba en equilibrio con el medio ambiente, la ecología y la sustentabilidad. En la entrevista aparecían varios famosos que eran visitantes asiduos de Forever Green. Según entendió Marina, el proyecto de Mario era un lugar de tendencia: una mezcla de gimnasio, centro de estética, vivero y restaurante. Además, Mario hablaba de un nuevo producto, un té de China que ayudaba a modificar el metabolismo, y mejoraba el desempeño sexual. Marina tuvo que interrumpir la televisión para volver a su trabajo. Todos los fines de semana abría su casa al público y cocinaba pastas. Había empezado hacía algunos meses, y de a poco se estaba construyendo su público. Antes de salir a atender a sus clientes, miró la televisión unos segundos e intentó desentrañar las palabras de Mario. Quería descubrir cuánto de esa convicción, que en definitiva había sido la responsable de su separación, era verdad, y cuánto del Mario primitivo todavía seguía existiendo. No pudo saberlo
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Juan Ignacio Sapia nació en Lomas de Zamora, en 1991. Es periodista y licenciado en Comunicación Audiovisual. Colaboró en distintas revistas culturales, entre ellas Nan y Suplemento de Libros, de México. Participó de las antologías del Premio Municipal de Literatura Manuel Mujica Láinez (Notanpuan, 2019), Raros peinados nuevos, de la Bienal de Arte Joven (Eterna Cadencia, 2017) y All inclusive, relatos de amor y desamor (Textos Intrusos, 2017)
Aunque todavía no había dado resultado, mi sistema estaba muy aceitado: dejaba la hojita en algunos locales, esperaba dos o tres días y volvía a dejar. A veces pensaba a mi currículum como uno de esos papelitos pegados en los caños de luz de la calle que ofrecen los servicios de prostitutas. Gonzalo estaba en uno de los locales comprándose ropa. Me reconoció, hablamos un poco y desde adentro del probador, su voz repitió varias veces dos conceptos alrededor de los cuales iba a girar mi vida a corto y a mediano plazo: suplemento dietario y autonomía económica.
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Todo podría haber seguido así: eventualmente las etiquetas de los tarros iban a cambiar, y HierbActivePower seguramente conseguiría un nuevo rostro corporativo, quizás también oriental, y nosotros seguiríamos vendiéndole a la gente de la Zona Sur del conurbano bonaerense unas sustancias capaces de fortalecer sus procesos digestivos, maximizar su energía y darles una mejor vida. Pero nada de eso sucedió. Y la culpa fue de Romina Scaglia.
Habló de la tradición de la empresa, que desde hacía dos décadas distribuía en todo el mundo productos de primer nivel, con una reputación impecable. Los rostros de los policías pasaron de la desconfianza a la curiosidad, y de ahí al entusiasmo. De hecho, creo que estaban por comprar un tarro grande del Batido Multiproteico hasta que Romina Scaglia entró a la oficina. Estaba muy sucia, y se la veía cansada, como si hubiera envejecido de golpe veinte o treinta años. Como pudo explicó que todos nosotros formábamos parte de una organización mafiosa que vendía productos peligrosos para la salud. Dijo que Rubén era la primera de las miles de personas que, por consumir nuestros polvos, iban a morir. Agregó que funcionábamos como tapadera de una red internacional de pedofilia. Cuando terminó de decir todo eso, pareció aliviada por unos segundos y después se desmayó.
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