Tom Wolfe

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Juan Jesus Fernández Trillo. Tom Wolfe
Отрывок из книги
TOM WOLFE
CRONISTA DE LA NORTEAMÉRICA SIN DIOS
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Los intereses de unos y otros, sin embargo, a menudo entran en conflicto, lo que de forma directa lleva al uso que los actores, individuales o colectivos, dan al poder y es este un aspecto en el que la mayoría de los estudiosos parece estar de acuerdo: disponer de poder implica, habitualmente, la capacidad de actuar en contra de los intereses de otros (Lukes 2005: 83). Al fin y al cabo, poder y sometimiento son conceptos que han estado históricamente relacionados y el afán de dominación parece tan arraigado en el ser humano, que incluso produce extrañeza cuando alguien, por su propia voluntad, rechaza un puesto que conlleva tal prerrogativa.
Por otro lado, los efectos del dominio de un actor individual o colectivo sobre otros no han de ser necesariamente negativos, a pesar de las connotaciones del término. Thomas Wartenberg (1990), señala que son frecuentes y relevantes los casos en los que el sometimiento trae consecuencias positivas para los sometidos, como es el caso del ejercicio de la autoridad de los padres sobre los hijos, de los profesores sobre sus alumnos o del terapeuta sobre el enfermo. En todas estas ocasiones el bien último que obtiene quien debe obedecer las órdenes que se le imponen, compensa la pérdida de libertad que estas le suponen. En las empresas colectivas en las que varios individuos deben trabajar coordinados de cara a la obtención de un objetivo o bien común – ejércitos, orquestas, equipos deportivos – es necesario que todos ellos se sometan al dominio de quien ostenta el poder en cada caso. Por desgracia, en ocasiones este dominio, aun orientado a la consecución de un fin loable, se materializa en abusos que parecen difíciles de tolerar. Este es el caso del ejercicio despótico del mando militar o del entrenador deportivo, por ejemplo. En la tercera novela de Wolfe, Yo soy Charlotte Simmons (I Am Charlotte Simmons, 2004) el entrenador de baloncesto del equipo universitario somete a sus deportistas a un trato degradante con el fin de obtener de ellos un rendimiento superior. Este episodio, casualmente, encontró un cierto reflejo en la noticia que durante algunas semanas, en el mes de septiembre de 2012, ocupó la sección deportiva de numerosos periódicos. Un grupo de las antiguas componentes del equipo olímpico de natación sincronizada acusaron a su antigua entrenadora de abusos de poder y vejaciones (El País; La Vanguardia; ABC; El Mundo, 27-08-2012). Durante la polémica que siguió, las opiniones estuvieron divididas entre quienes reprobaban este tipo de comportamientos por parte de un entrenador deportivo y quienes los justificaban alegando la necesidad de obtener de los deportistas el máximo rendimiento de cara a una competición de alto nivel.
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