El libro rojo
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Карл Густав Юнг. El libro rojo
Отрывок из книги
Colección CATENA AUREA
La Catena Aurea, la Cadena de Oro, indica el canal de unión entre el Cielo y la Tierra, la vía en la que se producen la materialización del espíritu y la espiritualización de la materia.
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En medio de la carnicería sin precedentes de la guerra, el tema del regreso de los muertos se había esparcido, tal como en la película de Abel Gance J’accuse. (123) El número de víctimas condujo también a un renacimiento del interés en el espiritismo. Después de casi un año, Jung comenzó a escribir nuevamente en los Libros negros, en 1915, con una nueva serie de fantasías. Ya había completado el borrador manuscrito del Liber Primus y del Liber Secundus. (124) A comienzos de 1916, experimentó una llamativa serie de eventos parapsicológicos en su casa. En 1923, narró estos eventos a Cary de Angulo (más tarde Baynes). Ella lo recuerda como sigue:
Una noche tu hijo comenzó a delirar en sueños y a agitarse diciendo que no podía despertar. Finalmente tu esposa tuvo que llamarte para que lo callases y sólo pudiste conseguirlo poniéndole paños fríos –finalmente se calmó y se durmió–. A la mañana siguiente se despertó sin recordar nada, pero parecía absolutamente exhausto, así que le dijiste que no fuera a la escuela, él no preguntó por qué pero parecía darlo por sentado. Pero, inesperadamente, pidió papel y lápices de colores y se puso a trabajar para hacer la siguiente imagen: un hombre estaba pescando peces con anzuelo y línea en medio del dibujo. A la izquierda estaba el Diablo diciéndole algo al hombre, y tu hijo escribió abajo lo que decía. Sucedía que había venido por el pescador porque estaba pescando sus peces, pero a la derecha había un ángel que decía: “No, tú no te llevarás a este hombre, él sólo se lleva los peces malos y ninguno de los buenos”. Entonces, luego de hacer esa pintura, tu hijo se quedó muy contento. La misma noche, dos de tus hijas creyeron haber visto fantasmas en sus habitaciones. Al día siguiente escribiste los Sermones a los Muertos, y sabías que después de eso, nada más molestaría a tu familia, y nada lo hizo. Por supuesto, yo sabía que tú eras el pescador en el dibujo de tu hijo, y tú me lo dijiste, pero el niño nunca lo supo. (125)
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