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Kathrine Switzer. La maratoniana
LA MARATONIANA
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
PARTE I: BASE
UNA LARGA SAGA DE PIONEROS
«LA VIDA ES PARA PARTICIPAR, NO PARA MIRAR»
«¿PUEDES CORRER UNA MILLA?»
«CREO QUE ME HE LIBRADO DE ELLA»
«¡VAS A ECHAR A ESA CHICA A PERDER, ARNIE!»
PARTE II: CARGA PROGRESIVA
«¡PUEDES CORRER LA MARATÓN DE BOSTON!»
«¡LÁRGATE DE Ml CARRERA Y DAME EL PUTO DORSAL!»
DESPUÉS DE LA CARRERA
SEÑORA ROBINSON
LA TORTUGA Y LA LIEBRE
PARTE III: PUESTA A PUNTO
«¿HAS CORRIDO UNA MARATÓN ANTES?»
POR FIN OFICIALES
«ME VOY EN JET; NO SÉ CUÁNDO VOLVERÉ»
SOLA EN NUEVA YORK
«¿POR QUÉ QUERRÍAN PAGARNOS DINERO PARA PATROCINAR NUESTRA MARATÓN?»
ESTO ERA SOLO EL PRINCIPIO
UN TRABAJO MUY, MUY DURO
LA MÁGICA BARRERA DE LAS TRES HORAS
¡MARCA PERSONAL!
PARTE IV: CALENTAMIENTO
EL ÚLTIMO BAILE
UNA NUEVA CARRERA
LA PRIMERA MARATÓN INTERNACIONAL DE AVON
CONQUISTANDO EL MUNDO
CONFLUENCIA
PARTE V: LA CARRERA
LONDRES: LA CARRERA DECISIVA
PARTE VI: EL PASO ADELANTE
LOS ÁNGELES, 1984: LA GRAN CARRERA
OTRAS VOCES
PROGRESIÓN DEL RÉCORD MUNDIAL DE MARATÓN FEMENINA
CAMPEONAS DE LA MARATÓN OLÍMPICA
CAMPEONAS DE LA MARATÓN INTERNACIONAL DE AVON
Отрывок из книги
LA CARRERA QUE REVOLUCIONÓ EL DEPORTE FEMENINO
Kathrine Switzer
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Mi «talento» en el concurso era tocar el acordeón. Si no te estás riendo todavía, lo habrías hecho al ver las noticias, que decían cosas como «después de darle fuelle a sus pulmones durante la carrera, Kathy Switzer tocará el acordeón en el concurso de belleza». Cumplí con mi deber tocando «Lady of Spain» o alguna canción por el estilo y, como puedes imaginarte, no impresioné a nadie, sobre todo porque tenía cara de dolor por culpa de mis pies hechos polvo. No gané el concurso de Miss Lynchburg. Y después de aquello, guardé el acordeón y no volví a tocarlo.
El alboroto continuó: empezaron a llegarme cartas de todas partes. Había cartas aduladoras de viejos compañeros de escuela y parientes, marines de Quantico que me pedían citas, soldados de Vietnam que querían ser amigos por correspondencia y una propuesta de matrimonio directa de un carnicero de Alabama. Se las pasé a mis compañeras de apartamento y nos deleitamos con ellas. También estaban las cartas amenazantes, normalmente de gente que creía tener la verdad absoluta en cuanto a religión y me informaba de que iba a freírme en el infierno. Esas las tiré a la basura. Toda la experiencia fue una lección bastante interesante sobre la polarización y la percepción humanas, tanto en las opiniones en el campus como en las cartas. Nadie parecía neutral al respecto.
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